Pedro Pablo Kuczynski vive, despierto, la peor pesadilla de su carrera por la presidencia: la de danzar alrededor de la hoguera electoral de febrero con tres lobos que persiguen clavarle los colmillos al bolsón de votos que lo mantiene en el segundo lugar, después de Keiko Fujimori.
No estamos ante la metáfora de la película que protagoniza Kevin Costner, en la que hace de soldado-héroe de la guerra Norte-Sur de los Estados Unidos; en la que baila con un lobo amigo frente a una gran fogata; y en la que enfrenta el choque a muerte entre la cultura india, la de los Siux, que viven en armonía con la naturaleza, y la cultura blanca, que representa la invasión y la conquista de sus territorios.
Tampoco ante la leyenda del jefe Cherokee que cuenta a sus nietos el combate que libran en su interior dos lobos, uno malo y otro bueno. “Es el mismo combate que esos mismos lobos libran dentro de ustedes”, les dice a sus nietos el viejo indio. Uno de ellos le pregunta: “¿Y cuál de los lobos ganará?” La respuesta del abuelo es: “Aquel al que ustedes alimenten”.
La danza de PPK no es pues con un lobo amigo, como el de la película, ni con dos lobos contrapuestos, como la historia de conciencia del jefe Cherokee. Es con tres lobos de la jauría política peruana, dispuestos a acabar a mordisco puro con el caudal electoral del líder de Peruanos por el Kambio.
El lobo que PPK tiene más cerca, respirándole en la nuca, es sin duda César Acuña. El otro lobo, Alan García, basa su amenaza en las debilidades del ex primer ministro de Alejandro Toledo. Y el tercero, Julio Guzmán, que parece poca cosa hasta hoy, merodea alrededor de la fogata, listo a dar el primer zarpazo. Juega astutamente a beneficiarse de las pérdidas y sobras de PPK, Acuña y García. Luego probará sus mandíbulas en la lucha cuerpo a cuerpo que le espera en el más árido de los terrenos: el de la política sin debate ni propuestas.
Los lobos que acechan a PPK están tan dispuestos a dejarlo electoralmente herido y semidesnudo como a despedazarse entre ellos: García contra Acuña a morir. Acuña contra García a morir. Ambos, además, con los colmillos puestos en dirección de Julio Guzmán. Y este, a ratos con el instinto de la hienas, ¿acaso apuesta a reír al último, para reír mejor?
Los lobos buenos y los lobos malos que cruzan colmillos por escalar posiciones en la plancha parlamentaria del partido de PPK libran también su propia danza, sin importarles demasiado la suerte del candidato presidencial, pues la composición del futuro poder del Congreso se define en la primera vuelta…¡y hay que apurarse!
Otras danzas con lobos producen otras carnicerías al interior del Partido Nacionalista y del Frente Amplio de la izquierda, donde Daniel Urresti y Verónica Mendoza abrigan una terca misión: la de inmolarse por asientos parlamentarios que no controlarán jamás.
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— Política El Comercio (@Politica_ECpe) enero 23, 2016