"Hace un tiempo me topé con un recorte de periódico mientras revisaba un viejo álbum familiar. Era de 1954 y una fotografía mostraba a mi abuelo, entonces de 23 años, elevado a casi un metro del suelo. Con su mano derecha tapaba un gol"
"Hace un tiempo me topé con un recorte de periódico mientras revisaba un viejo álbum familiar. Era de 1954 y una fotografía mostraba a mi abuelo, entonces de 23 años, elevado a casi un metro del suelo. Con su mano derecha tapaba un gol"
Nora Sugobono

En 1954 la V Copa Mundial de Fútbol se disputó en Suiza. Empezó un 16 de junio en una Europa todavía debilitada por los estragos de la II Guerra Mundial. Ganó Alemania Federal; a Italia no le fue bien. Ese mismo año, en una cancha mal podada y con tribunas de madera, el hijo de un inmigrante genovés criado en La Punta atajaba un gol en la capital del Perú que fue inmortalizado por la prensa nacional. Pero nunca habló de eso. 

Hace un tiempo me topé con un recorte de periódico mientras revisaba un viejo álbum familiar. Era de 1954 y una fotografía mostraba a mi abuelo, entonces de 23 años, elevado a casi un metro del suelo. Con su mano derecha tapaba un gol. La noticia, publicada en este Diario, registraba un encuentro entre el KDT Nacional Sporting Club del Callao y el Atlético Lusitania de Barrios Altos. “Duilio Sugobono, el mejor arquero de la Segunda Profesional, se hace del balón soportando una carga de los delanteros rivales”, decía la leyenda que acompaña la imagen. Hoy vemos fotos publicadas con cada noticia; en esos años aún era raro. 

Pasaría medio siglo para que yo pudiese verlo en acción. Era otro el partido –la final de un torneo entre ex alumnos de algunos colegios, donde jugaba mi padre– y otra su posición. Esta vez, él observaba desde las gradas, conmigo a su lado. Noté que un pelotazo venía directo a mi cara tan solo unos segundos antes. Unas manos, veloces y eternas, lo detuvieron a centímetros de mi nariz. Eran sus manos de arquero. Hoy mi abuelo Duilio tiene 88 años y llevo toda mi vida viéndolo gritar, zapatear y celebrar con pasión –y pulmón– cada vez que hay fútbol en la televisión. Hará eso exactamente en unas semanas. De eso se trata también el fútbol: de familia.

Contenido sugerido

Contenido GEC