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El aislamiento en lugares alejados de su comunidad, en la chacra, o selva adentro los condiciona a vivir con lo necesario, además que los bosques son escasos o distantes.
Flor Ruiz

Margarita Chamik, de la etnia awajún, 80 años, debió de haber acelerado el paso de sus siempre pies descalzos, mientras cogía la mano de sus dos nietos pequeños. Consigo llevaría ollas, machete, cuchillos, platos de metal, cucharas, mientras Zacarías, su hijo, cargaría algunos de sus pollos en pie, mantas y alguna ropa para los niños. Así empezarían la ida al monte, a su chacra, a tres horas de camino, sin saber fecha de retorno.

La líder habrá emprendido retirada con los cerca de medio millar de pobladores de su comunidad nativa de Tutumberos (Aramango, Bagua, Amazonas), dejando su comunidad vacía. El aislamiento o práctica de la cuarentena está en su memoria porque es la única forma que conocen para sobrevivir. Los primeros días de iniciado el estado de emergencia, Beatriz Rubio Padilla, de la comunidad nativa de Puerto Arica, en la cuenca del río Napo, en Maynas (Loreto), estuvo capacitando a comunidades cercanas sobre el coronavirus y la prevención del contagio. Su participación en un programa de monitoreo y alerta por el cuidado del bosque hace que Beatriz no pueda evitar estar preocupada: los madereros y mineros siguen recorriendo diferentes lugares por río.

En su comunidad no se han desplazado: permanecen dentro de la vivienda, no se visitan entre una y otra casa contigua, la asistencia al mercado es obligatoria con mascarilla. Han decidido que la producción en la chacra disminuya lo necesario, mientras que los trabajos comunales como la minga han dejado de realizarse.

Situación muy diferente es la que están viviendo las comunidades nativas awajún en Bagua, Amazonas. Otoniel Danducho, 50 años, quien tiene una pequeña piscigranja dedicada a la crianza de alevinos, en su comunidad Nazareth, cuenta cómo los primeros días de decretada la pandemia él, su familia y las comunidades awajún de Imaza se aislaron. “Ha sido un cambio regresar a como vivían nuestros ancestros, cuando no querían morir de epidemias. Hemos hecho nuestras mascarillas para la boca. Hemos tomado la decisión de no recibir nada de comida que venga de la costa, tenemos temor de que esté contaminada. No sabemos si el centro de salud abrirá o tendrá medicinas para poder ir. Cuando dio el sarampión en tiempos del caucho, mis paisanos se aislaron y pudieron salvarse. Haremos lo mismo, quizá saldremos después de mayo”.

Yendo al otro extremo, a tres días de Puerto Maldonado, en la comunidad de Monte Salvado, Karla Sebastián, presidenta de la comunidad de la etnia yine, cuenta que los suyos decidieron no aislarse. Consumen peces, sobre todo bagre, súngaro y bocachico. “Vendíamos nuestra artesanía. Ahora las mujeres se preguntan con qué dinero van a hacer estudiar a sus hijos. La vida no volverá a ser como antes”. Hacia los territorios ubicados en selva central, recogimos el testimonio del dirigente Germán López Ballesteros, quien vive cerca de la Reserva Comunal El Sira, en la comunidad nativa Nueva Austria del Sira, en Huánuco. Germán trabaja apoyando la vigilancia comunal y los derechos de las comunidades nativas. “Lo que está sucediendo nos tiene que llevar a cuidar más el bosque.

Afuera de él, todo está enfermo. Cuidarlo debe ser salvaguardar sus recursos naturales, pero no: se incrementa la ganadería. Si todo se contamina aquí afuera, ¿a dónde iremos?”. En la zona de la frontera con Colombia, por el río Putumayo, Loreto, en las comunidades nativas yaguas, Fernando Alvarado, dirigente de 62 años, recuerda que cuando tenía ocho años vivió en aislamiento varios meses, por la propagación del sarampión y la tos ferina. Su padre trasladó a la familia a varias horas de la vivienda, hizo un ‘tambo’ en la chacra, y ninguna de las 10 personas de su familia se contagió.

Mientras se espera una cura para el virus, llegará el día en que Margarita, la sabia mujer awajún, retome el camino de regreso a casa con su hijo y sus nietos, y vuelva a curar, cuando ojalá aquí, allá y más allá nos hayamos curado. //

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¿Qué es un coronavirus?

Los coronavirus son una amplia familia de virus que pueden llegar a causar infecciones que van desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, que se pueden contagiar de animales a personas (transmisión zoonótica). De acuerdo con estudios, el SRAS-CoV se transmitió de la civeta al ser humano, mientras que el MERS-CoV pasó del dromedario a la gente. El último caso de coronavirus que se conoce es el covid-19.

En resumen, un nuevo coronavirus es una nueva cepa de coronavirus que no se había encontrado antes en el ser humano y debe su nombre al aspecto que presenta, ya que es muy parecido a una corona o un halo.

¿Cuáles son los síntomas del nuevo coronavirus?

Entre los síntomas más comunes del covid-19 están: fiebre, cansancio y tos seca, aunque en algunos pacientes se ha detectado dolor corporal, congestión nasal, rinorrea, dolor de garganta y diarrea. Estos malestares pueden ser leves o presentarse de forma gradual; sin embargo, existen casos en los que la gente se infecta, pero no desarrolla ningún síntoma, precisó la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Además, la entidad dio a conocer que el 80 % de personas que adquieren la enfermedad se recupera sin llevar un tratamiento especial, 1 de cada 6 casos desarrolla una enfermedad grave y tiene dificultad para respirar, la gente mayor y quienes padecen afecciones médicas subyacentes (hipertensión arterial, problemas cardiacos o diabetes) tienen más probabilidades de desarrollar una enfermedad grave y que solo el 2 % de los que contrajeron el virus murieron.

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