Las recientes elecciones subnacionales dejaron un bajo número de mujeres que accederán a los altos cargos de gestión en regiones, municipios provinciales y alcaldías distritales. De los 25 departamentos, solo en las regiones Lima y Moquegua dos candidatas podrían ingresar a la gobernación tras una segunda vuelta.
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En tanto, en las 196 provincias únicamente 6 mujeres han ganado alcaldías, mientras que en los 1.694 distritos, menos de 100 son liderados por virtuales alcaldesas. Al menos en 20 casos, las candidatas no encabezaban originalmente las listas, pero asumirán los puestos ediles tras el retiro de los postulantes principales.
Si comparamos los resultados de las últimas dos décadas, de las más de 11 mil autoridades elegidas en comicios regionales y municipales, menos de 500 han sido mujeres. Aunque la aplicación de la Ley de Paridad y Alternancia [Ley Nº 31030] en las listas de candidatos del 2022 ha permitido un ingreso histórico de vicegobernadoras, consejeras y regidoras, en los otros espacios políticos la cancha de representación se mantiene demasiado dispareja.
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Limitaciones en la práctica
La politóloga Milagros Campos Ramos explicó a El Comercio que las reformas políticas en favor de la equidad, pese a ser necesarias, no son suficientes para cambiar prácticas partidarias de carácter organizacional. Sostuvo además que, para conocer efectos sustanciales de medidas afirmativas como la de paridad y alternancia, se requiere de más tiempo.
“Esta política pública no puede evaluarse a partir de una sola experiencia electoral. Está claro que las mujeres en política no pueden ser la excepción, pero de momento podemos destacar el mayor ingreso que habrá de regidoras y consejeras, las cuales tendrán el espacio para contribuir en las gestiones. También podemos destacar que ahora ingresarán alcaldesas en provincias y municipios que nunca antes habían sido liderados por mujeres“, comentó la también ex integrante de la Comisión de Alto Nivel para la Reforma Política.
Cabe destacar que, para las Elecciones Regionales y Municipales 2022, los partidos políticos fueron exonerados, por decisión del Congreso, de inscribir listas electorales en el número mínimo obligatorio de circunscripciones. Según la Ley de Partidos Políticos, no presentar candidaturas en al menos 15 regiones, 98 provincias y 615 distritos supone la pérdida de la inscripción partidaria. No obstante, en los comicios de octubre, las organizaciones de alcance nacional pudieron abarcar menos localidades, lo cual afectó indirectamente la elección de más mujeres.
Para la politóloga Belén Elías Pineda, la desproporción de género en la votación de nuevas autoridades se debe a factores diversos. En primer lugar, señaló que la medida de paridad horizontal [una misma cantidad de varones y mujeres encabezando listas] fue limitada por cuestiones de diseño.
“La paridad horizontal fue un requisito obligatorio para la inscripción de fórmulas regionales de los partidos políticos, pero no para las fórmulas de los movimientos regionales. Estos últimos no se vieron afectados por la medida y, por lo tanto, mantuvieron la larga tradición de designar varones para el cargo. Esta práctica no sorprende si se considera que los candidatos a gobernador de los movimientos regionales suelen ser los fundadores o dirigentes de la organización, provenientes de élites políticas locales mayoritariamente masculinas”, expresó la especialista a este Diario.
De acuerdo con la plataforma Observa Igualdad, del Jurado Nacional de Elecciones, la aplicación de la Ley Nº 31030 para las últimas elecciones implicó un incremento notable de candidaturas femeninas en comparación a otros procesos. Por ejemplo, si en el 2014 solo el 6.9% de postulantes a gobiernos regionales fueron mujeres, para la elección del 2022 las organizaciones políticas inscribieron a un 28.5%. Sin embargo, ya en los resultados, la brecha de género se mantuvo alta.
La politóloga Kathy Zegarra Díaz puntualizó que, si bien el cambio normativo influyó en una mayor participación de mujeres, los criterios y la discriminación al interior de las organizaciones políticas pueden explicar el mínimo esfuerzo.
“Por un lado, está la falta de voluntad de los partidos políticos para tener a mujeres en sus listas y que estas, además, se desempeñen en iguales condiciones que los militantes varones. Ya desde la desinstitucionalización de las propias organizaciones, se generan dificultades para el ingreso porque no existen normativas o espacios. Por otro lado, hay otros desafíos, como el acoso político. También está el factor estructural de la propia sociedad, donde las mujeres cargan con mayor responsabilidad dentro del hogar y de la familia, lo que recorta sus oportunidades de actividad en política”, señaló.
Más allá de la reforma
De acuerdo con los resultados al 100% que proporciona la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), Lima Metropolitana tendrá alcaldesas mujeres en 6 de sus 43 distritos. Aunque el contraste por género sigue siendo alto, se trata de la mayor cantidad de mujeres al mando de municipios en la capital. Las comunas serán Barranco, Lince, Pueblo Libre, San Isidro, Surquillo y San Juan de Miraflores.
En el último caso, la candidata electa –Delia Castro Pichihua, de Alianza para El Progreso- había postulado como regidora en la lista, pero asumirá el cargo de burgomaestre debido a que el postulante original (Luis Mendieta Flores) fue tachado del proceso. En algunas provincias, como la de Chiclayo (Lambayeque), habrá por primera vez una mujer alcaldesa (Janet Cubas, elegida con el partido Juntos por el Perú).
Sin embargo, la variación numérica de autoridades elegidas para provincias y distritos no es significativa. De hecho, los números más altos de alcaldesas provinciales se registraron en el 2010 (cuando fueron elegidas 9) y en el 2018 (cuando ingresaron 7). Para este proceso, las ganadoras son solo 6. En cuanto a los distritos, sí habrá un número potencialmente mayor que en comicios previos, pero en 17 de los casos esto se debe a que las candidatas suceden en la lista a postulantes excluidos.
La politóloga Milagros Campos estima que estos pequeños cambios contribuyen, poco a poco, a erradicar prejuicios y conceptos sobre la participación de las mujeres dentro de la gestión pública y del poder político. Sostiene que la representación no solo es numérica, sino también simbólica, y que su incremento permite normalizar el mensaje para generaciones futuras de lideresas.
“La política, en general, ha sido siempre un ámbito muy masculino. Creo que es interesante ver cuáles han sido las carreras políticas de las mujeres que han logrado ser elegidas y cómo estas se fortalecerán tras los resultados. Hay un factor que afecta transversalmente a las mujeres y la política no es un escenario ajeno, y es que se tiene una mirada de que las mujeres tienen ‘otras responsabilidades’ y ‘otros ámbitos’ de desarrollo. Pero esto, yo creo, viene cambiando. La paridad y alternancia eventualmente permite que algunos conceptos varíen y que se reconozca que las mujeres también deben estar en espacios donde se toman decisiones”, dijo Campos.
A su turno, la politóloga Belén Elías explicó que sigue pendiente una reforma institucional y de perspectiva dentro de las organizaciones políticas, a fin de que sus cúpulas y grueso de militantes promuevan espacios paritarios, donde las mujeres afiancen liderazgos y aspiren como opciones electorales en los siguientes procesos.
“El aumento de mujeres a las candidaturas por las gobernaciones regionales no son del todo alentadoras si es que las condiciones en la competencia permanecen severamente desiguales. Más allá de la aprobación de la ley [de paridad y alternancia], se necesita que los actores políticos partidarios tomen responsabilidad sobre su cumplimiento y sus objetivos. Aunque las lideresas regionales y locales existen, han sido mayoritariamente excluidas o invisibilizadas; más aún en las dirigencias. Sin cambios al interior de estos, Perú seguirá siendo un país con poquísimas gobernadoras o ninguna”, agregó.
Para la politóloga Kathy Zegarra, para el cierre de la brecha de género en la política hace falta una concientización de las capacidades de las mujeres en este rubro.
“La representación sustantiva tiene que ver con la normalización de las mujeres dentro de la política. Si es que las mujeres están ausentes en estos espacios y eso se perpetúa, se continuará normalizando esa falta. El hecho de que existan mujeres activas en política modifica las perspectivas sociales que se tienen sobre ellas. Un cambio al respecto genera impactos importantes, como la proclividad de contribuir al diseño de más políticas públicas en atención a los derechos y la situación de las mujeres, que son la mitad de la población. Finalmente, sin mujeres en el ámbito político y público, no hay democracia. Eso deben interiorizarlo los partidos y movimientos”, indicó.
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