Encontrarse desnuda frente al mar es una de las vivencias más increíbles que se pueden experimentar. Atreverse a hacerlo es la parte más difícil. Aunque solo sean telas para cubrir el cuerpo, quitarse la ropa estando al aire libre —con gente o no alrededor— implica varias cosas al mismo tiempo: borrar la vergüenza, quitarse prejuicios sobre la desnudez y dejar los miedos que nos alimentaron durante todo el proceso de vida.
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En Puerto Bonito, la única playa nudista naturista del país, estar como Dios nos trajo al mundo se siente como lo más normal. Lo raro es andar en ropa de baño. Cuando supimos de su existencia, decidimos conocer de primera mano de qué se trataba. Lo primero que hicimos fue ir con algunos de sus bañistas recurrentes. Para proteger su privacidad, algunos de ellos no usan su nombre de pila en este artículo, sino seudónimos.
Convivir al desnudo
Una vez que te atreves a quitarte la ropa y sientes la libertad en todas sus dimensiones, no hay forma de arrepentirse. Y menos en Puerto Bonito. Esta playa te enamora por sus paisajes, por su variedad de aves y sus olas a veces recias, a veces amables. Pero, sobre todo, por ser un lugar seguro donde se puede practicar el nudismo y naturismo con total tranquilidad. Así lo procuran sus antiguos visitantes.
A veces, pasan pescadores o los bañistas en ropa de baño —a quienes llaman ‘textiles’ porque llevan ropa— de playas contiguas, pero ya están acostumbrados. Hace 20 años que la Asociación Naturista Nudista de Lima (ANNLI) va a esta playa y son conocidos y respetados por la comunidad. “En el pasado, la sociedad hubiera tomado a mal esta práctica. Sin embargo, veo que hay más apertura. Puede que se rían, pero no hay reproches”, nos dice Celso Mendo (46), miembro de ANNLI, respecto del cambio que ve en la sociedad frente al nudismo en la naturaleza. Para él, estar en Puerto Bonito es encontrar comodidad, que el sol llegue a todas partes del cuerpo y vivir la libertad en toda su expresión.
En pleno verano, estar en Puerto Bonito los domingos es ley. Suelen llevar unos letreros que limitan la playa nudista naturista de la playa textil y dan aviso a los bañistas de que a partir de esos letreros habrá personas desnudas. Celso, quien es modelo de Bellas Artes, nos cuenta que en la actualidad van de 20 a 30 personas en promedio un día domingo. Todos son mayores de edad, aunque también los visitan familias con niños siempre en compañía de sus padres. Como ANNLI, organizan juegos, celebran cumpleaños, hacen parrilla, acampan. También hay quienes prefieren estar en grupos chicos o solos, nadie está obligado a nada. Todas las cosas se hacen en el marco del respeto a los demás.
Otro constante bañista en Puerto Bonito es Danker (43), un agente inmobiliario de familia playera que siempre buscó en el Perú un lugar donde practicar nudismo hasta que encontró en Internet la información sobre ANNLI y Puerto Bonito. “En la playa me siento niño nuevamente, libre, es una sensación diferente. Cuando uno está con ropa es como una represión”, nos dice.
Para esta visita a Puerto Bonito junto a Somos, Danker contactó a Allin (42), una amiga arquitecta que no veía hace tres años. Ella se animó de inmediato. Nos cuenta Allin que le costó muchísimo acoplarse la primera vez que fue a Puerto Bonito, en 2016. Tanto, que se escondía detrás de una roca gigante apartada de los demás. Sin embargo, una vez que se soltó se sintió renovada y en contacto con el universo: “Aparte de encontrar silencio total y estar solo con las olas, es un tiempo para mí y la oportunidad de soltar todas mis preocupaciones y el estrés”, indica. Ella recomienda ir con la perspectiva de disfrutar todo lo que la naturaleza ofrece y mirar hacia dentro de uno mismo: “Podemos ver cuerpos desnudos, pero, finalmente, todos somos seres humanos”, nos dice.
Una sensación similar es la que experimentan el diseñador Christian Espinoza (50) y la administradora Vaneza Mayo (26). Ambos son amigos y encontraron en Puerto Bonito un espacio tranquilo donde relajarse y disfrutar del mar. En su carro, Christian tiene todo lo indispensable para pasarla bien. Lleva una parrilla portátil, un ‘cooler’ para las bebidas y la carne, y, por supuesto, sombrilla y mucho bloqueador. “Mi primera vez en Puerto Bonito formó parte de un proceso de aceptación plena de mí mismo. Te sientes realmente libre de ser, de estar, sin roles, condiciones ni limitaciones”, afirma Christian. “¿Recomendarías la experiencia?”, le preguntamos. “Me gustaría decir que es para todos, pero hay que tener el deseo y la voluntad de soltar muchas cargas morales, tabúes y complejos, separar el componente sexual y buscar ese espacio propio que hace que te sientas pleno contigo mismo”.
A Vaneza, por otro lado, le “gustaría que más gente cercana lo experimente con una onda de liberación o si están deprimidos”, dice. Vaneza quien asiste cada verano desde hace 10 años, considera que visitar este lugar es gratificante y te llena de energía. El que no sea una playa masiva la hace más atractiva para ella. Por ahora, Puerto Bonito, este paraíso escondido, es la única playa nudista naturista en Perú, pero se espera que se funden nuevos espacios para vivir la naturaleza en toda su magnitud. Nosotros nos atrevimos, tanto para escribir como para ilustrar este artículo. ¿Te atreverías tú? //
Una playa escondida
- Antes de ir, se recomienda comunicarse con la Asociación Naturista Nudista de Lima (ANNLI) a través de sus redes sociales por seguridad y para pasar filtros. Facebook: @naturismoperu01 / IG: @naturismoperu / X: @naturismo_peru. Hay normas de convivencia que se deben respetar.
- No es muy fácil llegar. La entrada es en el km 71, por el acceso a Puerto Viejo. Si vas en transporte público, puedes tomar un mototaxi que te deje en la subida hacia Puerto Bonito. Si vas en auto, al llegar a la caseta de control de estacionamiento debes indicar que te diriges a Puerto Bonito (antes Barrancadero) o a la playa nudista.
- Considera que se debe caminar unos 15 a 20 minutos por la playa antes de llegar a la zona nudista naturista de Puerto Bonito.
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