La jefa del Gabinete se presenta mañana en el Congreso para pedir el voto de confianza. Su discurso –ha declarado– será para decirle al Perú “qué vamos a hacer y cómo lo vamos a hacer”.
Este es un anuncio prometedor, en la medida en que supone que las respuestas a estas preguntas no fueron dadas en el discurso del presidente el 28 de julio. Al menos no en lo que tendrían que ser los dos temas más importantes del resto de su gobierno: cómo retomar los niveles de crecimiento –y, consiguientemente, generación de empleo– que venimos teniendo en la última década y cómo combatir la grave situación de inseguridad ciudadana que va ya camino a hacerse crónica en las principales ciudades del país.
En efecto, sobre ninguno de estos dos puntos el presidente trazó un camino satisfactorio y completo en el discurso. En el tema de la desaceleración económica, es cierto, se había dado ya antes del discurso un paquete de medidas que buscaba retomar el impulso de la inversión privada. Pero este paquete era a todas luces insuficiente, pareciéndose más bien al efecto de una limada de uñas en lo que toca al peso de las diferentes regulaciones sectoriales y trasversales (como las laborales, tributarias, paraarancelarias o de defensa civil), materia en la que nuestra economía es una de las menos competitivas del mundo (Índice de Competitividad Global). Y luego el discurso no agregó, pese a lo que se esperaba, nada más en este sentido. Solo se anunciaron grandes incrementos del gasto público, lo que, en términos de retomar la velocidad que alguna vez tuvo el crecimiento de nuestra economía, no parecía el camino más lógico: el 80% del crecimiento de la última década se explica por la inversión privada. Y esta inversión ha caído desde el 13,3% que tenía en promedio en la mencionada década hasta el 0% del primer semestre de este año.
Es esperable, pues, que la ministra diga mañana cómo hará para lograr un rebote de esta caída que vaya más allá del automático que se producirá en el segundo semestre de este año y durante el 2015 como efecto de la entrada en plena explotación de algunos grandes proyectos mineros que vienen desde antes de este gobierno. El presidente Humala no puede contentarse con cosechar estos frutos ajenos y dejar, para después de él, una nueva desaceleración. Especialmente desde que la caída en la inversión privada que se ha vivido en los últimos dos años de su gobierno es en parte responsabilidad del mismo (como lo ha señalado varias veces Roberto Abusada, los precios de los minerales que exportamos siguen por encima del promedio que tuvieron en los diez años de crecimiento acelerado que hemos tenido).
Es cierto que la primera ministra dijo, cuando recién había asumido el cargo, en entrevista con este Diario, que era posible que el tiempo no le alcanzara para tener listo en su presentación al Congreso el nuevo paquete de “reducción de costos que genera la administración estatal en el sector productivo”; pero sería importante que anuncie al menos las principales líneas por las que irán estas reducciones y de qué forma ahora irán más al fondo que en los paquetes anteriores.
Por otra parte, en el igualmente clave tema de la seguridad le toca a la flamante primera ministra explicar cuál es el plan que viene siguiendo –o comenzará a seguir– el Ministerio del Interior. Hasta ahora lo que tenemos es un ministro cuya ubicuidad y declaraciones altisonantes parecen haber trasmitido a muchas personas la sensación de que el tema está en buenas manos, pero que al mismo tiempo ha generado desconfianza en los especialistas, dando una serie de cifras inverosímiles sobre sus supuestos logros en los casi dos meses que lleva en el cargo y haciendo una serie de promesas igualmente insostenibles (como la ahora negada sobre la captura de Orellana y de Martín Belaunde). Ello, mientras se ha abstenido de dar cualquier señal de tener algo así como una estrategia bien pensada y sistemática en su lucha contra la delincuencia.
Hasta ahora, con su aparentemente exitoso acercamiento a las diferentes bancadas de oposición, la flamante primera ministra está mostrando que sabe hacer política. Mañana es el momento para que muestre que también sabe hacer políticas.