Un emperador romano entrando al Coliseo. Con su rosario bendecido por el Señor de los Milagros, las líneas que le marcan la cara sin sonrisa de su época en clásicos y el pellejo pegado a la piel, sin camiseta, José Luis Carranza entra al estadio Lolo Fernández de Breña y se va de frente a los bajos de la tribuna occidente, esos viejos tablones, donde vivió la adolescencia. “Aquí penan, ¿no, Ranilla?”, le dice a Alberto Ranilla, trabajador del club más de 40 años, cuya misión entre miles es custodiar en sus bolsillos las llaves del salón de trofeos de la ‘U’, el más campeón del Perú.
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Dos días antes, el Puma Carranza se había retirado de la ‘U’. Le he recordado al ídolo de Universitario esa tarde, mi primera comisión grande en El Comercio y antes de escuchar mis gracias, se adelanta: “Llevarme al Lolo fue un regalo inolvidable, cómo no me voy a acordar”. Hasta se ríe, al otro lado del teléfono.
Y luego vuelve a ser el emperador romano entrando al Coliseo, o lo que es lo mismo, el ídolo vivo más grande de Universitario de Deportes.
—Tienes el mismo físico del bicampeonato, hasta el mismo peinado. ¿Cómo estás?
—Bien, estoy bien. Luchando porque el club que me dio todo esté en mejores manos.
—Los estaba contando: hace 16 años te retiraste. ¡Dieciséis años! ¿Fue el momento justo?
—Sí, creo que sí. Estaba un poco cansado. ¿Dieciséis años? ¡Como jugando! La verdad, la ‘U’ me hizo un ganador. Soy agradecido.
—¿Qué es lo que más extrañas?
—Nunca voy a dejar de ser futbolista, esa es la verdad. Yo estaba desgastado por tantos problemas, pero quería seguir jugando. No me chocó, si a eso te refieres. Viví el luto normal. Porque yo sé que en algún momento uno tiene que decir hasta aquí. Yo estaba 10 puntos.
—Nadie te llamó para decirte: “Puma, no te vayas aún”.
—La ‘U’ era un club difícil. Me fui con mucha pena. Era difícil seguir. Para mí, la ‘U’ fue lo mejor que me pasó.
—¿Es verdad que hoy tienes que comprar tus entradas para ver un partido de la ‘U’?
—Mira, hermano, es verdad. Aquí nos hemos olvidado de muchos jugadores antiguos. de años. Y eso no puede ser. La ‘U’ no se puede olvidar de ellos. Yo no me olvido quién hizo historia en la ‘U’. No tengo problema, yo pago mi entrada. ¿Pero tú has visto quiénes se creen los dueños del club?
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AQUELLA VISITA AL LOLO EN 2004
***
José Luis Carranza Vivanco era muy chico y muy pobre, pero nada impedía soñar. Porque los sueños son gratuitos. Y el ‘Puma’ claro que soñaba. Tenía 10 años o menos, y cada vez que podía jugaba al fútbol con sus patas en el club La Azaña del Rímac, todos mayores que él, con la ilusión de parecerse a Germán Leguía. ‘Cocoliche’ era su ídolo. Luego hizo otros, claro, pero Germán fue su primer ídolo. Por esa estampa, su clase, las medias caídas, el pelito largo con gel. Así quería ser el ‘Puma’. Una tarde de 1986, cuando el Flaco Carranza Vivanco entrenaba en Breña, esperando el debut, llegó el propio Leguía para regalarle algo más que un par de chimpunes. “Me dio la vida Germán. Era un monstruo, mi ídolo”, le dijo José Luis alguna vez a DT. Desde entonces, el ‘Puma’ supo repetir el ejemplo. Y a todos los chicos aspirantes, él, calladito, iba y le regalaba los mejores botines Umbro que encontraba en la tienda.
—¿Ganaste mucho dinero?
—Para vivir. Para vivir. Ojo que yo veo por mi familia, que es una familia grande. Me salí del Rímac pero sigo viendo por mi familia. Yo no soy el mayor, soy el séptimo, tengo dos hermanos menores. Pero más que eso, la ‘U’ me dio nombre. Y mira: a mí la ‘U’ me debe. A Roberto Chale también. Perdón: a mí la ‘U’ no me debe, me debe esta gente de Gremco. Nosotros trabajamos para la ‘U’. En mi época se defendía el club por sobre todo, y a sus futbolistas símbolo. Yo me acuerdo que había un ‘grande’ que quería desarmar el equipo. Punto, fuimos directo con él y le dijimos no juegas más. No hay códigos hoy. Ni los dirigentes y menos los administradores, que no lo son que no son gente del fútbol, nunca pueden pasar por encima de nosotros.
—Roberto Chale me contó hace unos meses que le salvaste la vida.
—Roberto Chale es un crack. Y lo maltrataron. En el (Hospital) Guillermo Almenara me ayudaron para el trasplante que necesitaba con urgencia. Hablé con unos amigos y no me cobraron un sol. Ellos le salvaron la vida, yo no. Nada más te voy a decir. Roberto es un crack, no tienes idea cómo maneja los grupos. A él no lo pueden maltratar.
CARRANZA EN SU COLEGIO, EL BENTÍN
LA ‘U', SU PASADO
—Entiendo que, además de Chale, Oblitas fue el técnico que más te marcó.
—Uno es Roberto, otro es Oblitas. Pero mira quiénes me dirigieron: Cuéllar, Cappa, Piazza. Y Marcos.
—¿Tú relación con Oblitas como es hoy?
—Buena. Sí. Me habló mucho. Porque él siempre me aconsejaba, me llevó por el buen camino. Ojo, el Ciego siempre nos trató fuerte, con la madre y todo, ah. Nosotros nos respetamos y nos queremos.
—¿Cómo era Marcos Calderón? Es el técnico más ganador del fútbol peruano y casi no se le recuerda.
—Era un sabio. Fue el entrenador que me hizo debutar en Primera.
—¿Por qué lo dices?
—A mí rapidito me desahuevó (sic). Días antes de debutar en Copa Libertadores, me dijo: “O juegas bien o juegas bien, o sino, como eres pájaro frutero, te vuelves al Rímac y ya”. Se sabía toda mi vida. Era un adelantado. Los seguía a los 30 jugadores, se sabía todo de ellos. Antes de jugar contra el Bolívar, en mi debut internacional de 1986, me dice: “Ahora te quiero ver pues. Yo no te veo ah, tienes tu padrino Nicolini, ahora pues”.
—¿Qué le dijiste?
—Nada. Porque así como te decía eso, te daba un abrazo que te rompía los huesos. Con Marcos, lo que te enseñaba, uno podía jugar en el espacio. En Marte. No sabes lo que era.
—¿Tienes esa camiseta del debut?
—No vivo de recuerdos, esa es mi ley. No tengo nada. Ni cuando empecé ni cuando terminé. Siempre se las regalé a la gente que quiero.
—¿Te arrepientes de eso? Costaría miles de dólares para un coleccionista.
—Nunca me he arrepentido de lo que he hecho. Como las ofertas, por ejemplo. Tuve ofertas para irme pero aquí era feliz. Di mi palabra y para mí eso es todo. La palabra es mejor que firmar un documento.
—¿Hubo una que realmente te hizo pensar en dejar la ‘U’ o nada?
—No, no, porque no las escuchaba. Una vez Mauricio Novak, un empresario amigo, me habló de Racing de Avellaneda. Él luego llevaría a Dulanto a España. Me seguía para todos lados.
—La ‘U’ te dio jugadores amigos, dinero, prestigio pero, ¿qué te quitó?
—La ‘U’ me dio un nombre en el fútbol. Pero no tuve niñez, ni juventud. Viví para la ‘U’ tantísimos años. Pero no diría que me quitó, porque fuí feliz. Y gracias a todos los referentes que me acompañaron esos años, más aún.
—Una vez Roberto Martínez me dijo que no sentía ídolo del club. Que solo Lolo y tú lo eran.
—Yo lo considero mucho, y creo que es más ídolo que nosotros. Es mi hermano de toda la vida. Nosotros no somos ídolos, el único es Lolo, eso es claro. Oye, Miguel: aquí viene cualquier desconocido y cree que es ídolo. Los hinchas pueden hablar cualquier cosa. Yo me he peleado con ellos, cuando le faltaban el respeto a un jugador. Nunca tuve que pagarle ni darle nada a nadie. Siempre fui con ellos de frente.
EL ÍDOLO EN LA ‘U'
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LA ‘U’ HOY
‘Carretilla’, ‘Flaco’, ‘Marciano’, y ‘Puma’. Difícil decir quién se las puso. La primera chapa pública fue ‘Carretilla’, por su particular jugada de tirarse al suelo para quitar una pelota, símbolo de lo que se aplaude en la ‘U': el esfuerzo, el sacrificio de no dar nada nunca por perdido. Carretilla también fue para ‘Rulito’ Pinasco y Elejalder Godos, que la popularizaron. En la ‘U' de Oblitas, a fines de los ochenta, lo apodaron ‘Flaco’, por su físico. Roberto Martínez, su gran amigo, fue quien dentro del vestuario lo llamaba ‘Marciano’. La chapa saltó también a los medios. Pero fue ‘Puma’ el alias con el que lo conoció el país.
—Eres muy crítico de las administraciones. ¿Qué es lo peor que le han hecho al club?
—Las administraciones solo hundieron más a la ‘U’. Seguro habrá muchos periodistas buenos, como los muchachos de canal 4, Osores, Del Portal y De la Piedra, que hablaron con documentos. Aquí no se puede mentir. Todo lo que hay debajo va a hacer explotar la tapa, vas a ver. Los dirigentes son unos impresentables, no nos pueden engañar. Este señor Moreno está tachado en Registros Públicos y controla el club. ¡Cómo puede ser eso! Yo pienso que aquí se la están jugando todo, ¿no? Ellos lo han dicho: quieren vender el Lolo y Campo Mar.
—¿La ‘U’, el Lolo y Campo Mar son un botín?
—Es un tesoro, pero para los jugadores.
—¿Cuál es tu relación con Comizzo?
—Ninguna.
—¿Por qué? ¿Es verdad que tuvieron un problema en su etapa anterior?
—Ehhhh. Ahí está la señora Rocío Chávez y Ayar López. No me faltó el respeto pero sus formas no fueron las correctas. Estábamos jugando un partido de fútbol y había muchos invitados, gente del Poder Judicial, del Gobierno, ex futbolistas. ¿Te parece bien que en mi casa alguien venga a insultar? Aquí nomás en el Perú se aguanta esta huevada (sic).
—¿Hasta dónde reaccionaste tú?
—Yo no me quedé callado. Pero los señores lo habían traído y tuve que controlarme. Eso es muy claro. Luego se fue, sin despedirse, dijo un montón de cosas. No hay que olvidarnos. Luego lo llamé por teléfono. Nunca me contestó. Las cosas se dicen en la cara, o lo que quieran.
—¿Por qué dijiste hace poco que en los clubes grandes del país ya no quedan referentes?
—Tú ves que pasan un montón de cosas y nadie dice nada. Los trabajadores son parte de nosotros. Ganan poco. Cómo pueden botar a las chicas del fútbol femenino. Nosotros éramos fuertes, era un grupo duro. Contra dirigentes, contra la barra e incluso contra el entrenador, íbamos de frente. Cuidábamos a los chicos.
—¿Por qué parece que están distanciados con Chemo?
—Estamos distanciados por cosas que pasaron.
—¿Qué pasó?
—Seguro que nos vamos a encontrar y se las tendré que decir. Él sabrá. Hay que ser hombre para reconocer los errores en la vida. Nos conocemos de años con Chemo, yo soy directo. Él me conoce. Espero que no sea irreconciliable, yo no creo, pero hoy el tema es así. No hablamos hace tiempo.
LA ‘U’ Y ALIANZA
Al ‘Puma’ se le quiebra la voz. Llora. Y la verdad, tiene un poco de miedo. Es curioso pero justo él, que fue el líder espiritual con el que creció la Barra Norte, ahora tiembla, mientras trata de entender qué es lo que canta la gente en la tribuna y qué bandera van a desplegar. Es una sorpresa. Durante toda la semana previa a su partido de despedida, en el 2006, su familia se la pasó buscando una foto de Roberto Carranza, su padre. Mónica Zevallos, crema como él, le pregunta en público si le falta alguien en esta fiesta y el ‘Puma’, asustado, dice bajito el nombre de su padre. “Él me falta”, dice. Su padre falleció cuando José Luis Carranza tenía 11 años. Nunca lo pudo ver jugar al fútbol. Estamos en el Monumental, cada fecha caliente, un Coliseo Romano. En ese instante se despliega la bandera gigante en la popular con el rostro de don Roberto. Carranza se echa a llorar. Pero ya no faltaba nadie en su fiesta. A veces las lágrimas también son de felicidad. Le salen a los hombres de bien.
—Pocos saben que también eras muy amigo de los Potrillos de Alianza Lima. ¿Qué recuerdas de esa época?
—Me chocó, claro. También cuando pasó lo del chico Baylón, un año nuevo. Me fui solo a Matute a despedirme. En ese momento no importan las camisetas. Y mira: ningún tipo, nadie me dijo nada ni me insultó. Y yo se los agradezco. En cada clásico se acuerdan de mi mamá, de mis hijos, de todo. Yo ya no juego y pasa lo mismo. Me mentan la madre en todos los idiomas. Si se acuerdan es por algo, yo sé. Siempre gané por partidos decisivos pero ojo, es fútbol, nada más. No como un imbécil (sic) que habla en contra de la ‘U’ por todos lados, en cada entrevista. Si quieres ganarte a tu gente, gánatela bien. Quiere llamar la atención así, no lo entiendo.
—¿Con quiénes eras amigo?
—Con (Daniel) Reyes, con Pachito (Bustamante), que era del Rímac. (Gino) Peña también era de mi barrio. Con Casanova, un crack. Pero crack, crack, crack. Y como persona no tienes idea. Caíco era un señor, ni te imaginas. Compartíamos selección y clásicos. Lo que pasó fue una pena terrible.
—Una vez saliste en TV haciendo campaña política. ¿Por qué, Puma?
—No, no, no. Aquella vez fue solo para ganar adeptos. Primero, yo no vivía en Comás. Aparte, es peor que jugar al fútbol. En cada esquina hay un millón de enemigos. No estamos para eso.
—A Julio César Uribe le ofrecieron ser vicepresidente hace un tiempo. Es darse un baño de mugre eso, le dijeron sus amigos.
—Yo aparecí esa vez y me querían llevar al Congreso. Yo no, la verdad que no. Cada uno escoge, yo soy gente de fútbol y lo mío es el deporte. He trabajado para el Callao y me trataron de maravilla. Camino por el Callao y Ventanilla, soy agradecido. Futbolista soy, no político.
EL DATO
El Puma Carranza aparecerá en el libro Crema, mi gran amigo 2 (Estruendomudo, 2020), que se presentará en los próximos días. Será su estreno como autor.
EL PUMA DEFINE
Roberto Martínez
Es mi hermano. Nadie lo va a quitar. Su mamá me trataba como un hijo.
Gustavo Grondona
Es un señor. Uno de esos grandes que vienen a dejar escuela en Perú.
Juan Manuel Vargas
Lo quiero como un hijo. Lo sacaron mal de la ‘U'. Yo he hablado con él y le he dicho que debe tener una revancha. Ojalá pueda retirarse en la ‘U'.
Ricardo Gareca
Es un gran entrenador. Vio y eligió en el momento justo. Llamó a los jugadores de la ‘U’ en su mejor momento, que los teníamos con Roberto Chale. Todo el mérito por el Mundial y la Copa América.
Claudio Pizarro
Un ganador. Un señor del fútbol. Es gran amigo del Loco Vargas, su hermano, y su nivel está en todo el mundo.
Marko Ciurlizza
Es mi compadre, padrino de mi hija mayor Francesca. Siempre respeté su decisión de irse a Alianza.
Waldir Sáenz
Es mi pata. Es un negro loco, un goleador.
Juan Jayo
También es un amigo. Ahora jugamos juntos en partidos másters.
César Cueto
Ídolo del Rímac, ídolo del Perú.
Leo Rojas
Lo amo. Es un papá del fútbol para mí.
Julio César Uribe
Crack. Inmenso. Otro de mis ídolos.
Franco Enrique Navarro
Es un monstruo. ‘De a Luca’ Vialli, le digo. Goleador terrible.
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