“A cualquiera que diga que exagero haga una pequeña navegada por la situación italiana, donde la cuarentena es mucho más severa que un cierre de fronteras; es una restricción de libertades dentro del territorio”. (Foto referencial: EFE).
“A cualquiera que diga que exagero haga una pequeña navegada por la situación italiana, donde la cuarentena es mucho más severa que un cierre de fronteras; es una restricción de libertades dentro del territorio”. (Foto referencial: EFE).
/ Sebastiao Moreira
Fernando Vivas

Si fuera ministro de Salud o infectólogo, sería drástico. No dejaría para mañana lo que puedo hacer hoy con menos costo. Cerraría de una buena vez la frontera: que los aeropuertos internacionales y los puestos fronterizos solo permitan ingresos o salidas por razones de fuerza mayor y con protocolos estrictos de sanidad. El Perú es experimental en severidades –meter presos a expresidentes, por ejemplo– así que podríamos darnos el lujo de serlo en otra.

Hace un par de semanas, antes de que el se detectara aquí, le pregunté si el turismo, con todo lo bonito y bienintencionado que es, no debiera estar sujeto a restricciones severas e intempestivas ante emergencias como esta. Me dijo que la epidemia podía no hacer valer ajustes tan dramáticos. Y agregó, pensando ya no solo en el Perú sino a nivel global, que la OMS (Organización Mundial de la Salud) era un organismo político que respetaba mucho el comercio y no se gobernaba necesariamente por la ciencia. Si lo fuera, queda sobreentendido que sería más severa.

Y pasó lo que temíamos. Italia, el país más turístico del mundo, nos grita su drama: del respeto absoluto al turismo, a pesar de ya haber sido desatada la alerta en China, El turismo es una de las varias actividades paralizadas.

El Perú ya debe cerrar fronteras. Nuestro caso 0 y los dos siguientes han sido de viajeros por placer. No los culpemos, pues nos pudo pasar a nosotros. Nos pudo pasar también que, de pronto, ante una primera alerta, evaluamos no viajar, pero nos dolía perder nuestros paquetes pagados tiempo atrás.

Ese es el punto al que quería llegar. De esta crisis tenemos que salir con nuevas reglas de juego para la industria aeronáutica. Esta tiene que ofrecer más flexibilidad al pasajero y, a la vez, cubrirse ante los riesgos de largas paradas. Los negocios tienen que estar al servicio de la humanidad y de sus emergencias sanitarias; no al revés, como hoy, que los viajeros somos esclavos de plazos y condiciones rígidas.

Que por no afectar al negocio se afecte la humanidad es un sinsentido de nuestros tiempos, donde lógicas comerciales pierden de vista a la persona como fin supremo. Prefiero el costo de la prevención drástica (que puede ser inmenso y a veces, al final, resulta innecesario) que el costo de una crisis desproporcionada.

A cualquiera que diga que exagero haga una pequeña navegada por la situación italiana, donde la cuarentena es mucho más severa que un cierre de fronteras; es una restricción de libertades dentro del territorio. Nosotros podríamos empezar por lo primero para evitar más casos importados y llegar al extremo chino o italiano.