Víctor Garay Luna

Hay noticias que uno jamás quiere escuchar. La pérdida de un ser querido, un accidente que lamentar o una enfermedad incurable. Nadie espera que el doctor te diga . Mucho menos que este mensaje nos lo den tres veces. En tres fechas distintas, en años diferentes, pero sí, pasa.

A sus 54 años se ha animado a contarnos toda su travesía con el único fin de liberarse y dejar ese mensaje esperanzador a las personas que padecen de este mal.

El cáncer ataca silenciosamente. Ella era la mamá que todo lo podía y se preocupaba –como todas la madres- en velar por sus cinco hijos. Pero su gran error, según comenta, fue que nunca se dio un tiempito para ella.

En pleno embarazo de su última hija le encontraron miomas que felizmente no fueron un riesgo para la bebé. Luego de dar a luz, no se trató y ese problema creció. La situación se agravó porque comenzó a tener hemorragias constantes. En ese momento su vida dio un giro tremendo.

“Al ver que me salía mucha sangre fui al médico de inmediato. En el Instituto Oncológico me dijeron que no tenía nada. Yo no me quedé tranquila. Entonces, mi hijo me llevó al hospital. Me realizaron una biopsia. Estaba confiada en que esto se solucionaba con una operación. Sin embargo, el resultado era el peor que podía recibir”, cuenta Lourdes.

Cáncer

Y sí. El resultado era el que nadie esperaba. Los primeros en enterarse fueron sus dos hijos mayores. Ellos eran los encargados de darle la noticia a su mamá. ¿Se pueden imaginar lo difícil que es decirle a tu mamá “tienes cáncer? Nadie está preparado para eso.

Entonces, buscaron el momento indicado para hacerlo. Pero Lourdes ya había visto que en los resultados aparecía la palabra “carcinoma”. Mientras todos sus hijos dormían, ella prendió la computadora y buscó el significado de esa palabra. Todos los resultados lo asociaban con cáncer.

Aquel día, en vez de preparar el desayuno familiar como siempre lo hace, cogió el teléfono y llamó al doctor. La respuesta fue un dardo al corazón: “Lourdes no hablaste con tus hijos”.

La mamá guerrera se quebró. Sus hijos escucharon el llanto y fueron a consolarla. Ninguno estaba preparado para asumir esta noticia. Pero sabían que este era el momento de reaccionar. Mamá no iba a luchar sola, tenía 5 escuderos que iban a ir al frente junto a ella.

“Sin esperar mucho tenía que pasar por varios exámenes y luego por una operación a la que tuve tanto miento porque tenían que retirarme todo el útero para poder vivir. Al inicio no lo acepté pero mis hijos fueron mi motivación para comenzar esta batalla”, explica Lourdes.


-Malas noticias-

Pasaron meses de exámenes y visitas constantes al médico. Lourdes se cuidó al milímetro. El hospital se convirtió en su segunda casa. Solo me faltaban 6 meses para cumplir todo el tratamiento. Parecía que todo llegaba a su fin. Todo era felicidad; sin embargo, llegaron las malas noticias.

En el verano del 2017, tuvo un viaje familiar a la playa. En pleno paseo le comenzó a faltar el aire. Lourdes tuvo un ataque respiratorio. La llevaron de emergencia: la nebulizaron, le sacaron placas. Ella solo creía que eran bronquios pero no.

Llevamos esas placas al oncólogo y el diagnóstico era lapidario. “Hizo metástasis dese hace 6 meses atrás. Tenemos que actuar los más rápido posible”.

Dos oraciones que destruyeron la vida de Lourdes.

“La biopsia salió positiva. Mi cáncer después de 4 años y medio avanzó a mis dos pulmones. Ya no tenía fuerzas. Sentía que ese era mi punto final”, narra Lourdes.

Una vez más fueron sus hijos los que salieron a darle todo el apoyo a la mamá guerrera. “Ya mamita. No pasa nada. Otra vez a luchar”.

En este segundo cáncer por primera vez recibió quimioterapias pero rojas, las más fuertes que existen, por siete meses. Para que se han una idea, luego de una quimio su cuerpo quedaba inmóvil. No podía hacer nada por varios días.

Lourdes prefiere no acordarse de cuántas quimios ha recibido. No le hace bien enumerarlas. Para poder afrontar todo este dolor lo toma como si fuese un día en el “spa”. Además, supo aceptar la pérdida de cabello.

Ella no se puso ninguna peluca. Su objetivo era mostrar su cabeza como símbolo de lucha. Para no deprimirse buscó varias formas de relajarse y creó “Delicia y Fantasía”, un pequeño negocio de decoración para fiestas. A pesar de su incansable lucha diaria, se daba tiempo de llevar alegría a otras familias.

-Actitud positiva-

La actitud de Lourdes era sorprendente. Ella creía que el final de esta enfermedad estaba por llegar; sin embargo, llegó otra prueba para esta valiente mujer.

En febrero del 2019, en pleno verano, le dio una fuerte tos que no se calmaba con nada. Otra vez tuvo que ir al hospital de emergencia. Le hicieron exámenes y los resultados no eran nada alentadores:

Ella ya no quería sufrir más. Juntó a todos sus hijos y les dijo “hasta aquí llego”. Sentía que su cuerpo no iba resistir más quimioterapias. Había luchado tanto que creía que la vida estaba siendo injusta.

“¿Qué pasa mamita, te vas a rendir? Todos juntos le ganamos al cáncer. Vamos a luchar como siempre lo hicimos. Aquí nadie se cae”, le dijo Henry, uno de sus hijos.

Esas palabras hicieron reaccionar a Lourdes. Los doctores le informaron que la operación que seguía era muy riesgosa y que posiblemente podría morirse en plena intervención.

“Les dije que estaba lista para seguir viviendo. Me sacaron la mitad del pulmón. Recuerdo clarito que luego de la operación, abrí los ojos y lo primero que vi fue a mis hijos. Ese fue mi mejor premio. Lo hice una vez más y era la mamá más feliz del mundo”.

No se equivocó, es la mamá más feliz del mundo. Han pasado 9 meses de este último diagnóstico y la volvieron a llamar porque le han encontrado micronódulos en la mitad de pulmón que le queda.

Es difícil saber qué pasara mañana con Lourdes pero lo que sí estamos seguros es que ella seguirá luchando hasta el final. Es una guerrera y nos ha dado una lección de vida a todos. //


Contenido Sugerido

Contenido GEC