Durante la campaña electoral, una crítica recurrente de los analistas políticos al ahora presidente de la República, Pedro Pablo Kuczynski (PPK), era la que incidía en su dificultad para transmitir un mensaje que conectara emocionalmente con su audiencia. Si el amplio conocimiento de las materias de gobierno y el sustento técnico de sus propuestas se incluían dentro de sus principales activos, su poca habilidad para codificar esas virtudes en un discurso que tocara las fibras más emocionales del electorado se constituía, tal vez, en su más costoso pasivo.
Por eso, fue una estupenda noticia el tono con el que PPK logró dirigirse al país con ocasión de su alocución inaugural como jefe de Estado: un discurso más bien sencillo en cifras y medidas –tarea que se anunciaba reservada para la presentación de su jefe de Gabinete Ministerial ante el Congreso– y más efectivo a la hora de inspirar a los peruanos a trabajar juntos por el Perú con el que todos soñamos.
Al hacerlo, fue digno de resaltar su llamado a la unidad. “Sí a la paz, sí a la unión, no al enfrentamiento, no a la división”, invitaba claramente al diálogo y a la cohesión del país. Esta invitación fue reiterada a lo largo de todo el discurso. Por supuesto, aquí no solo hubo un mensaje para los peruanos en general, sino para la bancada fujimorista en particular: “Sé que no puedo hacerlo solo. Necesito tu ayuda y necesito la ayuda de este Congreso emblemático de la democracia”. Así, el presidente le marcó la cancha al partido naranja, incidiendo en que, si no dejan atrás los rencores de campaña y trabajan juntos, el país no podrá avanzar. Lo cual es también una forma de poner en evidencia que el Congreso manejado por Fuerza Popular (FP) es tan responsable como el Ejecutivo por el rumbo que tome el barco en el que todos nos encontramos.
Ahora, PPK no fue el único que ayer mandó un mensaje. Cerca de una hora antes del discurso presidencial, Keiko Fujimori subió a Facebook un breve pero elocuente video en el que se dirigió principalmente a sus electores que le otorgaron “una mayoría histórica en el Congreso”. En resumen, ella dejó en claro que con el poder total que tienen en el Legislativo van “a convertir las propuestas de [su] plan de gobierno en leyes”. El tono fue como el de quien apunta que ellos no necesitan de nadie, que tienen suficiente fuerza para tomar el timón de la nave y que así lo harán. Mientras PPK envió un mensaje de unión, la señora Fujimori sugirió que ellos jugarían su propio partido.
El mensaje de la lideresa de FP se vio complementado por otros signos en el Congreso. A saber, los rostros adustos de la representación fujimorista durante la exposición de PPK, la simbólica decisión de no aplaudir ni una sola vez al nuevo presidente, la presencia en el hemiciclo de una portátil verbalmente agresiva con el mandatario o la inmediata negativa de Cecilia Chacón de aprobar propuestas que PPK mencionó pero que aún no ha tenido tiempo de justificar ante el Parlamento. El muy coordinado mensaje de antagonismo fue bastante claro.
De esta forma, este 28 de julio asistimos a dos mensajes opuestos: uno de cohesión y otro de confrontación. Esto, por supuesto, preocupa. Por un lado, porque los peruanos están demasiado divididos como para seguir profundizando en lo que nos separa, por lo menos si queremos ser una nación viable.
Por otro lado, porque por más poder que un partido tenga en el Congreso, todos sabemos que ninguna ley se puede llevar adecuadamente a la práctica sin la participación del Ejecutivo, lo que significa que, si ambos poderes no negocian y trabajan juntos, el Perú simplemente no tiene cómo avanzar. Saludamos que el presidente sea consciente de todo esto y nos preocupa que el fujimorismo crea que la mitad del país puede caminar en la dirección opuesta a la otra mitad. Lo cierto es que separados no lo lograremos.