Existe por estos días la difundida impresión de que, con el asunto de la vacunación furtiva, Vizcarra por fin ha empezado a despintarse. En esta pequeña columna, sin embargo, no compartimos esa opinión. Nos parece a nosotros que el expresidente luce hoy igual de teñido que antes, si no más. Valdría la pena explorar, incluso, si los brotes de eléctrico azabache que coronan su testa no serán un efecto secundario del producto experimental que le inocularon meses atrás, porque la acción del látex que siempre parece haber tenido a la mano se ha hecho más clamorosa desde que dejó Palacio y se convirtió en candidato.
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