A pocos metros del bosque Papa Francisco, perteneciente a la comunidad nativa Boca Pariamanu (región Madre de Dios), un grupo de mineros ilegales ha depredado la selva. Las maquinarias y dragas utilizadas para extraer oro han dejado un páramo, donde antes abundaba la vegetación. Al recorrer esta zona, llena de árboles talados y charcos de agua contaminada con mercurio, se escucha el ruido de los motores que siguen drenando el bosque para extraer el preciado metal.
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A lo largo de la margen izquierda del río Las Piedras, que delimita los territorios de Boca Pariamanu en el distrito y provincia de Tambopata, existen al menos una docena de estos focos de minería. Los insumos usados en la operación han contaminado el río y afectado las especies de flora y fauna de la zona.
Según Julio Rolin Pacaya, presidente de la comunidad de la etnia amahuaca, desde hace cinco años son afectados por estos mineros que operan sobre concesiones agrícolas de terceros. A veces, laboran con el permiso de los agricultores y otras veces ingresan a la fuerza. Los cultivos de castaña de la comunidad están en riesgo debido a la contaminación de estas operaciones.
“Para no perder las certificaciones de calidad, las operaciones deberían estar a cinco kilómetros de nuestras tierras, pero están a menos de 100 metros, cruzando el río”, indica el dirigente.
En estos años, han recibido amenazas de los mineros debido a que han denunciado su presencia a las autoridades. “Me dicen: ¿Qué haces tú cuidando tu monte? ¿Por qué no trabajas tú también en minería?’. Pero nosotros tenemos otra visión. Nuestro territorio es nuestra vida, ¿cómo vamos a destruirlo”, dice Rolin.
—En conflicto—
De acuerdo con la Federación Nativa del Río Madre de Dios y Afluentes (Fenamad), existen en la región 12 comunidades nativas que son amenazadas por la minería ilegal. En 11 de estas poblaciones sus territorios están superpuestos con concesiones mineras otorgadas por el gobierno regional.
“Los mineros ingresan a sus tierras, abren caminos y talan árboles. Pueden tener permisos de uso, pero sus métodos de extracción son ilegales porque utilizan mercurio y contaminan el agua y la tierra”, indica Julio Cusurichi, presidente de la Fenamad.
En el caso de Boca Pariamanu, que ya tiene tituladas las 4.400 hectáreas de su terreno, la afectación se da en una zona colindante. El bosque Papa Francisco, nombrado así por la llegada de Su Santidad a Madre de Dios en el 2018, es uno de los puntos más vulnerables. En este sector habitan especies en riesgo como la maquisapa, el paujil y las huanganas.
El gobernador regional de Madre de Dios, Luis Hidalgo Okimura, indica que las concesiones mineras que afectan a las comunidades se entregaron desde el 2002 sin un control adecuado.
“En la actual gestión no se están entregando más concesiones hasta no tener un catastro único que nos permita saber qué sectores tienen posesionarios o pertenecen a las comunidades nativas”, señala el gobernador.
Según Hidalgo, el catastro estará listo en el primer trimestre del 2020. Para su elaboración, se usarán sistemas satelitales.
—Depredación—
En la última década, la fiebre del oro depredó más de 16 mil hectáreas forestales en el sector de La Pampa (entre los kilómetros 98 y 115 de la carretera Interoceánica), en la zona de amortiguamiento de la reserva natural de Tambopata. Pero los destrozos se han diseminado a otros sectores de la región.
El general PNP Luis Vera Llerena, jefe de la Dirección de Medio Ambiente de la Policía Nacional, informa que se han identificado al menos 50 puntos de minería ilegal en cursos de agua en el río Madre de Dios y sus afluentes como el Tambopata y Las Piedras. “Toda actividad minera en los ríos y los cauces es ilegal. No se puede dar ninguna concesión o autorización”, señala.
Se hicieron reconocimientos aéreos y encontraron maquinaria a lo largo del Madre de Dios. En algunos casos, los mineros operan a menos de cinco metros del río.
En febrero pasado, el Ejecutivo puso en marcha el plan Mercurio 2019 para erradicar a los mineros ilegales de La Pampa. Aunque, según Vera Llerena, jefe operativo del plan, el 80% de los 6.000 mineros han regresado a sus ciudades de origen, un grupo se trasladó al corredor minero, entre el km 50 y 140 de la carretera Interoceánica, y al sector de Quince Mil (región Cusco), en el territorio de la reserva comunal Amarakaeri. El general no descarta que mineros expulsados de La Pampa también estén operando cerca de Boca Pariamanu y otras comunidades.
¿Cuáles son las consecuencias de la minería ilegal? El biólogo César Ascorra, director del Centro de Innovación Científica Amazónica, indica que el mercurio daña los órganos vitales y el sistema nervioso.
“En los ríos contaminados por la minería, se transforma en metilmercurio e ingresa a nuestro organismo por la cadena alimenticia. Entra a los tejidos de las bacterias y organismos pequeños, luego, los peces los consumen y nosotros nos alimentamos de ellos”, explica.
Además, los mineros talan de forma indiscriminada el bosque amazónico. “Cuando desaparecen los bosques no solo perdemos árboles sino el servicio ecosistémico que el bosque brinda. Protege suelo, genera oxígeno, ciclo de nutrientes, gestión de riesgos y alberga a otras especies de flora y de fauna, no solamente son árboles, un árbol es como un edificio de varios pisos y hay vida diferentes desde las raíces hasta la copa de los árboles”, dice Ascorra.
—Nuevos caminos—
Durante su visita a Madre de Dios, en enero del 2018, el papa Francisco escuchó a los pueblos indígenas y denunció los daños que la minería ilegal, la tala y el extractivismo generaban en la Amazonía. Casi dos años después de ese discurso, el mensaje sigue vigente y ha empoderado a los pueblos amazónicos para enfrentar las amenazas en su territorio.
“Luego de escuchar al Papa, la gente se ha armado de valor. No podemos dejar que destruyan nuestra tierra. La minería y la tala nos están matando. Nos dejan sin agua, sin peces y árboles. Ahora nosotros nos estamos defendiendo”, dice Liz Ruiz Tije, presidenta de Arazaire, otra de las comunidades nativas afectadas por los mineros ilegales.
La dirigente indica que, luego de la reunión en Puerto Maldonado con Francisco, decidieron impulsar con más fuerza las actividades sostenibles dentro de su comunidad como el turismo vivencial, las piscigranjas y los cultivos alternativos.
“Ya tenemos diez piscigranjas, con unos 9.000 peces, y a partir de noviembre venderemos nuestros productos en poblados vecinos. Nuestro territorio también permite hacer caminatas y recorridos turísticos”, comenta la lideresa de esta población, de la etnia harakbut, ubicada en el distrito de Inambari.
En esta cruzada, los pueblos de la Amazonía no solo buscan defender sus recursos, sino proteger un estilo de vida, heredado de sus ancestros, que está en comunión con el medio ambiente. Adela Jahuana Aguirre, comunera de Boca Pariamanu, dice que los invasores los tildan de conformistas o perezosos porque no extraen el oro de sus tierras.
“Nuestros ancestros han conservado todo esto y nos gusta que se mantenga así, bonito”, dice mientras recorre el bosque de la comunidad, lleno de plantas medicinales y animales silvestres.
Adela, que camina junto a Valeska, su hija de 4 años, cuenta que su batalla contra los mineros es su forma de resguardar el legado de su pueblo: “El día en que mi hija crezca, ¿qué va a ver?, yo quisiera que mire lo mismo que estoy viendo ahora, no quisiera que crezca y ya no haya nada, no queremos que el bosque sea historia”.
Obispos se reunirán en el Vaticano
Las preocupaciones de los pueblos indígenas serán discutidas del 6 al 26 de octubre próximo durante el sínodo para la Amazonía, convocado por el papa Francisco en el Vaticano. En esta cita de obispos, se buscarán nuevas visiones para enfrentar, desde la Iglesia, las amenazas ambientales que existen en este territorio.
El cardenal Pedro Barreto, arzobispo de Huancayo, indica que la reciente visita de Francisco al Perú y el sínodo sirven para visibilizar a aquellas comunidades que han sido marginadas durante décadas.
“Estamos en una situación muy dolorosa por todos los incendios [en la Amazonía] y toda la pérdida de la diversidad y el efecto [que esto tiene] en las poblaciones indígenas amazónicas, pero al mismo tiempo se ha despertado la conciencia de una humanidad que ha recibido todos los beneficios de la Amazonía y que recién está dándose cuenta del clamor de estos pueblos”, señala.
Barreto informa que en la cita se discutirán los nuevos caminos que debe tomar la Iglesia para promover el cuidado de la “casa común” y fomentar una ecología integral.
*Este viaje se hizo con el apoyo de Burness.