Audi volvió a demostrar que en Le Mans es invencible. Los de Ingolstadt, amplios dominadores de la mítica carrera en el siglo XXI, tenían este año a dos grandes rivales: el regreso de Porsche, máximo ganador en la historia de la competencia con 16 victorias y Toyota, de muy buen presente en el Mundial de resistencia y que salía desde la pole. Sin embargo, se las ingeniaron para alcanzar su decimotercer triunfo esta vez de la mano de Andre Lotterer, Marcel Fassler y Benoit Treluyer.
El Toyota TS040 Hybrid del austriaco Alexander Wurz, el francés Stéphane Sarrazin y el japonés Kazuki Nakajima, que partió desde el primer lugar, mantuvo el liderato durante las primeras 14 horas de carrera, hasta que se presentó un problema eléctrico que lo dejó fuera de carrera.
A la vez los Audi número 1 y 2, que le seguían tuvieron que entrar a cambiar el Turbo de sus autos, cediéndole la momentánea punta al Porsche del australiano Mark Webber, el alemán Timo Berhnard y el neozelandés Brendon Hartley.
Las cosas se complicaron más cuando el R-18 e-tron quattro de Tom Kristensen, que buscaba su décima victoria en la prueba, el brasilero Lucas di Grassi y el español Marc Gene, que remplazó a Loic Duval, tuvo que resetear el sistema eléctrico debido a perdida de potencia en su auto.
Sin embargo el Porsche fue cayendo en su ritmo y dos horas de final perdió el liderato por el Audi número 2 de Andre Lotterer, Marcel Fassler y Benoit Treluyer. Una serie de problemas mecánicos dejaron sin chance al Porsche que ni siquiera pudo entrar al podio. El segundo lugar fue para el Audi 1 liderado por Kristensen, mientras que el tercer lugar se lo quedó el Toyota número 8 de Nicolas Lapierre, Anthony Davidson y Sebastian Buemi