Las elevadas cantidades de magnesio, sodio, calcio, potasio, bromuros y sulfatos que hay en el Mar muerto hacen que sea prácticamente imposible que alguna clase de organismo logre sobrevivir entre sus aguas. Eso incluye también a los virus y bacterias. Aquella es la primera tranquilidad que uno recibe cuando pregunta sobre el contagio de coronavirus antes de practicar una terapia de flotación en una tina con agua y sal. No es el Mar Muerto, pero sí una alternativa que pretende replicar el fenómeno que se presenta en el visitado lago ubicado entre Israel, Palestina y Jordania. Para conseguirlo se utiliza sal.
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