Cada mañana al despertar, lo primero que hace Michael Zárate, periodista peruano radicado hace más de siete años en Beijing (China), es tomarse la temperatura. Asegurarse de que esos dígitos que arrojará el termómetro electrónico no superen los 38 grados. Tener eso bajo control es una primera “garantía” de que no ha sido contagiado por la epidemia del nuevo coronavirus, que ha obligado a las autoridades del gigante asiático a mantener en cuarentena a ciudades enteras, como a la más afectada, Wuhan, en la provincia de Hubei. A algunos kilómetros de la casa de Michael, Patricia Castro Obando –ex corresponsal de este Diario– hace lo propio. Lo próximo que harán ambos, junto a la gran mayoría de pobladores de ese país, será revisar las aplicaciones que han instalado en sus teléfonos celulares para seguir minuto a minuto el desarrollo de la epidemia: ¿Cuántos casos nuevos hay? ¿Dónde viven los diagnosticados? ¿Qué rutas hay que evitar por ser posibles focos de infección? Hasta pareciera ser la trama de uno de esos juegos virtuales de sobrevivencia y estrategia.
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