Un macizo puente a la izquierda del kilómetro 45 de la carretera Imperial-Yauyos indica el ingreso al anexo Catapalla. Atrás quedó el loquerío de actividades de aventura de Lunahuaná y uno se sumerge en un alargado barrio que en los últimos años se ha convertido en refugio de artistas, retirados y otros amantes de una tranquilidad solo musicalizada por el trinar de las aves y el murmullo del río Cañete.
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