PPK, Keiko Fujimori
PPK, Keiko Fujimori
Redacción EC


Mávila Huertas


Aciertan quienes sostienen que Pedro Pablo Kuczynski se ganó a pulso su trágico destino.

Los ejercicios de estiramiento en el patio de Palacio de Gobierno fueron solo el augurio de una gestión frívola que pasará a la historia sin pena ni gloria.

También están en lo correcto los que le reprochan a Fuerza Popular la mala leche desde el Congreso. Descarada pataleta de Keiko Fujimori tras su derrota en las urnas, expresada sin pudores en interpelaciones y pedidos de censura a los ministros.

Ninguno de los dos bandos que se hicieron cargo de estos dos poderes del Estado intentó con seriedad llegar a un acuerdo o convivencia medianamente pacífica.

PPK nunca fue claro ni coherente. Ni sobre sus vínculos con Odebrecht a través de Westfield y First Capital, ni sobre el indulto que, finalmente, otorgó a Alberto Fujimori.

Keiko optó por quedarse callada, mientras el partido que dirige entró en un espiral de canibalismo salvaje, especialmente desde que Kenji sinceró sin pudor su deseo de hacer lo que sea por sacar a su padre de prisión.

Valgan verdades, Ejecutivo y Legislativo no han estado a la altura de las demandas sociales. Todo lo contrario, han demostrado una total falta de escrúpulos que condujo al país a una polarización sin tregua.

“Que se vayan todos”, grita la calle. No le falta razón tampoco.Kuczynski pasó de ser el presidente de lujo a un ex mandatario más en la mira de la justicia. Y si el fujimorismo de Keiko cree que ha ganado tras revelar los videos que grabó el congresista Mamani en los que se probaría una prebenda de obras públicas a cambio de votos en contra del segundo pedido de vacancia, se equivoca.

PPK no está más en el gobierno, pero los naranjas ya no son un partido sólido. Han hecho trizas los buenos recuerdos que el apellido Fujimori provocaba en el sector de la población que hasta ahora lo asociaba al final del terrorismo y la crisis económica de los ochenta. El 30% que ha llevado a Keiko a pelear dos veces una segunda vuelta electoral.

En manos de Martín Vizcarra y el equipo que conforme está la reivindicación de la figura presidencial y los ministerios. En las de los actuales congresistas la misión de contener la rabia y desencanto hacia la representación nacional, y la generalizada desconfianza en el sistema democrático. No va a ser fácil.

Hasta el momento no se escucha una mínima reflexión o propósito de enmienda. Keiko no dudará en desaforar a Kenji, y este ya dio el contragolpe. Ha denunciado que hubo repartijas de proyectos en la Comisión de Presupuesto desde antes de que los ‘avengers’ existieran. ¿De qué se quejan?, pregunta… Además, se ha ofrecido como testigo de la fiscalía que investiga el financiamiento ilegal de la campaña de su hermana.

Antes muerto que derrotado parece la consigna de ambos Fujimori.
Mientras, la izquierda atiza la llama convencida de que un adelanto de elecciones la beneficiaría en este momento de caos. Algo que no creemos que vaya a suceder.

¿Será este el final del fujimorismo? ¿Y esta la única posibilidad de un nuevo comienzo? Quién lo hubiera imaginado hace veintiocho años, cuando se hablaba de honradez, tecnología y trabajo.

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