Mientras el mundo entero lucha contra el coronavirus, Donald Trump se pelea con el pajarito azul. La última semana, el presidente de Estados Unidos tomó acciones que hacen peligrar la subsistencia de Twitter y de otras redes sociales tales como las conocemos y utilizamos.
Trump es conocido por tuitear a toda hora del día, y hacerlo agresivamente y con afirmaciones falsas. Pero algo cambió la semana pasada.
¿Qué tuiteó ahora Trump?
El mandatario lanzó dos tuits en los que acusaba de fraudulenta a la votación por correo postal (‘mail-in ballots’) y culpaba al gobernador de California de amañar las elecciones. Esto ocurrió el martes 26 de mayo.
Luego, el viernes 29, Trump usó su cuenta de Twitter para referirse a las protestas violentas surgidas en Minneapolis frente al asesinato policial del ciudadano afroamericano George Floyd. Luego de cuestionar al alcalde de la ciudad por no restablecer el orden, publicó que enviaría a la Guardia Nacional. En un tuit seguido, escribió: “Estos MATONES están deshonrando la memoria de George Floyd, y no dejaré que eso pase […] cuando comienza el saqueo, comienza el tiroteo […]”.
¿Twitter censuró los mensajes de Trump?
No. Aunque las políticas de uso de Twitter sí permiten a la red social borrar mensajes que violen sus términos de uso –como la incitación al odio–, tienen una excepción: la de interés público. Así, cuando un personaje notorio tuitea algo peligroso, Twitter no lo elimina pero pone una advertencia. “Este tuit viola nuestras políticas respecto a la glorificación de la violencia […] [presenta el] riesgo de inspirar acciones similares hoy” fue el aviso que incluyó Twitter respecto del mensaje de Trump sobre Minnesota.
Twitter tampoco retiró los tuits de Trump sobre las elecciones en California. Solamente añadió al final un mensaje y un hipervínculo que decía: “Obtén los hechos sobre votaciones por correo”. Al dar clic, los usuarios podían ir a una página de ‘fact-checking’ que desmentía las acusaciones de Trump e incluía enlaces a notas periodísticas de medios serios como CNN, “The Hill” y “The Washington Post” sobre este tipo de votación.
¿Cómo reaccionó Trump?
Acusó a Twitter de censurarlo y de entrometerse con las elecciones estadounidenses. Y firmó una orden ejecutiva con nombre propio, en la que se dispone que si una plataforma electrónica (como las redes sociales) restringe con mala fe el acceso a contenido que publican sus usuarios, entonces se considerará a esa plataforma como editora y responsable por toda la información que se publique a través de ella.
¿Cómo afecta a los millones que usamos redes sociales?
Las plataformas electrónicas no responden legalmente por lo que publican sus usuarios. Si alguien miente, insulta o vende productos falsificados en una red social, el responsable es el emisor, no el mensajero (la red social). Esta protección se deriva del artículo 230 de la Decency Communications Act de 1996, una norma que ha sido imitada –por ley o jurisprudencia– por la mayoría de países y que ha servido para el florecimiento de estos sitios web.
Si prosperara el plan de Trump, entonces Facebook, Twitter, You Tube, Instagram y demás redes sociales tendrían que revisar y filtrar todo lo que publicamos. O, en sentido opuesto, deberían dejar que se publique todo sin ningún tipo de control. No habría un punto medio.
La orden de Trump, probablemente, será declarada inconstitucional, pero la amenaza contra las redes sociales ya ha sido lanzada. Y con ella perdemos todos, porque las redes sociales podrían pensarlo dos veces antes de tomar acciones contra la desinformación y la incitación a la violencia, sobre todo cuando provienen de alguien tan poderoso como peligroso.