Apagones, toques de queda y coches bomba. A inicios de la década del noventa, Lima era una ciudad que se despedazaba. El terrorismo y la crisis económica azotaban al país como una plaga que parecía imposible de contener. La epidemia del cólera agravó la situación. Y el autogolpe del 92 llevó al país al borde del abismo.
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A pesar de que muchos peruanos querían huir de esa pesadilla, la pareja conformada por Manuel Luna y Rosario Torres no perdía la esperanza de que el escenario se pudiera revertir. Ella, nacida en España, era médica especialista en epidemiología. Llegó al Perú en 1982 con las Naciones Unidas para trabajar en la selva de Loreto. Él, por su parte, era actor, director de teatro y poeta. Un buen día, ambos se toparon con un almacén de muebles ubicado en el cruce del Pasaje Sánchez Carrión y la avenida Bolognesi, en Barranco, que se encontraba en venta. Fue un amor a primera vista: aquella vieja casona los encantó y finalmente la compraron.
“En esa época ya me encontraba muy comprometida emocionalmente con el Perú”, nos cuenta Charo al teléfono. “La gente nos decía que estábamos locos por comprar esa casa. Pero lo que nosotros buscábamos era construir un espacio que nos permitiera tomar un respiro de los terribles momentos que se vivían”, añade.
Bajo esa idea es que nace La Noche, con la intención de promover manifestaciones artísticas como la música, el teatro, el cine y la literatura. Su nombre se inspira en un antiguo periódico de José Carlos Mariátegui que él publica por corto tiempo, llamado “La Noche”, en contraposición al diario “El Día”, que estaba vinculado al gobierno del presidente José Pardo y Barreda.
“Los primeros años fueron muy difíciles, pero muy íntimos. Cuando había apagones, nos quedábamos con velas en las mesas. Había mucha tertulia, un ambiente de camaradería. Al principio solo teníamos una sala habilitada, donde se encuentra la barra. Nos demoramos seis o siete años en abrir y acondicionar todos los ambientes de la casa”, recuerda Charo Torres.
Poco a poco, el bar empezó a recibir visitantes ilustres y, con ello, su popularidad se acrecentó. Poetas y literatos como Antonio Cisneros, Julio Ramón Ribeyro, Fernando Ampuero, Luis La Hoz, entre otros, eran asiduos concurrentes. Del extranjero llegaron Gustavo Cerati, Paco de Lucía y Joaquín Sabina, por solo mencionar algunos nombres. De hecho, fue aquí donde el cantautor español tuvo su primera cita con Jimena Coronado, la fotógrafa peruana con quien se acaba de casar tras veinte años juntos.
MIL Y UNA NOCHES
La Noche abrió sus puertas oficialmente un 20 de junio de 1991, tras intervenir mínimamente los ambientes de la casa. Desde entonces, el lugar se convirtió en una plataforma para la difusión de artistas locales, especialmente vinculados al jazz y el rock. Faltarían páginas para nombrar todas las bandas y músicos que se han presentado en su escenario. Mar de Copas, Daniel F y La Sarita son algunos de ellos. Con los años se fueron integrando nuevos géneros, como la cumbia y la fusión electrónica, que fueron bien recibidas por el público limeño.
En todo este tiempo, La Noche sigue trabajando con muchos de los mozos y bármanes que estuvieron casi desde el inicio de la aventura. Uno de ellos es Miguel Rojas, quien lleva más de 25 años de incansable labor y representa, con su calidez y buen trato, la filosofía del bar. “Siempre digo que nosotros somos una familia. Es increíble que muchos de nuestros colaboradores nos sigan acompañando todos estos años, incluso en los momentos difíciles”, comenta Charo Torres.
La pandemia originada por el coronavirus obligó a que el bar cierre de manera temporal. Aún no saben cuándo podrán volver a operar. “Nosotros tenemos la esperanza de abrir en unos meses, pero mientras exista el toque de queda va a ser bien complicado. De otro lado, como médica, soy consciente de que lo primero es atender la emergencia sanitaria. Ya habrá momento para volvernos a encontrar en el bar”, concluye Charo.
Mientras tanto, La Noche sigue allí, en su esquina de siempre, con sus salones de madera y muebles de antaño, esperando que algún día las cosas regresen a la normalidad. O a una nueva. //