Silverio Apaza limpia los escombros de su rústica vivienda ubicada al borde de la Panamericana Sur. (Foto: Alonso Chero)
Sismo en Arequipa
Enrique Vera

Cuando los brigadistas retiraban las rocas que aplastaron su precaria vivienda en Yauca (Arequipa), el cuerpo de Ángel Palomino Yucra apareció boca abajo junto a la puerta. La última opción que tuvo este hombre de 51 años, al parecer, fue salir hacia la Panamericana Sur apenas ocurrió el sismo de 6,8 grados, la madrugada del domingo. No lo consiguió.

Palomino, agricultor ya retirado que subsistía de oficios eventuales, murió dentro de la casa que él mismo construyó con madera y triplay, en un cerro ubicado al borde del kilómetro 572 de la vía. Falleció como vivió los últimos 15 años: solo.

A Ángel iban a velarlo en el local comunal, pero las paredes allí resultaron con grietas tan profundas que podían desplomarse en cualquier momento. Otra opción para sus familiares y vecinos fue llevar el féretro a la iglesia o al colegio de la zona; sin embargo, el riesgo en esos inmuebles era similar. Así han pasado las horas en Yauca tras el sismo, entre el temor y la incertidumbre.

En este distrito arequipeño, donde la principal actividad es el cultivo de aceitunas, el desastre golpeó de manera distinta a cada grupo de moradores.

Los vecinos de Ángel, que vivían en casas igual de rústicas, lo perdieron todo. La caída de tierra y piedras desde los cerros también sepultó la bocatoma desde donde habitantes de los caseríos de Lampilla y Mochica irrigaban unas cincuenta hectáreas de sembríos de olivo. El Comercio llegó a estos lugares, ubicados a cuarenta minutos del centro de Yauca.

-Casas inhabitables-
En la provincia de Caravelí, el distrito que más daños sufrió es Bella Unión. Esta jurisdicción, situada a la altura del kilómetro 536 de la Panamericana Sur, alberga a casi tres mil moradores repartidos entre extensos sembríos; hay tantas casas de adobe como de material noble.

Desde las 4:18 a.m. del domingo, cuando se sintió el remezón, algunas familias permanecen afuera de sus viviendas o pernoctan cerca de las puertas que dan a la calle por seguridad y por temor a las réplicas. Según el Gobierno Regional de Arequipa, 213 casas resultaron afectadas aquí, 74 de las cuales son inhabitables. La mayoría deberá ser demolida.

En la junta vecinal Isidro Labrador, situada en el corazón del distrito, la casa de José Luis Gutiérrez quedó en escombros, por lo cual él y sus familiares tuvieron que ser evacuados de emergencia. Sin embargo, propietarios de otros predios de ese sector se niegan a abandonar sus pertenencias.

A solo media cuadra, Brígida Colca mira su casa de tres pisos y dice acongojada: “Voy a tener que demolerla”. El sismo llenó de fisuras todos los muros del primer piso del edificio.

En la plaza del pueblo, también cayó el techo de la iglesia; cerca de allí, algunas paredes del colegio Francisco Flores se derrumbaron. En la junta vecinal Santa Rosa, colapsó parte de la azotea de un hotel de cuatro pisos que estaba a punto de ser inaugurado.

El punto más crítico en todo Bella Unión es el Instituto de Educación Superior Tecnológico Público Peruano-Español, situado en la junta vecinal La Capilla. Baños, aulas, almacenes, así como la administración y secretaría de este local, construido en el 2002, se desmoronaron y han dejado un panorama ruinoso. Las paredes y techos que no llegaron a caer presentan ahora desniveles, lo cual obligaría a que unos 180 estudiantes de Fruticultura y Olivocultura sean derivados a otros locales para reanudar en febrero sus actividades académicas.

En Yauca, Bella Unión y Acarí, la emergencia no ha terminado.

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