noventas
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Nora Sugobono

Un sonoro “¡yo contesto!” cada vez que sonaba el teléfono, aún más estridente en el horario comprendido entre las 6 y las 9 de la noche (buen momento para llamar o recibir la llamada del objeto de nuestro afecto). Ahora basta con un audio de WhatsApp, pero en el 99 todavía había que esperar pacientemente a que pasen las timbradas para comunicarnos los unos con los otros.

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Los noventa se sienten lejanos y cercanos a la vez. Es extraño: tal vez nos cuesta aceptar que estamos envejeciendo o tal vez todo tiempo pasado sí fue mejor. Lo cierto es que han transcurrido casi 30 años. Si bien las costumbres en cuanto a consumo han cambiado radicalmente (en 1990, Lima apenas conocía espacios comerciales diversificados y los grandes nombres del retail todavía no miraban hacia aquí), algunas referencias se mantienen frescas en el recuerdo. Las adolescentes del 2019 probablemente desconozcan qué fue LOCADEMIA DE TV, donde una cautivadora Marisol Aguirre lucía como nadie chokers (o gargantillas), bodies, y jeans a la cintura con cinturones gruesos. Mucho menos que hubo programas concurso donde las modelos mostraban tarde a tarde las últimas tendencias del –entonces– limitado mercado de moda. Las adolescentes del 2019 no lo saben, pero la ropa que llevan hoy la llevaron ellas antes.

-SUBE A MI NUBE-
‘Dalina’ significa ‘amiga grande’. Almendra Gomelsky y Mónica Santa María eran exactamente las amigas o hermanas mayores que millones de niños en el Perú soñaban con tener. Sus conjuntos coloridos y complementados a la perfección son acaso la primera imagen que viene a la mente cuando hablamos de la moda en nuestro país durante la década del 90, al menos en los primeros años. Aretes enormes, colas altas, vinchas y colettes definían un estilo que hoy ha saltado de los sets de televisión de antaño a las fotos de Instagram. Aunque no todos parecen estar de acuerdo con su retorno. “La verdad es que no extraño para nada la moda de los 90. ¿Cómo pude maquillarme tanto o usar esos pelos batidos con harta laca?”, cuenta Almendra. “Ahora se está mezclando de todo un poco. Por ejemplo, han regresado los tonos neón y los veo mejor combina-dos. También los estampados de letras y dibujos en los polos”, añade. “Eso sí me gusta”. La dalina por excelencia advierte: lo que nunca se volvería a poner, por mucho que se vuelva tendencia, son hombreras y mini-faldas de cuero.

nubeluz
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“Estamos viendo muchas etapas a la vez”, indica el diseñador Roger Loayza sobre el regreso de la estética noventera. “Pero la figura que más se repite para mí es la de Winona Ryder: jeans a la cintura no muy apretados, un polo básico, una casaca de cuero y unos botines”, explica. La ecuación es sencilla: una parte delicada, y la otra agresiva. “Vestiditos floreados con unas botas al estilo de las Dr. Martens. Esos son los noventa”, continúa el diseñador. La unión de música y moda fue determinante durante este período: ya sea en los videos (Alicia Silverstone y Liv Tyler en el apogeo de Aerosmith) o en el look de los propios cantantes (desde Thalía, Alejandra Guzmán o Madonna, hasta Kurt Cobain o Eddie Vedder). Al mismo tiempo, marcas y diseñadores se empoderaron –y globalizaron– como nunca antes: tanto, que la ropa interior Calvin Klein se usaba, más bien, en el exterior. La del noventa fue la era del 'strike a pose', la que vio nacer a la primera generación de supermodelos. Los años de VOGUE.

En el Perú también bailábamos, pero a otro ritmo.

-IREMOS HACIA EL SUR-
“Es un lugar común pensar que la juventud fue la mejor etapa de la vida”, sostiene el sociólogo y director de Toronja Comunicaciones Sandro Venturo. “Vivimos en una paradoja cultural, atrapados en el estrés del presente y añorando las alegrías del pasado. Les pasa a todas las generaciones, ¿por qué no tendría que pasarle a esta?”, indica sobre la influencia actual de los noventa en cuanto a estética y contenidos. Un periodo por demás complejo, duro y lleno de contrastes en el país. “El Perú estaba quebrado, las oportunidades estaban en recesión. Los jóvenes vivíamos el día a día: esa era la atmósfera. Sin embargo, dentro de esa depresión colectiva también había espacio para el juego, la diversión, el activismo y la esperanza”, finaliza Venturo. Irónicamente, hoy la nostalgia es un negocio.

pataclaun
pataclaun

“Cada década que va avanzando va tomando un par de décadas anteriores como su ideal”, sostiene Gonzalo Torres. “Eso es lo que produce la nostalgia, un sentimiento bonito en el corazón y es lo que la gente extraña. Por eso hay tantas fotos de Pataclaun en las redes”, continúa el actor. ¿Quienes éramos adolescentes o niños en esos años ahora somos potenciales consumidores? Es posible: aquello que no pudimos tener antes lo podemos comprar ahora. Pero va más allá de eso. “Es una manera de reafirmarnos en lo que fue, de identificarnos con una generación a través de imágenes y objetos. La nostalgia se ha convertido en una cultura, y lo saben muy bien en Hollywood”, afirma.

Renato Cisneros comenzó la década siendo un chiquillo a punto de egresar de secundaria, y la cerró como practicante de este Diario. No son muchas las cosas que le gustarían que regresen –salvo, por ejemplo, la idea del barrio como única red social– y ninguna de ellas tiene que ver con moda. Motivos tiene. “Nunca me he caracterizado por radicales cambios de look. Recuerdo, sí, que pretendí dejarme la barba a lo Kurt Cobain, pero desistí cuando reparé en el asombroso parecido a Wilfrido Vargas que venía adquiriendo”, cuenta.

“Hoy el Perú es, sin duda, un mejor país. Sin embargo, los 90 –como los 80– provocan distorsionados ecos melancólicos en quienes experimentamos entonces nuestras primeras veces, nos volvimos ciudadanos y vivimos el último soplo del mundo antes de la globalización”. El último casete grabado de la radio y la última tocada de timbre para salir al parque. //

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