Ironman
Ironman
Franco Arambulo

Está claro que el triatlón no es un desafío que puedan asumir todos. Ni siquiera la mayoría. Sin embargo, lo que no es muy conocido es el origen de esta disciplina, en la que superhumanos completan duros recorridos por tierra y mar... aunque poco les falta el aire. Los orígenes, de hecho, se remontan a 1978, en Hawái. Fue allí donde se establecería un debate entre los marinos de la isla para saber quiénes eran los más fuertes: los corredores, los nadadores u otros atletas. Con el fin de zanjar a la especulación, se decidió combinar tres pruebas (nado, ciclismo y fondo) en una, mediante la que se pudiese determinar qué deportista era el mejor. “Quien primero acabe la carrera será el ironman (hombre de hierro)”, se dictaminó. Y con esa vara se ha medido a los más recios hasta la actualidad.

Ya han pasado casi 40 años de eso y hoy el deporte extiende su popularidad alrededor del globo, y el mundial de Ironman 70.3, a desarrollarse el 9 y 10 de setiembre en Tennessee, EE.UU., es uno de sus certámenes más importantes. Hay que destacar que para poder acceder a él, más de 130 mil atletas tuvieron que participar en las fases clasificatorias. Solo tres mil fueron seleccionados. Quince de ellos, peruanos.

La competencia, más conocida como medio Ironman, consigna 1,93 kilómetros que hay que nadar, 90,1 kilómetros para montar bicicleta y 21 kilómetros más para correr. La suma total de las distancias alcanzan los 113 kilómetros o 70,3 millas, aproximadamente. De ahí el nombre de la carrera.

Dicho esto viene la inevitable interrogante: ¿cómo hacen estos deportistas para llevar su cuerpo al límite, tanto física como mentalmente? Vladimir Figari, arquitecto de profesión y triatlonista que competirá en Tennessee, cuenta: “Todo es parte de un estilo de vida. Vives con el pensamiento de un profesional y esto lo complementas con fisioterapia, estiramientos, buena nutrición y masajes musculares para prevenir lesiones”. Asimismo, tienen planes de entrenamiento semanales que combinan dos de las disciplinas, que se alternan según cargas e intensidades. Incluye un día de reposo, por supuesto, pero en realidad se trata de un descanso activo. “Cuando me toca, hago una nadada más suave, más recuperadora, pero no dejo de entrenar ningún día”, afirma Daniela Morales-Bermúdez, psicóloga deportiva que hace malabares para organizarse entre el ejercicio, su trabajo y tres hijos. Ella también se prepara para setiembre.

Otro punto fundamental es encontrar el balance que permita desarrollar una vida normal. “Cuando me diagnosticaron diabetes, me recomendaron hacer mucho deporte”, dice Stefano Ratto, quien con sus 25 años de edad es uno de los seleccionados peruanos más jóvenes. “Antes de empezar en los triatlones, practiqué diferentes disciplinas, pero siempre las tomé como pasatiempos. Entreno porque me gusta, no porque ‘tengo que’, así que no me cuesta encontrar equilibrio porque para mí no es una obligación, sino algo normal”, explica. 

La mente: el as bajo la manga 
​Las historias de cómo llegaron a ser ironmen y de cómo viven su pasión son diversas; sin embargo, todas desembocan en un punto común: tener como mejor arma a la mente. Salvador Ruiz-González subraya, por ejemplo, que uno puede estar preparado físicamente, pero si la cabeza no está entrenada, no se gana. “Después de tantos kilómetros, estás tan agotado que lo único que te hace llegar a la meta en una buena posición es la parte mental. Creo que es el poder más fuerte que domina el cuerpo”.

De la mano de mucha disciplina, claro. “Sin ella, es difícil sobrellevar los duros entrenamientos que exige la carrera”, añade Morales-Bermúdez. 

La sensación una vez que se llega a la meta, coinciden todos, es indescriptible, más aún si es con un buen resultado. “Todas las emociones están en su pico máximo, es una mezcla de todo y un premio al sacrificio de meses enteros. En el camino, tienes que privarte de muchas cosas, pero cuando pisas la meta te llenas de orgullo y felicidad”, cuenta otro adicto a los extremos, Alfredo López-Albújar.

De todo esto queda que, en realidad, no hay una fórmula secreta para convertirte en un hombre de hierro. Se trata de un estilo de vida al que se puede llegar por diferentes caminos. Lo que sí se puede asegurar es que, como finaliza la triatlonista Morayma Segura, si se está contento consigo mismo y satisfecho del esfuerzo librado, ya lo único que queda es divertirse. 

Básicos para un Iroman
Gianmarco Sánchez Chávez, fisioterapeuta profesional de CRYMEF, recomienda:

  1. Vehemencia: Preparación diaria y minuciosa que fortalezca el aparato neuromúsculo-esquelético mediante entrenamientos y adecuada alimentación.

  2. Control: Dominar tanto la técnica como la respiración. Evitar pensar en el cansancio y los dolores propios de tan extremas condiciones deportivas. 

  3. Equipamiento: Contar con los materiales y equipos adecuados para cada disciplina. Además de masajes y estiramientos de recuperación que permitan mejorar la performance del triatleta.

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