Además de planear lo que viene en el 2024, las fiestas de fin de año deben ser también un período de reflexión y agradecimiento por lo que se vivió en los 12 meses pasados. Lamentablemente, el 2023 no deja al país con muchas opciones para expresar gratitud. La política ha sufrido un proceso de deterioro continuo, lo mismo que la economía. Las protestas de inicios de año, sumadas al clima adverso y a las luchas por cuotas de poder en el Congreso y la fiscalía, marcaron la cancha. Sobran, más bien, los personajes que disputarían palmo a palmo el rol de villano del 2023.
Una notable excepción a este pobre recorrido nacional ha estado en los deportes. Por supuesto, no en los resultados de la selección peruana de fútbol (otra víctima del menoscabo institucional profundo que infecta la política y demás sectores), sino en los atletas de diversas disciplinas que nos representaron en los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos Santiago 2023, disputados entre octubre y noviembre de este año.
En total, el país se llevó 32 medallas en los Panamericanos y 34 medallas en los Parapanamericanos. Del primer grupo, diez de ellas fueron de oro, lo que colocó al Perú en la novena posición entre 31 naciones en competencia, y en el quinto puesto de Sudamérica. Entre los deportistas más destacados estuvieron Kimberly García, campeona en marcha individual y presea plateada en modalidad de relevo mixto; Christian Pacheco, fondista de Jauja que repitió el oro de los juegos de Lima del 2019; Pilar Jáuregui, bicampeona de parabádminton en categoría individual y en dobles, y varios otros.
El mérito de todos estos atletas es doble. Por un lado, el empuje individual y de su entorno es notable en la evolución de varios de ellos. Y, por el otro, a diferencia de los deportistas de otros lares, el apoyo que la mayoría de ellos recibió de parte de sus federaciones nacionales ha sido especialmente pobre. El caso de Pacheco –quien hizo público su descontento con una federación que no pudo ni organizar un taxi que lo recogiese del aeropuerto de Lima a su regreso de Santiago con una medalla de oro– no es la excepción.
Esta semana, el Instituto Peruano del Deporte (IPD) organizó una ceremonia de premiación para los ganadores de la justa continental. La institución repartió S/4,8 millones en premios entre los galardonados, un monto superior a lo distribuido tras los juegos del 2019. El incentivo económico sin duda es bienvenido, pero no compensa años de negligencia, infraestructura insuficiente, auspicios raquíticos y en general un sistema que opaca a todos los atletas que no compiten sobre un césped en un once contra once.
El próximo año, la competencia para el Perú llega a la liga mayor con los Juegos Olímpicos de París 2024, a desarrollarse entre julio y agosto. El país estará representado en atletismo, tiro, vela, bádminton y surf, entre otros deportes. Con algo de suerte, los resultados de los JJ.OO. deberían contarse entre las buenas noticias del año, mas no ser de las únicas.
Finalmente, no deberíamos minimizar los beneficios del deporte. Además de su impacto positivo en la salud de quienes lo practican, este puede servir para desarrollar valores como el compañerismo, la humildad en la victoria, la resiliencia en la derrota, y enseñarnos a esforzarnos para lograr nuestros objetivos. Con eso en mente, el próximo año El Comercio retomará sus históricos semilleros deportivos, un proyecto pensado para apoyar jóvenes talentos, pero también para insuflar la cultura del deporte entre los menores en el país.
Por ahora, en un ambiente nacional despojado de héroes contemporáneos, los deportistas peruanos nos ofrecen todavía la oportunidad de presenciar hazañas en nombre de la nación a pesar de las circunstancias que enfrentan. Y esa, en un día como hoy, es una razón más que suficiente para sentirnos agradecidos.
Este Diario les desea una feliz Navidad a ellos y a cada uno de nuestros lectores.