Hace dos días, al tiempo que lamentábamos sus vergonzosas declaraciones sobre la Marina y el origen del terrorismo en nuestro país, señalábamos desde esta página que la continuidad del ahora excanciller Héctor Béjar era simplemente insostenible. El lunes, además, ya habíamos expresado que el propio jefe del Gabinete Ministerial, Guido Bellido, no podía permanecer en el cargo, máxime cuando existen hasta tres investigaciones en su contra por delitos tan graves como terrorismo, apología del terrorismo y lavado de activos.
Lamentablemente, el recuento de los integrantes del Consejo de Ministros que deberían de dar un paso al costado no se agota allí. Y el caso del titular del Interior, Juan Carrasco, merece un especial llamado de alerta cuando nos encontramos a una semana de la fecha pactada para que el ministro Bellido acuda al Congreso a solicitar el voto de investidura.
En primer lugar, y como se sabe, existe un impedimento legal para que un representante del Ministerio Público sea al mismo tiempo ministro, y al momento de jurar como tal, Carrasco no había renunciado a su cargo anterior. Lo hizo cuatro días después –a juzgar por el sello de recepción que consta en el documento por el que solicitó hacerlo– y aun hoy esa renuncia no ha sido aceptada, por lo que el impedimento persiste. A criterio de diversos especialistas consultados por este Diario, esa circunstancia determina que su nombramiento y los actos de gobierno realizados por él desde que se colocó el fajín sean nulos. Pero ni el presidente Pedro Castillo ni el jefe del Gabinete parecen dispuestos a tomar cartas en el asunto, abriendo una interrogante más con respecto a su apego al orden legal y constitucional. Mención aparte merece el silencio tanto de la fiscalía como de la Junta Nacional de Justicia, que deberían de haberse pronunciado al respecto y no lo han hecho.
Las renuncias de los viceministros de Orden Interno y Seguridad Pública –Carlos León y Nicolás Zevallos, respectivamente–, producidas en los días siguientes fueron lluvia sobre mojado. Como se sabe, ellos adoptaron esa decisión ante el intento de nombrar para el cargo de director general de Gobierno Interior a una persona que no cumplía con el perfil requerido. El nombramiento en cuestión fue detenido, pero no se puede descartar que se insista en él en un futuro cercano.
Pues bien, a ese crítico cuadro vino a agregarse la semana pasada la sorpresiva intervención de la sede de la Dirección contra el Terrorismo (Dircote) de la PNP, en momentos en que el Ministerio Público lleva adelante investigaciones preliminares por la presunta comisión del delito de terrorismo contra el presidente del Consejo de Ministros y contra el congresista oficialista Guillermo Bermejo. En tales investigaciones, como es obvio, el rol de la Dircote es fundamental.
La llegada de seis equipos de Inspectoría General a sus oficinas para recabar información, en consecuencia, resulta muy inquietante. Más aún cuando el extitular del Interior Carlos Basombrío había advertido poco antes que, de acuerdo con sus fuentes al interior de la PNP, Carrasco habría estado ejerciendo presión en la Diviac y la Dircote para que las investigaciones que se les seguían en esas direcciones a miembros y allegados del gobierno de Perú Libre se “relajaran”.
El Ministerio del Interior, por su parte, afirmó que lo ocurrido era parte de un “plan anual de inspecciones” y en ese mismo sentido se expresó ante la prensa el propio Carrasco. Pero ya otras voces autorizadas se han encargado de desvirtuar la pretensión de que la intervención haya sido una acción de rutina, con argumentos que aluden tanto al momento del año en que tales inspecciones se ejecutan como al número de equipos que han intervenido en esta.
Todas estas sombras, por cierto, no han pasado desapercibidas en el Congreso, donde ya se alista una moción de censura en contra del señor Carrasco. Y en honor a la verdad, no se ve de qué manera el Ejecutivo podría superar esta circunstancia si no es cambiando a un ministro del Interior cuya condición de tal es precisamente aquello que está en la base de todas las dudas que se ciernen sobre ese sector.
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