Al disfuncional mundo de la ayuda externa se está por agregar una fuente más de fondos controlados por políticos que serán prestados a otros políticos o corporaciones cercanas al poder. Bajo condiciones favorables y en nombre del crecimiento, por supuesto.
Estamos hablando del Nuevo Banco de Desarrollo que anunciaron esta semana los países BRICS —Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica— que contará con $50.000 millones. También se anunció un nuevo fondo de reservas de $100.000 millones que se usará en caso que entre un país miembro en crisis financiera.
Estas versiones BRICS del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) competirán con tales agencias multilaterales. No importa que el mundo está lleno de agencias nacionales e internacionales de desarrollo pues una meta principal del banco de los BRICS es eludir el control de los países ricos y las condiciones supuestamente estrictas que estos imponen.
Es verdad que los intereses geopolíticos de los países ricos influyen fuertemente en las decisiones del Banco Mundial y el FMI. Pero eso sucede con toda agencia de préstamos oficiales cuyos clientes son gobiernos. No hay ninguna razón para pensar que los BRICS —cuyos gobiernos sufren de altos niveles de corrupción y falta de transparencia— vayan a ser mas exitosos que el FMI y el Banco Mundial a la hora de promover el desarrollo.
Lo grave es que el record de las agencias multilaterales, así como las bilaterales, es pésimo. La experiencia de seis décadas en que se gastaron millones de millones de dólares revela que no hay ninguna relación entre el crecimiento y la ayuda externa. En el peor de los casos, cuando las políticas y las instituciones de los países recipientes son dañinos al crecimiento, la ayuda externa los empobrece porque apoya a los malos gobiernos. Este fue el caso de la África sub-Sahariana, recipiente de la mayor ayuda externa per cápita y donde para mediados de la década pasada se encontraron 31 países sin capacidad de pagar su deuda externa.
Tampoco hay una relación entre la ayuda internacional y las reformas económicas. Los países que se reforman lo hacen por factores ajenos a la ayuda externa. Numerosos estudios confirman que en la práctica las condiciones que se aplican a los préstamos no han funcionado. Se ignoran con regularidad e igual se sigue prestando. Eso pasó no solamente con los países africanos durante décadas sino también con Rusia tras la caída del comunismo, y con países en cada continente.
Para los prestamistas oficiales siempre hay intereses políticos y, dado que se está usando plata pública, el incentivo es de gastar sin que importe demasiado si los proyectos son viables. ¿Alguien duda que podría haber presión de la China o de Brasil para que el banco de los BRICS conceda préstamos al régimen venezolano? ¿O que el gobierno brasileño pueda usar esos fondos para favorecer a una empresa brasileña importante en algún proyecto poco transparente en la región?
El record del FMI no es mejor. En teoría hace préstamos de corto plazo mientras se mejora una economía. En la práctica crea dependencia de sus créditos, cosa que puede durar décadas. El papel que ha jugado durante las crisis financieras ha sido lamentable. Sus rescates masivos a países en realidad han rescatado a banqueros e inversionistas, pasando así la cuenta a los contribuyentes. Cuando Argentina entró en default la década pasada —después de recibir un rescate masivo del FMI— el Fondo perdió toda su credibilidad, especialmente cuando tal evento no desató una crisis financiera internacional como advertía el FMI que ocurriría sin su intervención.
Así como el Banco Mundial y el FMI son instituciones politizadas, las de los BRICS serán mas de lo mismo. Deberíamos estar cerrando las agencias multilaterales, no abriendo nuevas.