-¿Qué pasó, qué pisó?
-¿Quién mató a la cafetera?
-¿Qué hay para comer?
La radio deportiva en el Perú tiene un antes y un después con Pocho Rospigliosi. El papá del recordado Micky cambió la manera de hacer periodismo en el éter. Fue el primero en acercar a los deportistas con el hincha, movió masas, quebró fronteras, inventó neologismos, quebró los límites entre la publicidad y la información e influyó en generaciones con su particular manera de ejercer el oficio. “Eso es lo que le gusta a la gente”, era su frase emblema y el resumen de lo que fue.
Cuenta Juan Gargurevich, historiador de la prensa en el país, que para el Sudamericano de fútbol de 1949, Pocho tomó un avión a Río de Janeiro sin contarle a sus jefes en “La Crónica” y empezó a mandar sus reportes. En Lima olvidaron su escapada y publicaron sus envíos. Su vida cambió desde ese momento.
Las reglas gramaticales eran un estorbo para su estilo. Pocho ametrallaba las teclas de la máquina de escribir, disparando lo que le salía del forro, zurrándose en la sintaxis, poniendo en blanco y negro lo que, a su parecer, su público quería saber.
Convertido en el alma de la sección deportiva de “La Tercera”, un producto de “La Crónica”, le propusieron entrar a radio El Sol. El 15 de junio de 1964 nació “Ovación” y el periodismo deportivo no volvió a ser el mismo. Contaba Pocho, citado por Gargurevich, que antes “los programas de radio leían por las noches lo que los periódicos publicaban en el día. En cambio nosotros empezamos a decir lo que la gente no había leído en ningún lado. Jugaba a las seis de la tarde Huracán en Argentina y ganaba 2 a 1, gol de Loayza. A las siete de la noche, hora peruana, dábamos el gol que recién saldría al día siguiente en los periódicos. Eso es lo que le gusta a la gente: saber algo de lo que no estaba enterada”.
Durante 30 años, Pocho fue el internet de los hinchas. Google. Si Cubillas jugaba en Suiza con el Basel, daba el resultado y salía con una entrevista, Sotil debutaba con el Barcelona y hacía lo mismo. Cuando Chumpitaz se rompió el Talón de Aquiles, llevó a Maradona a la clínica para que lo visitara. Con su “línea de 24 horas” transmitía en vivo lo que sucedía en un Mundial o una olimpiada, atisbó los cambios que se venían e introdujo “La computadora de Ovación”. No había hecho deportivo que no cubriera porque “Donde está el deporte, ahí está Ovación”.
Melómano insaciable, amigo de Polo Campos, Ferrando, Avilés y el Zambo Cavero, inventor de “Charlas de café” y el bizarro “Tres en Ovación”, su programa fue un incansable fabricante de eslonganes para las menciones comerciales que a pesar de los años se mantienen inalterables en la memoria de los hinchas. “¿Qué pasó, qué pisó? ¡Pi-so-pak!”, “¿Quién mató a la cafetera? ¡Filkafé!”, “¡Foooul ungüento Charcot que alivia el dolor!” y el más popular “¿Qué hay para comer? ¡Pollos y parrilladas Hilton, qué placer!”
Un derrame cerebral acabó con la vida de Alfonso Rospigliosi Rivarola el 13 de octubre de 1988. La radio, ni el periodismo deportivo, volvieron a ser lo mismo.