Antes de que el Congreso entregara su cabeza a los mineros ilegales e informales, Dina le dobló tanto el brazo que se lo cercenó y lo entregó al Petroperú de Alejandro Narváez y Óscar Vera. Lo poco que quedaba de Mucho como ministro fue, desganado, a sustentar el proyecto de Ley MAPE ante el hemiciclo el viernes 22. La mayoría entendió que lo podía censurar el martes 26 sin que Dina se alterara.
No era un ‘dinista’ como Julio Demartini del Midis; pero no creo que el respeto a las querencias de Boluarte pesara demasiado en la decisión de censurar a uno y no al otro. A la mayoría poco le importa la suerte del Midis, de sus conservas baratas y sus pensiones de misericordia para pobres extremos; la mayoría ama el oro y el cobre.
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El comienzo del fin para Rómulo ministro empezó muy temprano, cuando, apenas debutado, empezó a decir que ‘Tía María va’, un poco más y dijo ‘Conga va’ y, según me contó un miembro del directorio de Petroperú que renunció juntó a Oliver Stark, le dijo a Dina que la propuesta de reestructurar financieramente al monstruo con una firma extranjera, va. Dina llegó a aceptarlo pero a condición de que -le creo a mi fuente- Óscar Vera fuese gerente de Talara.
Entonces Stark y compañía renunciaron y Rómulo, junto al MEF José Arista, se tragaron tantos sapos que estuvieron a punto de croar cuando se nombró a Narváez en la presidencia de directorio y a Vera de gerente general, ya no de Talara, sino del propio Petroperú. Vera, símbolo del sindicalismo estatista está en las antípodas de este ingeniero de minas ligado a la gran minería privada. Rómulo estaba de más.
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He aquí el quid de la censura: Mucho ‘no va’ con la coalición del ejecutivo y el Congreso que baja la valla regulatoria a informales e ilegales. Por eso, solo lo han defendido gremios empresariales formales como la Confiep y la Sociedad Nacional de Minería y Petróleo. En un gesto significativo, para que veamos la amplitud de los peligros que enfrentamos tras su decapitación, José de Echave, de la ONG medioambientalista Cooperacción, también ha señalado, en un hilo de X, que su caída es una concesión del Estado a la minería informal e ilegal. Algunos representantes llevaban días acampando en la Plaza Bolívar esperando la decapitación, así como mantienen bloqueos en la Panamericana Sur ante la expectativa de aprobación en el Congreso de la ampliación del Reinfo. Rómulo no va, pero el Reinfo va.
Mucho hubiera prolongado su agonía en el Ministerio de Energía y Minas si fuera de esos técnicos acostumbrados a acatar decisiones políticas en última instancia, como varios en el gabinete actual. Pero él no llegó allí por el ‘upgrade’ que se hace a viceministros o directores de línea cuando no hay personalidades fichables. Su arribo junto a José Arista en febrero de este año, fue una señal que ofrecieron Dina y Alberto Otárola al gremio de la gran minería. Vaya ironía que Óscar Vera, a quien Mucho reemplazó en el Minem, haya regresado ahora a Petroperú.
La decapitación por el Congreso no cancela los sueños políticos del ingeniero Mucho. Si solo se tratara de eso, puede recoger su cabeza, ponérsela y volver a andar por la política a sus 68 años. Está afiliado a Perú Moderno, el partido en el que estuvo Carlos Añaños hasta hace poco y cuyo precandidato presidencial más visible es Carlos Anderson. Quizá esta circunstancia se suma a las razones de su salida, como en la salida del ex Javier González-Olaechea pudo pesar su inscripción en el PPC. El de Dina es un barco que zarpó para que todos se hundan políticamente con ella y solo floten los técnicos. Rómulo fue congresista toledista en el corto periodo del 2000 al 2001, viceministro de Minas de Toledo, candidato presidencial en el 2016 y recurrente candidato al Congreso. En muchas entrevistas que ha dado como ministro ha aprovechado para apuntalar su relato de provinciano emprendedor con laureles internacionales.
¿Cómo va a lucir el fichaje con Dina en la hoja de vida de un hijo de Juli, Puno, formado en la Universidad del Altiplano, la región cumbre del odio a Boluarte? El relato de un puneño mestizo y exitoso está bueno para retomar los sueños que tuvo en el 2016 cuando postuló como una variante de Toledo. En verdad, el salto de Toledo fue más extremo, del caserío de Ferrer en la sierra de Áncash al caótico crecimiento de Chimbote en los 60 y de ahí a una educación privilegiada en Stanford. No es la censura por este Congreso lo que complica la carrera política de Mucho, si en ella persistiera; sino que Dina lo fichara para tan poco.