Tres son las ocupaciones futuras con las que los varones sueñan cuando niños: astronauta, presidente y bombero. Y hay quienes afirman que en esa elección imaginaria se perfila ya una tipología de la naturaleza humana: se postulan como astronautas los solitarios de mente perdida en la estratósfera; como presidentes, los que disfrutan ejerciendo un poder desmedido sobre el prójimo; y como bomberos, los que más bien ansían ayudarlo en sus horas de apremio.
Por eso, frecuentemente no es difícil adivinar en una familia de miembros adultos quién quiso ser qué cuando todos vestían todavía pantalones cortos. Pero nunca resulta la operación tan realmente sencilla como cuando los integrantes de un ramillete de hermanos no permiten que la vida los convierta en dentistas, contadores y comerciantes, como a todo el mundo, sino que perseveran en su devaneo pueril.
Miremos, por ejemplo, a los hermanos Humala Tasso: de astronautas, todos tienen un poco; y los que se sienten predestinados a ocupar la presidencia abundan. Pero bombero hay uno solo. Nos referimos, claro está, al buen Alexis, que el año pasado se asimiló al cuerpo de bomberos del Perú, demostrando que uno no tiene renunciar nunca a sus sueños de infancia. Así entrañen emprender viajes locos a Rusia o comprarse un helicóptero. Él sabe que solo se vive una vez y hay que sacarle provecho.