“Yo no ceno, estaría en inseguridad alimentaria grave”, dijo el ministro Ángel Manero replicando a la ola de críticas por haber subestimado el hambre en el Perú cuando declaró que “hasta en el último pueblo se come contundente”. Su doble mofa revela que el concepto le cae muy pero muy antipático ¿Por qué? Una respuesta provisional que deduzco luego de oír a fuentes del Midagri (Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego) alabar el ímpetu agroexportador de Manero es esta: la inseguridad alimentaria es un concepto de marras (llámenle ‘caviar y multilateral’ si quieren) que opaca su interés en la agricultura de exportación.
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La palabra compuesta está en toda la papelería que el ministro revisa a diario, la mencionan los expertos, las ONG de derecha e izquierda, los entes con los que interactúa y su cartera es abanderada del concepto pues lidera la COMSAN (Comisión Multisectorial de Seguridad Alimentaria y Nutricional) que se ha encargado de elaborar la ENSAN (Estrategia Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional). Para remate, este fin de semana ha tenido que ir a Trujillo a cerrar el foro ministerial de APEC sobre –adivinen qué- seguridad alimentaria. La palabreja la ve hasta en la sopa que no cena y lo tiene harto. Lo suyo es la gran agricultura, la lucha por que seamos el primer puesto en los mercado del arándano, la palta Hass y las uvas de mesa, y no las estrategias para mitigar el déficit calórico y otras variables que componen el hambre tal como lo ha rebautizado la cargosa tecnocracia internacional. Por eso una de las preguntas que he mandado por escrito para que responda su equipo es esta: ¿cómo hacer para que el crecimiento agro exportador y los grandes proyectos de irrigación asociados a este, como Majes Sihuas o Chavimochic, disminuyan la inseguridad alimentaria en la gran población rural dedicada a la agricultura familiar de subsistencia? También he preguntado, por supuesto, por la difusión de la encuesta del MIDIS sobre inseguridad alimentaria. El ministro de ese sector, Julio Demartini, ha dicho públicamente que espera la aprobación de la COMSAN que lidera Manero. No he tenido respuesta del Midagri, pero sí he podido hablar con fuentes del Midis.
¿Y el informe para cuándo?
Imaginen qué sintió Manero el 24 de julio cuando apareció el informe de cinco agencias de la ONU (FAO, Fida, Unicef, PMA y OMS) que nos pone, con rojos subrayados, en el top de la ignominia sudamericana con 51.7% de habitantes en inseguridad alimentaria. En el mismo informe se destaca que la región ha avanzado respecto a otras en el mundo e incluso se saluda que Perú, Brasil, Chile y Colombia estén implementando programas contra el hambre. Pero aquí, a la inversa que nuestros vecinos, éste ha crecido.
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Es entendible que llame a escándalo, pica y hasta sospecha que Perú se aparte tanto, y para mal, del promedio de la región que es 29.2% (sin contar con Venezuela y Bolivia que no participaron de la encuesta) y del siguiente en la lista que es Ecuador con 36.9%. Manero ha criticado que el informe se base en una encuesta telefónica a alrededor de 1000 personas. Sin embargo, la metodología, coordinada por la encuestadora internacional Gallup, es igual para todos los países. Aún si concediéramos a Manero que diversos factores pudieron distorsionar la cifra, esta es demasiado alta como para despreciarla.
Conversé con Carolina Trivelli, ex ministra del MIDIS y me dijo: “Incluso si fuera 45 o 40 igual es altísimo. Lo grave no es solo la cifra sino que a diferencia de la región, que muestra una disminución de la inseguridad alimentaria, aquí ha avanzado. La primera explicación es que esto tiene que ver con que los ingresos reales han disminuido, como lo prueba el aumento de la pobreza de 27.5% a 29%. O sea, hay un problema de acceso a los alimentos que tiene que ver con la menor capacidad adquisitiva y esto ha crecido mucho en Lima. Por ejemplo, el porcentaje de los que comían fuera de casa, que era alrededor del 23%, se ha reducido drásticamente. Y seguimos combatiendo la pobreza igual que lo hacíamos años atrás. En la pandemia hubo un esfuerzo por dirigir programas sociales hacia la población más vulnerable, ¿pero qué son unos cuantos bonos? Su efecto desaparece pronto. Hay que cambiar nuestras políticas”.
Le pregunto a Carolina si está al tanto del estudio del Midis. “Sí, estuve en el evento cerrado, creo que a fines del año pasado, en el que fue presentado a un grupo más o menos pequeño. Nos mostraron las cifras, muy parecidas, prácticamente iguales al informe de la FAO y cuando preguntamos cuándo lo iban a difundir, nos dijeron que pronto. Hasta ahora no lo hacen”. El portal La Encerrona pidió el estudio al Midis, apelando a la Ley de Transparencia. Le respondieron que este depende de la Comsan liderada por el Midagri. Lo mismo me dijo una autoridad del MIDIS a quien le comenté, además, que la demora genera demasiadas sospechas. Me replicó que esperan difundirlo muy pronto, en agosto, una vez que lo avale el Midagri, y que están listos para hacerlo. La difusión oficial simplemente reconfirmará los cuadros que mostró La Encerrona, fotografiados por algunos de los presentes en la reunión que mencioné. En más de uno de ellos, la inseguridad alimentaria a nivel nacional marca un 51.6% ¡Apenas una décima por debajo del informe de la ONU!
Manero, sin querer, ha puesto los focos sobre un informe nacional oculto que dice lo mismo que la ONU multilateral que lo sacó de quicio. La falta de transparencia de información sensible en la que el Midagri hace incurrir al Midis (y que no ha sido corregida ni por la PCM ni por la presidenta) es más grave que la cancelación del evento del INEI (Instituto Nacional de Estadística e Informática), en mayo pasado, en el que se debía presentar los crecidos porcentajes de pobreza. Esa vez no hubo evento, pero los cuadros y cifras se hicieron públicos ese mismo día en el portal del INEI. En mayo se salvaron los principios de transparencia y el de acceso a la información; pero nos quedamos con la sospecha de que el gobierno tenía una tendencia al ocultamiento de cifras. Ahora se estaría confirmando. Sumamos otra inquietud: aún no aparecen los datos de la encuesta de inseguridad ciudadana que periódicamente realiza el INEI.
Según mi fuente del Midis, el primer ministro Gustavo Adrianzén ha llamado la atención a Manero porque sus declaraciones no solo han hecho el ruido que no deben causar los ministros, sino que contradicen al mensaje presidencial en el que la presidenta mentó más de una vez a la inseguridad alimentaria. Es más, según me cuenta mi fuente del Midis, el primer estudio sobre el tema se hizo en el 2021 cuando Boluarte era la ministra del sector. Esa vez la cifra fue de 51%, o sea, hubo un ligero aumento, al revés del promedio de nuestros vecinos que sí se han ido recuperando de las cifras alarmantes que todos padecimos durante la pandemia. La fuente del Midis me advirtió, eso sí, que en materia de inseguridad alimentaria severa, la cifra del estudio de la ONU sí es visiblemente mayor que la del estudio local. He ahí otra razón, esta vez a su favor, para difundir la totalidad del estudio. Vaya negación de la realidad la que impide difundir oficialmente un informe cuyos resultados dramáticos ya trascendieron en su gran parte; vaya ligereza el reducir el hambre a comentarios gastronómicos y dietéticos.