Las aguas de la costa norte peruana poseen una gran riqueza porque en ella convergen dos ecosistemas marinos opuestos entre sí: el sistema Humboldt, de aguas frías y rico en nutrientes; y el sistema ecuatorial, cálido y de baja productividad. En este escenario marino, un grupo de científicos, que ampliaron su campo de estudio más allá de las ballenas jorobadas, lograron reportar la presencia de otras especies de cetáceos que transitan por estas aguas.
Durante ocho años, entre el 2010 y el 2017, más de 20 personas —entre biólogos, estudiantes, habitantes de la zona y dueños de una empresa turística— emplearon más de 847 horas en observar ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae) y lograron detectar la presencia de otros cetáceos que van desde distintas especies de delfines hasta orcas y ballenas azules.
“Navegamos con una ruta aproximadamente definida y en el camino buscábamos algún encuentro con cetáceos. Además, avistadores en tierra —Sebastian Silva y Salvador Gubbins también coautores del articulo— estaban constantemente buscando estas especies en la zona desde un cerro cercano al mar”, cuenta Esteban Duque, biólogo marino colombiano y uno de los coautores del estudio publicado en febrero de este año.
Investigaciones previas han confirmado que 33 especies de cetáceos pueden avistarse en la costa norte peruana, pero lo particular de este estudio es que ha logrado observar a 13 de ellas vivas.
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Investigación a bordo
El avistador en tierra siempre está en contacto directo con la tripulación y es este quien al detectar un cetáceo próximo a la costa, se comunica con la embarcación para que esta enrumbe al punto señalado.
Esto es parte de la rutina de la compañía de turismo Pacifico Adventures, que ofrece a los visitantes la posibilidad de avistar ballenas y otras especies que puedan aparecer durante el recorrido. Pero lo que destacan los investigadores del estudio, es que han aprovechado la logística de la empresa para recoger una variedad de muestras de relevancia científica.
El punto de partida para cada una de las salidas es siempre el muelle ubicado en la playa Los Órganos, en la provincia de Talara, departamento de Piura, y el área recorrida bordea los 168 kilómetros cuadrados. Las temporadas elegidas son las de avistamiento de ballenas jorobadas, sobre todo “durante su migración de cría en el invierno y la primavera austral”, indica el estudio. Incluso se llegaron a sumar excursiones en los meses de verano, pero no fueron más de dos salidas por mes.
“Este tipo de esfuerzo de navegación se realiza entre los meses de julio y octubre, y las salidas son diarias”, indica Aldo Pacheco, doctor en ciencias naturales especializado en ecología de comunidades marinas y de cetáceos, y autor principal del artículo.
En la investigación científica se destaca que las especies de cetáceos observadas representan el 39.3 % de las reportadas para las aguas peruanas. La diferencia es que estas navegaciones han permitido ver especies vivas, pues los reportes previos son principalmente de varamientos y capturas incidentales.
“El conocimiento sobre cetáceos en el Perú proviene principalmente de estudios publicados sobre captura incidental o sobre lo investigado durante la época de caza de ballenas”, precisa Pacheco.
Si bien existen cruceros de investigación que recorren la costa peruana recogiendo datos sobre cetáceos, indica el reciente estudio, el problema es que estos hallazgos no llegan a ser publicados en revistas científicas. Esto, para los entrevistados, restringe el acceso a esa información.
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Los protagonistas del estudio
Las especies que han sido avistadas con mayor frecuencia son las ballenas jorobadas, probablemente porque ese era el objetivo principal de las embarcaciones turísticas. Sin embargo, los delfines comunes de hocico largo (Delphinus capensis) lograron posicionarse en el segundo lugar.
Las que fueron observadas por una única vez fueron la ballena de aleta (Balaenoptera physalus), una ballena picuda que no lograron identificar —aunque creen que puede ser del género Ziphius o Mesoplodon spp.—, el delfín oscuro (Lagenorhynchus obscurus) y el delfín moteado tropical (Stenella attenuata).
En aguas más cercanas a la costa, los investigadores avistaron al delfín mular o nariz de botella (Tursiops truncatus) y a la ballena de Bryde (Balaenoptera brydei). En aguas oceánicas o más profundas pudieron ver a una ballena azul (Balaenoptera musculus), al delfín común de hocico corto oceánico (Delphinus delphis), el delfín gris (Grampus griseus), la ballena piloto de aleta corta (Globicephala macrorhynchus) y a la ballena asesina (Orcinus orca).
A los autores del estudio les llamó la atención toparse con una ballena azul y un delfín oscuro, la primera porque posee poblaciones “muy deprimidas” y el segundo porque “su distribución septentrional había sido reportada solamente hasta las costas de Salaverry [departamento de La Libertad]”, explica Pacheco.
Esteban Duque agrega que se conoce muy poco de las ballenas azules y se trata de poblaciones que se encuentran “en mucho peligro”. Para el biólogo marino haberla visto “en tantas ocasiones es un buen indicio y es indudablemente inesperado”.
Otro de los hallazgos que destaca la publicación científica es el registro de las ballenas de aleta, porque su presencia proporciona evidencia de que podría estar distribuida en aguas cercanas al Ecuador.
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Amenazas en la costa norte peruana
Todos los cetáceos reportados en el estudio están amenazados y la captura incidental sigue siendo el mayor problema. La publicación científica señala que las ballenas jorobadas suelen enredarse en los aparejos de pesca y los delfines comunes de hocico largo son víctimas de la captura incidental, es decir, caen en las redes sin ser la especie objetivo.
En aguas peruanas, añade el estudio, “existe una importante mortalidad de delfines y marsopas debido a la captura incidental y la caza directa”.
“El delfín de hocico largo, nariz de botella, ballenas piloto tienen problemas por la captura incidental. Especies como la ballena jorobada, azul, Bryde y de aleta tienen poblaciones en bajos números producto de la cacería”, precisa Pacheco, quien confirma que la captura incidental sigue teniendo un alto impacto en los cetáceos que surcan las aguas del Perú.
El biólogo marino menciona otras amenazas que afectan a las especies de cetáceos listadas en la investigación. Empieza por la mortalidad registrada en la colisión con embarcaciones; luego destaca la contaminación sonora, aquella producida por las prospecciones sísmicas en la exploración petrolera; la contaminación general, principalmente, por plásticos, metales pesados, materia orgánica, químicos y microorganismos patógenos; y concluye con el turismo de avistamiento mal regulado.
Sobre este último punto, a Pacheco le llama la atención cómo siguen apareciendo cada año nuevas embarcaciones turísticas en la zona. “No tenemos certeza de que estas realmente estén familiarizadas con los protocolos de avistamientos. Nosotros hemos realizado un estudio donde efectivamente comprobamos que hay efectos negativos en el comportamiento de ballenas jorobadas cuando hay muchas embarcaciones observándolas”, indica.
Les preguntamos a Pacheco y Duque si fueron testigos de algunas de las amenazas que mencionan durante el trabajo de campo y la respuesta fue afirmativa. Vieron a algunas ballenas atrapadas en mallas de pesca y delfines varados en las playas.
“El impacto más grande que hemos podido observar es el enmallamiento. Hemos logrado avistar a varias ballenas enredadas en artes de pesca, lo cual pone en alto riesgo su salud y su vida”, sostiene Duque.
Las investigaciones en la costa norte peruana continuarán. Ahora les interesa hacer un mayor énfasis en entender la distribución y abundancia de las especies de cetáceos, y seguir con sus estudios en la acústica de ballenas jorobadas y la fotoidentificación de especies.
Además adelantaron que las navegaciones en los meses de verano aumentarán para entender mejor el comportamiento de las especies que se avistan durante esos meses.
“Hasta ahora tenemos grabaciones de varias especies de cetáceos, entre ballenas y delfines. Esperamos comenzar a generar publicaciones dentro de poco y continuar recolectando datos para mejorar el estado de conocimiento de estas especies”, concluye el biólogo colombiano.
El artículo original de Alexa Vélez Zuazo fue publicado en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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