El odontólogo asmático Alexander Rivera (50), vecino de Bellavista, no ha hecho más que intentar ayudar con acciones concretas a ponerle fin a la pandemia desde que esta comenzó el año pasado. Quiso enrolarse a las filas del Ministerio de Salud, pero no fue convocado. Meses después, cuando se anunció que iban a necesitarse voluntarios para los ensayos clínicos de la vacuna fabricada por el laboratorio chino Sinopharm, no lo pensó dos veces y se inscribió. Lo llamaron, pero al realizarse los exámenes médicos propios del proceso lo devolvieron a su casa. Tenía la presión muy alta. No claudicó. Se preocupó por mejorar la salud y volvió al ruedo. Tuvo más suerte esta vez y recibió las dos dosis con un intervalo de 21 días. En ese punto no sabía si era la vacuna real o el placebo, pero no importaba. Tenía la satisfacción de haber servido su comunidad, a su país y un poquito –bastante – a la humanidad. “Todo este escándalo del ‘vacunagate’ me tiene profundamente triste y decepcionado. Con toda la gente que ha fallecido en primera línea, hay quienes han buscado sacar provecho de esto. Sin embargo, hay que pararse rápido de la pena porque hay mucho por hacer. No creo en la clase política y su la podredumbre. Pero sí en el personal médico que sigue luchando, en las Fuerzas Armadas y en la policía, que han tenido tantas bajas, y en el esfuerzo de los 12 mil voluntarios que pusimos el hombro cuando más se necesitaba”, le dice Rivera a Somos. Pese a todo, él ahora quiere sumar fuerzas en la campaña de vacunación. Desea inocular a más gente, lo más rápido posible y que esto se acabe de una buena vez.
Contenido Sugerido
Contenido GEC