“Le vi una predisposición para buscar una salida a esta crisis, pero evidentemente en el marco constitucional”, responde Arce cuando comenta la invitación que recibió de la presidenta Dina Boluarte para acudir esta semana a Palacio de Gobierno, junto con el abogado Luciano López, a fin de planificar iniciativas, quizá las últimas, para buscar una salida a la crisis política y social que atraviesa el país.
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—Ella buscaba salidas, pero casi al mismo tiempo el primer ministro Otárola se daba palmaditas en el hombro con el presidente del Congreso, contentos con el plazo al 2024.
Evidentemente, están buscando soportes, pero el Congreso es un mal soporte para el Ejecutivo, más bien es un lastre. Ayer nos han demostrado que no les importa el problema, hay una indolencia hasta despreciable, porque no puedes ser tan irresponsable en tus decisiones políticas sabiendo todo lo que está costando la confrontación. ¿Dónde está el compromiso de representación?
—Como dice Juan de la Puente, el del viernes fue un voto muy “sincero”. Ahora ya sabemos quiénes son quiénes, en este momento de la crisis.
Y es lamentable, porque desde la extrema derecha y la extrema izquierda, de ambos lados han tratado de esgrimir argumentos inverosímiles, han tratado de hacer malabarismos para poder justificar lo que todo el Perú estaba viendo: que no quieren irse. Los argumentos que hacía la congresista Tudela eran de la misma índole que los de Cerrón o Bermejo. Yo tenía la esperanza de que siquiera pasaran la mayoría de los 65 votos, jamás imaginé que iban a caer tan bajo.
—Al final, no se aprobó nada y Williams dejó para el lunes la reconsideración. Como si el fin de semana no se estuvieran organizando protestas en todos lados.
Lamentablemente, estamos viviendo una situación de polarización, unos problemas estructurales muy complejos de abordar y se requería que justamente las autoridades tengan la capacidad para poder canalizar esas demandas de la población. Este es un conflicto político que, subyacentemente, tiene una serie de demandas sociales que usan como válvula de escape el ambiente político. La solución y la llave la tenía el Congreso de la República. Han estado jugando con prolongar su agonía para tratar de estafar a la población con el cuento del compromiso del adelanto de elecciones.
—Todos son pretextos, a fin de cuentas.
Y por eso hay que tener cuidado con caer en el juego de Fuerza Popular, que hizo ayer una ‘trampa’ donde cayeron redonditas toda la extrema izquierda y también la extrema derecha. No quieren irse del Congreso y están buscando mil y una estrategias más para llevarnos a una situación de mayor conflictividad. Ya no es una estrategia solo marxista de la extrema izquierda, sino que la extrema derecha también ha estado abonando lo suyo. La extrema derecha llama terroristas a todos los manifestantes, inclusive piden que se meta bala para imponer el Estado de derecho. En la extrema izquierda, lo que han hecho es soliviantar a las masas, utilizar a los muertos como bandera. Eso es canibalización de la política. Este es uno de los peores Congresos desde que tengo conciencia.
—¿Por qué un congresista no quiere irse? Se lo pregunto como congresista que ha sido, y en el Parlamento que Vizcarra cerró.
Hay un tema evidente: probablemente, no van a volver a tener la oportunidad de tener los ingresos económicos, las gollerías y sobre todo el poder que se ostentan siendo congresistas. Pero, en realidad, en el caso de la izquierda –Perú Libre, el Bloque Magisterial, Juntos por el Perú y el ala de Verónika Mendoza–, han perdido el espacio de poder en el Ejecutivo y su último bastión es el Congreso; si lo pierden, pierden todo. Al otro lado, yo siento que en la derecha están haciendo su juego porque desde el Congreso pueden seguir catapultando una serie de contrarreformas, como el tema de la Sunedu, el transporte, la educación con enfoque de género; ellos no pueden perder ese poder que tienen. Yo percibí el viernes, en el debate del Congreso, la misma sensación que tuve las semanas antes del cierre del 2019: una desesperación de los congresistas al ver que se les iba de las manos el poder.
—En el debate del pleno, varios congresistas, sobre todo los más jóvenes, parecían preocupados por cómo quedarán, por el juicio de la historia.
Va a ser bien complicado que estos congresistas que votaron en contra del adelanto de elecciones regresen a sus pueblos y rindan cuentas ante su población. Están totalmente desubicados. Ya cometieron los errores por los que la historia los va a juzgar. Y no vale decir que son novatos, eran cuestiones elementales de sentido común y de responsabilidad con el país. No llegamos ni a dos o tres congresistas que hayan tenido esa predisposición. El resto, lo único que nos han mostrado es angurria y una ambición excesiva por el poder a tal nivel de mostrarnos su desprecio en este momento de crisis.
—¿La última esperanza está en el impulso que puedan dar los gobernadores regionales?
El rol de los gobernadores regionales y de los alcaldes es abrir el diálogo. Tienen la legitimidad para hacerlo, porque acaban de asumir la responsabilidad, no están ni un mes en el poder.
—Pero también tienen miedo, ya uno empezó a disparar desde su ventana.
Ellos deben entender que, si al día de hoy el cuestionamiento es a la presidenta y al Congreso, de acá a tres o cuatro meses el cuestionamiento va a ser a tal gobernador regional y a tal alcalde, porque le van a exigir resultados. Si hay alguien expuesto en el país como autoridad, más que los congresistas, más que los ministros, más que la presidenta, son las autoridades de los gobiernos locales. Ellos tienen que velar por la tranquilidad, la estabilidad, la paz social y sobre todo encaminar a sus regiones, a sus municipios.