De pequeño, Robinson López solía visitar a su abuela en Sullana -a 40 minutos (hoy, con una vía expresa que reduce el tiempo a la mitad) en auto desde Piura- y jugar en sus tierras arroceras. Estudió ingeniería mecánica eléctrica en la Universidad de Piura porque su lado tech se impuso, pero no dejó de lado lo visto y aprendido en el campo: posteriormente se convirtió en docente e investigador en tecnologías agrícolas en la misma casa de estudios.
Luego de conocer a su socio, administrador de profesión, se animó a ir por el camino del emprendimiento. Así nació en 2017 Sinergia TEC, un hub de tecnología para la gran agricultura. Gracias al fondo de inversión de UTEC, desarrollaron un software que incluía todo lo relacionado al terreno (salud de la planta, del suelo, etc) en un mismo lugar. Tras hacerse acreedores del fondo startup Chile, llevaron el proyecto al país sureño. El negocio iba bien (trabajaron con Concha y Toro) hasta que la vida los obligó a hacer un alto en 2018: la abuela de Robinson falleció y tuvo que regresar a casa. “Vi la misma casa de caña, de Guayaquil, que recordaba de pequeño. Era como una cápsula del tiempo, pero en el mal sentido. Le dije a mi socio: cómo puede ser que estemos trabajando en llevar tecnología a la gran agricultura cuando la brecha con la agricultura familiar se está agrandando”.
MIRA: La historia detrás de ‘AR-torito’, la mototaxi robot de cinco metros para celebrar el Bicentenario en Cusco
Notaron, por ejemplo, que las y los agricultores deben demostrar que las tierras en las que trabajan toda una vida (incluidos sus ancestros) es suya; que saben trabajar la tierra; que sus productos son de calidad, por mencionar algunos. El principal inconveniente era solicitar préstamos al banco, que se ha agravado en estos meses de pandemia. “Es una impotencia. Me decían ‘inge, me dicen que busque un certificado de mis tierras, pero si he vivido acá’. Ese(a) señor(a) sabe que es suyo, pero no le creen. A un prestamista informal, le pagan hasta 6% mensual de interés. El que más necesita capital, es el que más caro lo paga”. Otro problema que escucharon de los testimonios recogidos fue que los forzaban a digitalizarse. “El trabajo en campo hace que a veces se borren las huellas dactilares y les piden que usen un smartphone con pantalla táctil [suspira]. Hay falta de empatía”.
:quality(75)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/elcomercio/UG3ZKLJCSBDKRIDD3SDSQP5LTU.jpg)
Así nació Agros, una plataforma respaldada en tecnología Blockchain que digitaliza la información de las y los agricultores. Es decir, como una especie de Linkedin rural. En el perfil figura el tamaño de hectárea, los insumos que usa, las capacitaciones que ha recibido, entre otros. En el camino aprendieron la importancia de la palabra en el campo: el contacto que prima es por voz, que usan para identificarse en el sistema. “Nos costó mucho hacer un producto que se amolde a ellos. Al comienzo, para automatizar todo, usábamos Siri. Un agricultor nos dijo que lo llamaron de otro país y colgó por susto. Era por el acento de Siri. Entonces buscamos un acento regionalizado. Eso es hacer tecnología para ellos”. Para activar este ‘documento’, el/la agricultor(a) llama a la central, brinda su número de DNI y le dan el nombre de la municipalidad aliada más cercana para que lo sincronicen (con el sistema) y se lo entreguen en físico.
El primer prototipo lo llevaron a fines de 2019 al MIT y obtuvieron el premio global de tecnología para el trabajo. “Fue uno de los primeros que apostaron por nosotros”. Ese reconocimiento les permitió que un fondo de inversión en Estados Unidos que financiaron a 300 agricultores y agricultora que estaban en el piloto. “Con la información que figuraba, les dieron crédito a 5% de interés anual. Ese es el poder de la de confianza de la información”. A la fecha más de 2 mil agricultores y agricultoras de Piura, Tingo María y ahora Cajamarca forman parte de Agros. La meta es cerrar el año con más de 20 mil agricultores a nivel nacional.
:quality(75)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/elcomercio/IDPOHRXH2FBI7LQQG7ECVDIFBA.jpg)
La tecnología también juega a favor para la compra, sobre todo para exportar. Los compradores entran al portal o descargan la app, escanean la tarjeta del agricultor y él/ella -mediante una llamada- autoriza si comparte sus datos. En caso de aceptar, le llega la información al interesado. “Para el agricultor solo es el celular y su tarjeta física. Para la entidad financiera sí hay una plataforma donde ve la información del agricultor, la descarga en Excel y la procesa”.
LEE TAMBIÉN: La causa: ¿por qué es el plato que resume al Perú del Bicentenario?
Esta iniciativa ha sido reconocida por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (conocida como FAO) como una experiencia exitosa en materia de digitalización de los sistemas agroalimentarios en el mundo. En el boletín “Sistemas alimentarios y COVID-19 en América Latina y el Caribe Digitalización de la agricultura para la transformación inclusiva de sociedades rurales”, destacan las tecnologías digitales con el potencial de catalizar la transformación hacia una agricultura y sistemas alimentarios más productivos, sostenibles y resilientes. “Este tipo de reconocimientos y más viniendo de FAO, es como que nos digan que estamos yendo en la dirección correcta y que respaldan, de alguna manera, lo que estamos trabajando”. //
VIDEO RECOMENDADO
:quality(75)/dvgnzpfv30f28.cloudfront.net/08-19-2020/t_d0472d629d5d4db7acb5218894e88347_name_file_640x360_600_v3_.jpg)