Terminamos el año malhumorados porque no crecimos como esperábamos. Y si lo hubiéramos hecho, tampoco sabríamos para qué, pues no hay ruta clara, cambio sustantivo, aprobación, seguridad, futuro manifiesto.
Malhumorados porque los jóvenes perciben que se legisla contra ellos a favor de los grandes empresarios y el empresariado percibe que no se le aligera la inversión.
Ollanta y Nadine están en el limbo. No los asalta la inseguridad callejera, porque tienen resguardo oficial, pero la inseguridad personal no los deja dormir tranquilos. Perdieron la gran transformación y se perdieron en la hoja de ruta. Cambian de gabinetes y de asesores, pues son desconfiados y no saben reaccionar: lanzan una ley sin convicción, viene la grita opositora, no defienden con garra su anuncio (¡les faltan operadores políticos a gritos!) y terminan echándose para atrás, como probablemente ocurra con la ‘Ley Pulpín’. Gobiernan como si el nacionalismo hubiera nacido para morir con ellos.
¿Quién, entonces, nos regalará por Navidad una idea de futuro, una hoja de ruta clara, un nuevo candidato? Me conmueve un nuevo mesianismo con miras al 2016 que quiere ubicarse en el centro, aunque ha escogido el pituco CADE para hacer su primer ensayo: el doctor en políticas públicas Julio Guzmán Cáceres, limeño de 44 años, ex viceministro de Mypes en este gobierno y ex secretario de la PCM durante la gestión de Juan Jiménez Mayor, está preparando meticulosamente su candidatura. Lo he visto en TV y me atrajo su rollo de tecnócrata ni muy liberal ni muy regulador, su mestizaje de blanco con moreno, su voz y expresiones suaves. Me resultó monótono, eso sí, en las primeras aburridas entrevistas que vi , pero mejoró en su intervención del CADE (evidencia de que ha pasado por un ‘media training’).
No sé quiénes bancan a Guzmán Cáceres, pero han estado activos buscando respaldos como el de Gastón Acurio, que lo hizo público en un tímido tuit durante el CADE (presumo que con tal de librarse él de la presión de ser el mesías), y están resolviendo el primer gran dilema de todos los prospectos de ‘outsider’: ¿cómo lanzarte de candidato no tradicional si no estás inscrito en el JNE ni tienes la infraestructura de un partido tradicional para conseguir el millón de firmas que te valide? La solución es buscar un socio, un vientre, un partido joven ya inscrito y sin mala imagen. Al parecer este sería Todos por el Perú, partido fundado por Drago Kisic, que actualmente no tiene congresistas pero mantuvo su inscripción al ir en el 2011 en la alianza de Luis Castañeda.
Espero que Guzmán Cáceres tenga una ‘historia’, una pequeña épica formativa que contar; que muestre la emoción y la luz en los ojos que debe tener el candidato cuando habla. Y, espero, por supuesto, otros ‘outsiders’ e ‘insiders’ –la frontera entre unos y otros se ha vuelto borrosa– que nos hagan sentir que, aunque empedrada, sí hay una ruta clara, sostenible y no está podrida por la corrupción.
Queremos más ideas, atisbos, regalos de un futuro manifiesto. Nuestra alharaca de crecimiento reposa sobre una escasa planificación. Por eso tanta marcha y contramarcha. Por eso estamos malhumorados, aunque no perdemos la esperanza.