(Foto: Pixabay)
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Elmer Huerta

La semana pasada se publicó el estudio más grande que se ha hecho hasta ahora sobre la genética de la orientación sexual del ser humano. El estudio concluye –como era de esperarse de un comportamiento tan complejo como la sexualidad– que no existe un ‘gen gay’, y que más bien, la orientación sexual del ser humano es resultado de una complicada interacción entre miles de genes (poligenia), medio
ambiente, cultura, política y religión. Sabiendo que entre 4% y 10% de los seres humanos tienen una orientación sexual hacia personas del
mismo sexo, la cual es considerada patológica e ilegal, y está criminalizada en más de 70 países –algunos con pena de muerte– es importante entender este nuevo estudio.

—Breve historia—

El primer estudio –y que originó la confusión del ‘gen gay’– se publicó en 1993. Investigadores del Instituto Nacional del Cáncer de EE.UU. estudiaron 40 pares de gemelos y descubrieron una región del cromosoma sexual X (Xq28) que, supuestamente, estaba relacionado
con la homosexualidad. En 1999, ese estudio fue refutado por no poder repetirse.

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Sin embargo, la base genética de la homosexualidad se reforzó con un estudio del 2015, hecho en 400 gemelos. El problema era que esos
estudios tenían siempre un número pequeño de participantes.

—Estudio actual—

Conducido por investigadores de la Universidad de Harvard, y publicado en la revista “”, se estudiaron los genomas de 493.001 personas de raza blanca, entre 40 y 70 años, en Inglaterra
y EE.UU., a quienes se dividió en dos grupos de acuerdo con su respuesta a la siguiente pregunta general: ¿Ha tenido alguna vez relaciones sexuales con una persona de su mismo sexo? Nótese por
tanto, que el estudio no tuvo que ver específicamente con la orientación o identidad sexual, sino con una experiencia sexual.
Los genomas se analizaron con una técnica llamada Estudio de Asociación del Genoma Completo (GWAS, por sus siglas en inglés), la
cual busca variaciones genéticas (SNPs) que se relacionen con cierto rasgo, en este caso, con la experiencia de haber tenido o no relaciones sexuales con personas del mismo sexo. Confirmando previos estudios, los resultados confirmaron una base genética para ese tipo de comportamiento, descubriéndose cinco variantes genéticas asociadas a ella.

Además, se vio que dichas variaciones genéticas, no están localizadas en los cromosomas sexuales X o Y, por lo que se descarta que exista el llamado ‘gen gay’ descrito en 1993.

La primera parte del análisis evaluó un millón de variantes genéticas (SNPs) para descubrir cuáles eran las más frecuentes en personas
que tenían relaciones sexuales con personas del mismo sexo. Se encontró que cinco variantes genéticas estaban presentes en 8% a 25% de las personas con ese comportamiento. En otras palabras,
hasta en 25% de los casos, ese tipo de experiencia sexual tiene base genética, el resto esta determinado por factores del medio ambiente
y la cultura.

El segundo análisis fue para ver si alguna de esas cinco variantes era lo suficientemente poderosa como para tener un valor predictivo, es decir, para determinar si su presencia, podría predecir la tendencia de una persona a tener relaciones sexuales con personas del mismo sexo. El valor predictivo fue menos del 1%, lo que significa que, el hecho de tener alguna de esas cinco variedades genéticas en su genoma, no indica si la persona tendrá mayor o menor probabilidad de tener esa orientación sexual.

En otras palabras, no existe una prueba genética para determinar la orientación sexual, y esta dependería de miles de otros genes (poligenia) aún no descubiertos.

—Funciones relacionadas—

Los investigadores resaltan el hecho de que algunas de esas variaciones genéticas están íntimamente relacionadas a ciertas funciones, que de una u otra manera, tienen que ver con la sexualidad. Una, por ejemplo, está relacionada con el olfato, sentido que se sabe esta íntimamente vinculado al comportamiento sexual. Otra, con la tendencia al comportamiento de alto riesgo y a la experimentación. Otra con la mayor frecuencia de trastornos de salud mental (documentada en personas LGBTQ). Y otra, con la calvicie masculina que –mediante el factor de transcripción TCF12– está relacionada con
el desarrollo de las gónadas y el gen de determinación del
sexo Y (SRY), responsable de la determinación del sexo masculino en humanos.

Otro hallazgo importante es que 60% de las variantes genéticas son comunes para hombres y mujeres, mientras que 40% son exclusivas de hombres o de mujeres. Eso, dicen los investigadores, demuestra la diferente naturaleza genética de la orientación sexual de hombres y
mujeres.

—Corolario—

El estudio –que proporciona una base firme para futuras investigaciones– arroja más preguntas que respuestas, pero deja en claro de que en el tema de orientación sexual existe un elemento de
genética y biología, y existe un elemento del medio ambiente.

Sin duda, los modernos estudios genéticos nos dan la oportunidad de obtener estudios objetivos y de base biológica, que complementen los múltiples estudios subjetivos –psicológicos y sociológicos– que se han hecho con respecto a la orientación sexual del ser humano.

Por otro lado, el estudio solo permite un atisbo a las misteriosas profundidades de la sexualidad humana, pero es, sin duda, un eslabón mas en la cadena de entendimiento acerca de que el comportamiento no heterosexual pertenece al espectro normal y natural de la diversidad humana.

Nos quedamos con la reflexión del Dr. Benjamin Neale, uno de los autores del estudio, quien concluye que “siendo la diversidad sexual
parte natural y normal de la variación de la especie humana, no se debe intentar el desarrollo de curas gay. Eso no debería interesarle
a nadie”.

En mérito a la importancia del estudio, los investigadores han creado el sitio web multilingüe para más información.

[El Comercio no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.]

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