El cortometraje “Isabel” se liberará al público el 9 de junio. (Foto: Difusión)
El cortometraje “Isabel” se liberará al público el 9 de junio. (Foto: Difusión)

“Creía que estaba preso. Pero alguien era más prisionero que yo”.

¿Es un thriller? ¿Un drama? ¿Una película de terror? La frase que acompaña el tráiler pone a los espectadores en suspenso. Sobrecoge, da curiosidad, nos regala la primera dosis para que luego queramos más. A primera vista, parece una producción con amplios recursos y personal. Hay iluminación, vestuario, maquillaje, efectos sonoros, musicales, de suspenso… pero todo lo hizo solamente él con su celular, manteniendo estricta fidelidad con un mensaje publicado durante esta cuarentena en su cuenta de : “EN LA VIDA NO HAY TIEMPO PARA LA IMPRODUCTIVIDAD, MENOS EN TIEMPO DE CRISIS. El “no puedo” o “el no tengo recursos”, no existen. Sigamos contando historias.” ¿Cómo lo hizo? “Tenía planeado hacer un corto hace mucho tiempo –nos cuenta el actor, que es ahora también productor y director-. Tengo dos o tres guiones escritos, pero nunca los llevaba a cabo porque siempre estaba en mi mente “Tengo que hacerlo bien, con el equipo técnico adecuado, debo tener dinero”. Pero, de pronto, vino la cuarentena y nos golpeó a todos, a los artistas, trabajadores audiovisuales, gente de cine, así que lo he hecho a modo de defensa, para enfrentar todo esto con creatividad y actividad.”

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Aunque Sandro Calderón –también conocido en las noches limeñas como “SalSandro”, por su alter ego DJ, con el que suele alegrar muchas fiestas- no pensaba en un principio mostrar este corto al público, hizo todo lo posible para alcanzar buenos estándares de producción con los pocos recursos que tenía a la mano. Felizmente, nos cuenta, adecuó con bastante trabajo la casa donde vive para las circunstancias, con buena iluminación y buenas lámparas que le permitieron fotografiar bien. De todos modos, considerando que era un cortometraje realizado por una sola persona cubriendo todos los puestos que realmente se necesitan para llevar a cabo una producción de este tipo, tuvo que pasar por varias peripecias. “Por ejemplo, antes de comenzar a grabar, dejaba marcada la toma elegida, lo que significaba instalar el trípode que me había habilitado en el lugar desde el que se haría la fotografía en determinada escena. Inmediatamente, me iba a parar frente a la cámara para actuar. Luego, debía volver a revisar la toma, constatar que hayan quedado bien imagen y audio, bajar el video a la laptop y confirmar que la toma quedaba”. En este trance tuvo que solucionar también varios inconvenientes técnicos, pues al inicio no tenía ni trípode ni riel, elementos básicos para hacer tomas fijas y tomas en movimiento, respectivamente. Una de sus limitaciones iniciales, por ejemplo, fue no tener un buen trípode. Solo un trípode roto, que estaba parchado con cinta adhesiva por todos lados. No pudo conseguir otro, pero sí acomodó mejor el scotch para que no se desarme, porque era indispensable tener uno para colocar la cámara. También encontró el trípode de un parlante, en el que pudo colocar su IPhone amarrado a una liga y vio que eso podría solucionarle algunos encuadres. Luego, otra casualidad favorable lo salvó: su afición al patinaje. En la azotea de su casa encontró una vieja y gastada regleta de estructura drywall y sacrificó un patín para usar las ruedas y crear una especie de slider para realizar los travellings. Por si fuera poco, creó una steady cam pegada a su cuerpo con ligas y cintas de amarre y usó una linterna de camping en la cabeza para las tomas subjetivas. “No sabes cómo me divierte y motiva seguir creando, desde facilitarme el recurso técnico, pasando por la idea, la foto, llegar a la toma, hasta lograr el producto final”, cuenta entusiasmado Calderón.

Así comenzó a grabar.

Entre el arte y la vida

“Cuando arrancó la cuarentena tenía en mi cuenta de ahorros solo 120 soles. Hice de todo para no bajonearme. El dinero y la provisión tenían que llegar de alguna manera, pero no podía pensar solo en eso. Empecé a crear, a ver ideas, a concebir una historia. Y así llegó “Isabel”, un cortometraje que va a concursar en DAFO (Dirección del Audiovisual, la Fonografía y los Nuevos medios, del Ministerio de Cultura) y en otras muestras internacionales”, cuenta el artista. “Los que hacemos arte, la gente de la cultura, está acostumbrada a ser la última rueda del coche aquí. Lamentablemente, siempre estamos expuestos a que nuestro trabajo no sea apreciado” reflexiona. Es evidente que otros artistas como él están esperando que el ministerio de Cultura resuelva varios problemas, pero paralelamente a la necesidad actual que golpea a todo el país, para Sandro Calderón las personas deben seguir imaginando y haciendo. “Creo que hay muchos antecedentes de seres humanos creando en medio de una crisis. Hay gente que piensa que el arte y el entretenimiento son lo último que debe salvarse o que se puede vivir sin eso. A mí me ha salvado en muchas etapas de mi vida, porque he podido tener contacto con las áreas más internas y vitales de mi ser y de mi sociedad.”, confiesa.

A pesar de que lo ha concretado solo, “Isabel” es consecuencia de un largo proceso en el que otros amigos artistas lo han ayudado. Entre ellos, menciona a la diseñadora de modas Fabiola Vargas –“Me ayudó muchísimo. Escribiéndole a toda hora, muchas veces en el día para hacerle consultas”; el actor Iván Chávez –“Uno tiene que volar, eso es bueno, pero él me ha ayudado a aterrizar mis ideas”- o Jason Day al inicio. Incluso, ya ha recibido reacciones, aplausos y consejos desde otros lugares del mundo, tras revelar el tráiler del corto. Pero llegar al tráiler fue otro parto doloroso: dos días antes de su difusión, y sin que aún lo haya terminado de editar, se le malogró la computadora. Estuvo a punto de tirar todo al tacho, abrumado, pero su amigo Fraser McDowall (Jefe del Departamento de Educación Física del Markham), ex compañero de sus días como profesor de Cine y Teatro en dicho colegio –etapa que lo entrenó también para esta experiencia- le prestó una Mac y salvó el proyecto.

“Este es un proceso largo y personal. Yo recibía recomendaciones y las procesaba. Algunas las plasmabas, otras no. Gracias a Dios he podido compartir todo esto con alguien, no quiero ni imaginarme no poder hacerlo”, relata Sandro sobre este proceso agotador. Se levantaba de la nada en la madrugada, escribía algunas cosas en un cuaderno y decía allí todo lo que pensaba hacer. Pero luego lo revisaba, borraba todo y arrancaba de cero. “Muchos, en estas circunstancias, pensamos que estamos presos, que estamos arruinados, que no tenemos esperanza, pero eso hay que liberarlo, desecharlo, es un concepto que nos limita –dice Calderón-. Isabel no solo es un cortometraje, es una entidad que, de alguna manera, representa la liberación.”

“Isabel” se libera al público el 9 de junio, día del cumpleaños de su autor. Es un regalo suyo para todo el público que ha pasado por la larga cuarentena.

Están avisados. //

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