En la comunidad de Mangua, en , los pobladores aseguran que nunca han recibido la visita de un presidente de la República, y eso –dicen–no les interesa. Lo que sí quieren es que llegue un médico. 

Mientras Yeni Noa aguarda en la fila para ingresar a consulta, cuenta que cuando alguien se enferma deben viajar cinco horas en río hasta el centro de salud más cercano, en Mazán. “A veces los niños mueren de vómitos y diarreas, sin saber qué enfermedad tuvieron”, afirma.

El buque PIAS Napo recorre los ríos de la selva llevando asistencia médica a quien lo necesite (Foto Lino Chipana / El Comercio)

Segundo Cáceda, comandante del buque Plataforma Itinerante de Acción Social (PIAS) , mira desde la proa a las personas que empiezan a llegar. “Recorremos este río visitando 25 comunidades por los distritos de Mazán, Napo y Torres Causana y llegamos hasta el límite con Ecuador”, comenta. 

Viajan siempre con profesionales de la Dirección Regional de Salud de Loreto, un médico de medicina general, una odontóloga, un laboratorista y enfermeras. Realizan, además, sesiones de telemedicina.

Las atenciones a gestantes son las más comunes. Debido a la distancia que deben recorrer, y a la falta de especialistas, muchas embarazadas no pueden cumplir con sus controles (Foto Lino Chipana / El Comercio)

MASATO Y DESNUTRICIÓN

En la fila de espera se ven personas de todas las edades. Los más inquietos son los niños, quienes solo quieren jugar. Cuando acaban su consulta, salen corriendo a encontrarse con sus amigos, se tiran al río, trepan por los arbustos y nuevamente saltan al agua. En contraste, el semblante de la enfermera Soledad Cabrera Dávila evidencia preocupación. Confiesa que hay muchos casos de desnutrición y que son pocos los niños que mejoraron desde su visita anterior. “Los niños comen mucho plátano, toman masato [yuca masticada], mientras en otros lugares el masato es un alimento secundario, y lo dan como un sustituto a la leche”, lamenta.

BARCOS RECICLADOS

Mientras los niños se divierten, las niñas miran la nave con atención. Observan las estructuras y cada movimiento de los marineros. No están acostumbradas: en su panorama cotidiano solo ven los ferris o ‘peque peque’. 

El buque PIAS Río Napo fue hecho sobre la base de un barco que sirvió de transporte a las mafias del narcotráfico que operaban en la selva. La nave fue incautada y, en el 2013, la Comisión Nacional de Bienes Incautados (Conabi) la cedió a la Marina de Guerra. 

El buque PIAS Napo fue habilitado sobre los restos de un barco incautado al narcotráfico (Foto Lino Chipana / El Comercio

La embarcación de dos pisos mide 44 metros de largo y 8 metros de ancho. En la primera planta están los consultorios médicos y las oficinas de las instituciones como el Reniec, la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida), los ministerios de la Mujer y de Desarrollo e Inclusión Social, y el Banco de la Nación, que lleva una ventanilla y un cajero.

En el segundo piso están el cuarto de control, los comedores, la cocina y los dormitorios del personal civil y de la Marina. Hace poco inauguraron dos naves más hechas también sobre naves incautadas.

Las PIAS Morona y PIAS Putumayo I ya se encuentran habilitadas y el Servicio Industrial de la Marina (SIMA) de Iquitos trabaja en el buque PIAS Putumayo 2, el primero construido con piezas nuevas.   

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