Jorge Chávez Noriega

Cada día, Lísida Ushuiza Tapullima (42) se levanta antes de que el sol emita sus primeros rayos de luz. Alimenta a sus animales, ordena la casa y prepara el desayuno para que sus hijos, cuando despierten, tengan qué comer. Aún en la penumbra, habiendo sacado el máximo provecho a su mañana, se sumerge en el noble arte de confeccionar piezas textiles a mano. “Cuando no tengo que ir a la chacra con mi esposo a ver mis cacaos, avanzo con mis tejidos de 8 a 10 de la mañana y tres veces a la semana”, dice Lísida, presidenta de (mujer tejedora), un grupo de 45 mujeres indígenas de la comunidad Kichwa en San Martín que confeccionan artesanías textiles como bolsos y carteras a base de algodón nativo que ellas mismas cultivan y otras fibras naturales provenientes de su entorno natural, la

En el 2016, apoyadas por el Programa Nacional de Conservación de Bosques para la Mitigación del Cambio Climático del Ministerio del Ambiente, mujeres pertenecientes a las comunidades nativas de Chunchiwi, Chirikyacu, Chirik Sacha, Copalsacha y Alto Pucalpillo, en la zona de amortiguamiento del Área de Conservación Regional Cordillera Escalera (área natural protegida por el Estado peruano), se asociaron y fundaron el colectivo Warmi Awadora con el fin de diversificar sus ingresos y contribuir a la economía de sus hogares. Esto a partir de la revalorización de una costumbre ancestral muy importante en la cultura Kichwa: el tejido, una tradición transmitida por generaciones de madres a hijas y que ellas quieren preservar.

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Entre el trabajo el campo y las labores del hogar, Lísida comenta que muchas mujeres de su comunidad no se integran al programa por falta de tiempo. “Muchas ñañas han querido ser parte de Warmi Awadora, pero lastimosamente lo han visto muy complicado por el tiempo. Es difícil juntarnos a tejer. Muchas no pueden cumplir y por eso no pueden entrar. Entonces, las que podemos hacemos el esfuerzo y seguimos trabajando. Antes éramos 14 mujeres en mi comunidad de Chunchiwi, ahora somos solo siete ñañas”, cuenta esta experta tejedora, que desde hace seis años incentiva el tejido a las mujeres de su comunidad.

El Programa de Conservación de Bosques las capacitó en gestión comercial y logística para que puedan autogestionarse.
El Programa de Conservación de Bosques las capacitó en gestión comercial y logística para que puedan autogestionarse.

Warmi Awadora: Una tradición ancestral para reivindicar a la mujer indígena peruana

Gracias al apoyo del Programa de Conservación de Bosques que las capacitó en gestión comercial y logística para que puedan autogestionarse, las Warmi Awadora lograron registrar en 2019 su marca ante Indecopi. Desde entonces, empezaron a vender sus tejidos en ferias y mercados de Lamas y Tarapoto a los miles de turistas peruanos y extranjeros que llegaban cada año. Sin embargo, la pandemia tuvo un impacto negativo. De un día para otro ya no tenían a quién vender.

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“Por más de diez meses estuvieron paralizadas y sin poder reunirse. Muchas de ellas habían dejado de tejer pues, aunque ser Warmi Awadora es algo que les gusta, lógicamente habían priorizado el trabajo en la chacra ya que tenían que ver cómo sostenerse durante la cuarentena”, explica Dulhy Pinedo, jefa zonal en San Martín del Programa Bosques.

Surgió entonces una idea para adaptarse al nuevo contexto: vender por Internet. Pero la ejecución del plan representaba un enorme reto para ellas, pues debían aprender a usar una plataforma completamente nueva. Por lo general, las comunidades nativas han tenido muy poco acercamiento a esta tecnología, pues viven en zonas alejadas en las que no hay señal de Internet.

“Estas iniciativas fortalecen las habilidades y mecanismos de las mujeres para generar ingresos con los que pueden proporcionar mejores condiciones de vida a sus familias y comunidades".
“Estas iniciativas fortalecen las habilidades y mecanismos de las mujeres para generar ingresos con los que pueden proporcionar mejores condiciones de vida a sus familias y comunidades".

En ese contexto, la ONG Rainforest Alliance realizó una donación, como parte de su programa Economía Indígena, que se empleó para adquirir nuevos equipos y capacitar a las mujeres en el uso de internet y atención al cliente. De esta manera, tras meses de mucho esfuerzo y dedicación, las Warmi Awadora sacaron el año pasado su primer catálogo virtual y este 2022 han lanzado su segunda colección digital, que se puede adquirir en este enlace.

“Estas iniciativas fortalecen las habilidades y mecanismos de las mujeres para generar ingresos con los que pueden proporcionar mejores condiciones de vida a sus familias y comunidades. Somos conscientes de los retos que enfrentan las mujeres hacia la igualdad de género al tener en general menos acceso a oportunidades que los hombres pero también del rol clave que ellas juegan para mejorar los medios de vida de vida en sus comunidades e impulsar un desarrollo más sostenible en sus territorios”, explica Patricia Quijandría, Directora Andes Tropicales de Rainforest Alliance. “Tenemos presencia en la región desde hace varios años, por lo tanto, conocemos el terreno, a los actores involucrados y hemos desarrollado una relación de confianza con todos ellos. Esto facilita la coordinación logística y la implementación de cada una de nuestras intervenciones y Warmi Awadora no fue la excepción”, complementa.

 Las Warmi Awadora lograron registrar en 2019 su marca ante Indecopi.
Las Warmi Awadora lograron registrar en 2019 su marca ante Indecopi.

“No ha sido fácil aprender el uso de celulares e internet. Por eso estamos muy agradecidas con Rainforest Alliance y con el Programa Bosques. Hemos avanzado poco a poco pero ya casi dominamos el Internet, los celulares, conversaciones virtuales, tomar y mandar fotos, enviar los productos y así seguir vendiendo”, dice Lísida. De esta manera, el programa permite revalorizar las costumbres ancestrales del Perú como el tejido y reivindicar así el rol de la mujer en las comunidades nativas. //

EL DATO

Para conocer más sobre su trabajo y poder adquirirlo puede visitar el siguiente

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900 años hechos parquet
La depredación del shihuahuaco, árbol endémico de la Amazonía peruana, está conduciéndolo a su extinción. Un shihuahuaco puede vivir más de mil años, pesar unas 40 toneladas, y su diámetro, alcanzar casi tres metros. Tiene una madera durísima, lo que habla de su muy lento crecimiento. Se calcula que unos 500 ejemplares son talados cada día y su sobreexplotada comercialización acaba en lujosos pisos de Asia y Europa.

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