Nací hace 65 años en Pilsen, ciudad de donde es la mejor cerveza del mundo. Jugué fútbol en la Tercera División checa, fui volante. Estoy casado y tengo dos hijos.Estudié biología y geografía en la Universidad Carolina de Praga, la más antigua de Europa Central. Ahí obtuve mi PhD. y trabajé como profesor asociado, fui vicedecano de la facultad y jefe del Departamento de Geografía Física y Geoecológica.
Fui vicepresidente de la Sociedad Iberoamericana y continúo siendo miembro. Además, pertenezco a la Sociedad Geográfica checa, el Comité Nacional Checo de Hidrología y de la Comisión checa para la Unesco en el Ministerio de Asuntos Exteriores desde el 2007. Ese mismo año recibi el reconocimiento por "mérito excepcional" en el Perú y el derecho a utilizar el título de "comandante" para la actividad educativa.
Desde los primeros españoles que llegaron al Perú hasta las decenas de misiones científicas emprendidas en la década de 1990, los 7.000 kilómetros del río Amazonas siempre han atraído a los exploradores.
En 1999, el profesor Bohumir Janský logró llegar hasta su origen, ubicado a 5.170 metros sobre el nivel del mar.
— ¿Cómo nació su interés por el Perú?
Es algo muy difícil de explicar. Mi primera visita a Lima fue en los años 90, cuando dicté un semestre el curso de hidrología y economía acuática en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Luego me trasladé al Cusco y dicté en la Universidad San Antonio Abad. Ahí conocí al profesor Carlos Peñaherrera, un gran autor peruano que en sus libros explicaba que no sabía dónde se originaba el río Amazonas, había muchas teorías y versiones que apuntaban al origen principal. Colaboramos con él, estudiamos materiales de nueve expediciones del siglo XX realizadas por Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Alemania y el Instituto Geográfico Militar.
— ¿Qué pasó luego?
Fui a Praga y seguimos estudiando imágenes de satélites. Tras cuatro o cinco años le escribí al profesor para decirle que debíamos trabajar en el terreno, con aparatos de alta tecnología y luego organizar una expedición. Esa fue la expedición checo-peruana Hatun Mayu, fue muy grande porque desplegamos seis carros que viajaron de la ciudad de Arequipa hasta la provincia de Caylloma. Participaron 11 geógrafos checos y nueve u ocho peruanos.
— ¿Cómo fue ese viaje?
Había varios ríos, debíamos buscar el más largo, con la cuenca más grande y el más caudaloso. Encontramos los ríos Carhuasanta, Sillanque, Ccaccansa y Apacheta. De estos, Carhuasanta era el más grande y su origen principal era una pequeña laguna glaciar. Además, existe una pared rocosa de 50 metros de alto que funciona como una fuente de 20 litros de agua por segundo [bajo el nevado Mismi].
— Debió ser todo un reto llegar hasta ahí...
Sí. Afortunadamente mis colegas Jan Kocum y Julius Cesak son fantásticos conductores. Si entras a Google Earth puedes ver a nuestra camioneta viajando a 5.280 m.s.n.m. Además, ahí hemos instalado una estación climática, que es la más alta en el Perú y posiblemente en América Latina. Es el resultado de varios años de trabajo, algo único en esa región y los datos que obtenemos son únicos. Los transmitimos mediante un satélite hasta una universidad en Praga y eso nos permite entender qué pasa ahí. Hoy recolectamos información cada 10 minutos.
— ¿Qué le permite determinar estos datos?
Es una lectura hidrológica. Tras procesarlos podemos proyectarnos hacia el futuro. Con la estación podemos ver dónde están los nuevos recursos hídricos de la región Arequipa, donde la situación del agua es una catástrofe.
— ¿Por qué?
Si lo comparamos con los 90, vemos que ha desaparecido una gran parte de estas fuentes. Por ejemplo, el río que pasa por el Cañón del Colca no tiene caudal porque después de tres proyectos de Majes toda el agua se traslada por canales hasta chacras al sur de Arequipa. La gente que vive cerca del cañón no tiene agua. En la zona donde se origina el Amazonas existían cinco glaciares, ahora nada, el último desapareció en el 2008. Ni siquiera existe nieve.
— ¿Eso es reversible?
Hay que utilizar todas las posibilidades para retener agua en el territorio. No solo se debe construir una represa, podemos construir muchas en varios valles y eso necesita Arequipa. Existen los famosos andenes, eso debemos recuperarlo, también canales de más de 500 años. La obra indígena era fantástica.
— ¿Cómo podrían ayudar ustedes?
Por ejemplo, se está planificando hacer una represa muy grande en el Alto Apurímac, se llamará Angostura. Sería bueno que el Gobierno nos invite porque tenemos datos, podemos preparar un preproyecto y decir cuánta agua hay en esa región, cuánto tiempo necesitará para llenar toda la represa. Las autoridades peruanas no tienen esos datos, el Senamhi no los tiene, tampoco ninguna estación hidrológica.
— Volviendo a su investigación sobre el río Amazonas, en 1999 tuvo una disputa por la autoría de la expedición con National Geographic, ¿qué sucedió?
Al terminar nuestra expedición, encontramos a dos investigadores, un polaco llamado Andrei Pietowsky –ahora Andrew Pietowsky porque se nacionalizó estadounidense– y Andrew Johnson, que trabajaba en el Instituto Smithsoniano. Pietowsky preguntó qué hacíamos ahí, le respondí que ya habíamos terminado el trabajo y no era necesario continuar con eso. Luego quisimos colaborar con artículos pero no nos respondieron. El 14 de diciembre del 2000, en una conferencia de prensa muy grande, el presidente de la National Geographic Society anunció que su grupo había descubierto el origen del Amazonas. Los medios checos se preguntaron qué haríamos. Tuvimos que realizar una conferencia en Praga en inglés, español y alemán explicando qué había pasado.
—Lo debió tomar como una traición...
Fue algo incorrecto porque venían de otro país, no le habían informado a ninguna autoridad peruana. Nosotros siempre trabajamos junto al Instituto Geográfico Militar. Sin embargo, después de 10 años me presenté en la conferencia de la American Association of Geographers y vi a todo ese grupo americano en primera fila. Me preguntaba qué pasaría ahora. Pietowsky se paró y pidió disculpas a la audiencia y a nosotros. Nos invitó a hacer rafting en el río Potomac, nos dieron pases para restaurantes, pasaron tres días disculpándose [risas]. Ahora, el final feliz es que trabajamos en artículos junto a ellos.