“Los enemigos que el premier se fabrica, en efecto, recuerdan a esos primos misios de Godzila que semana tras semana se trenzaban en torpe cruce de porrazos con –qué coincidencia– Ultramán”. (Ilustración: Víctor Aguilar Rúa).
“Los enemigos que el premier se fabrica, en efecto, recuerdan a esos primos misios de Godzila que semana tras semana se trenzaban en torpe cruce de porrazos con –qué coincidencia– Ultramán”. (Ilustración: Víctor Aguilar Rúa).
/ Víctor Aguilar Rúa
Mario Ghibellini

Que el profesor no gobierna es un dato de la realidad que ya muchos tienen asumido. La circunstancia de que el premier tampoco lo hace, en cambio, es una revelación a la que vamos amaneciendo de a pocos.

Existe entre los observadores de la situación política que vive el país la difundida impresión de que el vacío de poder que deja el presidente con sus silencios e indecisiones es aprovechado cotidianamente por su primer ministro para arrebatarle, en la práctica, las riendas de esta administración. Pero si, de acuerdo con una vieja imagen que está en el origen mismo de la palabra, gobernar es pilotear la nave del Estado para conducirla a un destino que se juzga deseable para los gobernados, difícilmente podría sostenerse que el deleznable ‘Puka’ lo esté haciendo.

A lo que el presidente del Consejo de Ministros se dedica, más bien, es a cultivar un ‘hobby’ por el que mostró afición desde sus tiempos de, digamos, estudiante inquieto. A saber, el de lanzar breves mensajes que se debaten entre la amenaza y la ofensa para suscitar la ilusión de que es el valiente paladín de una causa que ahora está en permanente riesgo de ser atajada por una conspiración tan poderosa como imprecisa.


–Mysterium tremendum–

Una sentencia de aspiraciones épicas divulgada ayer por él en las redes sociales puede dar una idea exacta de aquello a lo que nos referimos. “Evidente persecución político judicial a , intento de vetar a y encarcelar a sus líderes. Delitos: renegociar gas, recuperar petróleo, revisar contratos ley, Asamblea Constituyente y Nueva Constitución. Estamos dispuestos a enfrentarlos junto al pueblo”, fue lo que escribió este viernes el premier en su cuenta de Twitter. Y ante el espíritu de denuncia que la proclama transpira cabe preguntarse esencialmente una cosa: ¿enfrentar a quiénes? ¿A los jueces o fiscales que tienen en sus manos el turbio asunto de los ? ¿A los intereses de clase que siempre se agitan detrás de la justicia burguesa quizás?

No queda claro, pero al parecer la presencia de unas fuerzas insondables que están a punto de interceptar la revolución en ciernes es definitiva.

Veamos otro ejemplo, relacionado en este caso con el alza del precio del dólar, que tantos dolores de cabeza y de bolsillo nos trae desde hace dos meses. “Nos están jugando mal algunos funcionarios”, dijo enigmáticamente Bellido hace poco sobre el particular. Y luego agregó: “El dólar debe estar en S/3,50 o en S/3,40, pero hay también gente que está arriba, sí, porque alguna vez dijeron: [a] ese pueblo que eligió a Pedro Castillo se le debe castigar, debe estar el dólar en 6 soles”.

¿Quiénes son esos funcionarios pérfidos? ¿En qué parte de arriba está esa gente castigadora a la que no podemos distinguir seguramente por la luz cegadora que irradia? Mysterium tremendum.

Y podríamos continuar esta antología de incursiones en el discurso de la manía persecutoria con su habitual cháchara sobre los “muchos ciudadanos y políticos [que] no aceptan que un campesino sea presidente” y por eso objetan la presencia de tanto compañero de viaje de los organismos de fachada de Sendero en el Gobierno, o con sus devaneos sobre la “actitud obstruccionista” de la prensa, que anda poniendo en evidencia el pedigrí de los fulanos a los que ellos premian con algún puesto en el Estado para el que están moral y/o técnicamente negados…

Lo importante, sin embargo, es encontrar la motivación profunda de esa consistente majadería. Y, a decir verdad, no hay que devanarse mucho los sesos para lograrlo: ‘Puka’, sencillamente, necesita crear la ficción de que se enfrenta a monstruos mitológicos para darle algún sustento a su rollo ‘ultra’. Esto es, a su amenaza de “nacionalización” al consorcio que explota el gas de Camisea, o a sus desplantes contra el ministro Maúrtua y su vicecanciller por haber recordado públicamente la posición oficial del Perú frente a la dictadura de Nicolás Maduro.

Si él aparece como el héroe de una contienda de dimensiones cósmicas contra las fuerzas del mal, el día que le arranchen el fajín, podrá alegar que fue una víctima de esa mano negra. El problema, no obstante, es que a los monstruos que pone en escena para simular el titánico combate se les nota el traje de hule.


–La era de Ultrín–

Los enemigos que el premier se fabrica, en efecto, recuerdan a esos primos misios de Godzila que semana tras semana se trenzaban en torpe cruce de porrazos con –qué coincidencia– Ultramán o Ultra Siete, y en cuyos disfraces asomaba el decorado de chifa antes que la evocación del endriago.

¿Quién atenta contra la parodia del asalto al Palacio de Invierno de Perú Libre y su premier? ¿La amodorrada oposición en el Congreso? ¿Las pobres reporteras que tratan de conseguir declaraciones del presidente y reciben empellones de sus viriles ‘chalecos’? ¿Las encuestadoras que registran que, a solo dos meses de iniciada esta administración, su desaprobación es superior a su aprobación?

No, lo que los paraliza es solo la mezcla de inoperancia y perfecta ignorancia del funcionamiento de la economía que exhiben sin tregua.

Este Gobierno es una pesadilla a la que despertamos todos las mañanas y que, como todas las pesadillas, parece infinita. La era de este Ultrín de utilería, sin embargo, se extinguirá más temprano que tarde, deparándonos, en medio de tanta miseria, una pequeña alegría.