Qaramtá, el ejemplar macho de jaguar o yaguareté (Panthera onca) que desde hace un año y medio transita los bosques del Parque Nacional El Impenetrable, en el corazón del Gran Chaco argentino, todavía no lo sabe, pero su historia romántica con Tania, una hembra nacida en cautiverio, acaba de tener el ansiado final feliz. El fugaz encuentro que mantuvieron en octubre de 2020 se tradujo en el nacimiento de dos inquietas crías, cuya existencia fue dada a conocer ayer mismo, una vez que cumplieran sus diez días de vida.
“Fueron semanas de mucha adrenalina, y ahora mismo, de una alegría inmensa. Todo lo ocurrido superó nuestras expectativas más optimistas. Sería imposible que saliera mejor”, dice Gerardo Cerón, biólogo de la Fundación Rewilding Argentina (FRA) y encargado de la Estación de Campo El Teuco que funciona dentro del Parque Nacional El Impenetrable que dirigió el prolongado y exitoso proceso.
Cachorros de jaguar de acostumbran a su nuevo hogar. Crédito: Fundación Rewilding Argentina.
En efecto, el resultado de la primera cruza entre un ejemplar de jaguar salvaje y otro que nunca conoció la libertad se asemejó a una de esas series televisivas en las que las circunstancias parecen ir en contra de los deseos de los protagonistas, hasta que en el episodio final todas las soluciones surgen casi por arte de magia.
Un breve resumen del guión permite recordar que la primera imagen de Qaramtá fue captada por una cámara trampa del espacio protegido en septiembre de 2019. Rápidamente se decidió llevar a la zona una hembra cuya presencia lo anclase a esa zona, con el objetivo de capturarlo para instalarle un collar GPS que permitiera monitorear sus movimientos. En diciembre de ese año, una segunda hembra con capacidad reproductiva —Tania— sustituyó a la primera y dio comienzo a una relación que incluía prolongados momentos de roces y bramidos a ambos lados de la malla metálica del recinto donde ella tiene su morada. Finalmente, entre el 17 y el 20 de octubre de 2020 se produjo el encuentro. Fue entonces que comenzaron las sorpresas.
La inicial fue descubrir que Qaramtá, un ejemplar de 5 años de edad, era muy amable y nada agresivo en el trato con la hembra, pero al mismo tiempo completamente inexperto en materia reproductiva, según pudo verse en las cámaras que grabaron lo que sucedía. La segunda, casi inmediata, fue comprobar que una vez que él abandonó el corral ella comenzó a evitarlo: “No se acercaba al perímetro como hacía antes cuando Qaramtá la visitaba, no hubo más interacción”, recuerda Cerón. La tercera comenzó a despertar sospechas: el nuevo celo de Tania se retrasaba más de la cuenta. “Pensamos que podría haberse alargado o incluso que se lo hubiese saltado. A veces ocurre en esta especie”, continúa relatando el investigador, con una voz que no puede ocultar la emoción.
El proceso ya no se modificaría. Tania dejó de vocalizar, una práctica habitual de las hembras jaguares para “llamar” a algún macho que se encuentre en las cercanías; mientras acentuaba la indiferencia hacia su pareja. En las yaguaretés, los signos externos de preñez demoran bastante en aparecer, y solo al final del período de gestación (que habitualmente dura alrededor de tres meses) comienzan a hincharse los pezones y crecer el volumen del vientre. Contra cualquier pronóstico que auguraba la necesidad de nuevos encuentros de la pareja, los tiempos se aceleraron de improviso y todos los actores implicados en la tarea de impedir que el Gran Chaco argentino vea extinguirse a su animal más emblemático tuvieron que poner manos a la obra. Por fin, el 30 de enero, Tania dio a luz a los dos cachorros que esta semana se convirtieron en noticia.
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El Impenetrable, hogar de los cachorros
“Estamos frente a un desafío de proporciones para el que tenemos que trabajar en conjunto todos los miembros de la subcomisión chaqueña del Plan Nacional de Conservación del Yaguareté”, afirma Juan Garibaldi, delegado de la Administración Nacional de Parques Nacionales (APN) en el noreste del país. Los gobiernos de la Nación y de las cinco provincias de la región, y las cuatro organizaciones de la sociedad civil que junto a APN integran dicha subcomisión apuraron la toma de decisiones.
En principio determinaron que Tania pariera y criara a sus cachorros en El Impenetrable, pese a las opiniones que sugerían trasladarla a su residencia habitual en el Centro de Reintroducción de Yaguaretés (CRY) que la Fundación Rewilding posee en el Iberá, 500 kilómetros al sudeste. El argumento para sostener esta opción era la necesidad de desanclar a Qaramtá del área para no impedir que se aparease con otras hembras que pudieran rondar la zona (de hecho, la aparición meses atrás de unas huellas de menor tamaño sugieren la posibilidad de que haya alguna cercana, aunque todavía no pudo ser confirmada). “Los cachorros tienen que crecer en el ambiente donde van a ser liberados para que luego puedan identificar sus ruidos, sus olores, sus plantas, sus animales”, sostiene Sebastián Di Martino, Director de Conservación de FRA, a quien no se le puede negar experiencia en el tema.
Tania con sus cachorros dentro del reciento. Crédito: Fundación Rewilding Argentina
El proyecto que se desarrolla en el espacio que posee la Fundación en Iberá, Corrientes, lleva diez años funcionando, y en el transcurso de 2021 ya ha producido otras dos noticias de impacto para que el regreso del jaguar a tierras argentinas se vaya consolidando. Primero, el nacimiento de una nueva camada de cachorros —la tercera desde 2016—. La hembra Juruna dio a luz a Sagua’a (vocablo guaraní que significa “ser salvaje o indómito”) y a Sãso (“ser libre” en el mismo idioma). Días después se produjo la liberación de Mariua y sus crías Karai y Porã, de cuatro meses de edad, convertidos en los primeros ejemplares de jaguar que caminan en libertad por el Iberá luego de 70 años de haberse extinguido.
Las imágenes de Tania y sus minúsculos retoños, que todavía carecen de nombre —”Ya hemos lanzado una campaña para que los elija la gente del Gran Chaco argentino”, informa Marta Soneira, Secretaria de Desarrollo Territorial de la provincia chaqueña—, además de generar ternura exponen la indefensión de una especie que para recuperar el sitio que alguna vez tuvo en la zona necesita de múltiples y decididos apoyos.
Primeros días de los cachorros en el Impenetrable. Crédito: Fundación Rewilding Argentina.
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Una nueva etapa plagada de retos
“La siguiente etapa es diagnosticar con precisión las amenazas que afectan actualmente a los yaguaretés e implementar las acciones que cada organización tomará a su cargo para intentar mitigarlas”, señala Verónica Quiroga, doctora en Biología de la Universidad de Córdoba y participante de la subcomisión de Conservación a través del Centro de Investigaciones del Bosque Atlántico (CeiBA) y el Proyecto Yaguareté.
Los jaguares demoran entre dos y tres años en alcanzar la madurez, y ese es el plazo marcado para conseguir revertir algunas situaciones que hoy harían imposible la liberación de una madre con sus cachorros. “Resulta imprescindible cambiar la percepción negativa que buena parte de los habitantes de la región tienen respecto al tigre [como llaman también al jaguar en Argentina] para así acabar con la cacería, y al mismo tiempo evitar que siga reduciéndose su hábitat”, indica Quiroga.
Desde el plano institucional, Marta Soneira coincide en la mirada y enumera los pasos a dar por la provincia del Chaco: “Elevar el nivel de conciencia existente sobre el valor de la especie como monumento provincial; trabajar desde la Brigada Operativa Ambiental junto a las fuerzas de seguridad para lograr que desaparezca el riesgo de cacería furtiva y seguir apoyando financiera y técnicamente a los grupos de investigación que actúan en el Impenetrable”.
Aunque tal vez los puntos más llamativos sean los que apuntan a frenar la continua deforestación en la ecorregión, que fue de 80 000 hectáreas en 2019 y aproximadamente otras 40 000 en 2020. “En nuestra agenda de este año está la actualización del Ordenamiento Territorial del Bosque Nativo (norma incluida en la Ley de Bosques sancionada en 2008 que no se revisa desde 2014 y fue objeto de una batalla legal en noviembre pasado), la sanción de la Ley de Corredores Biológicos y lograr el consenso para que el Impenetrable se identifique como área prioritaria de conservación cultural y natural de la provincia”, concluye Soneira.
Planes para cambiar la percepción
Los próximos años prometen ser de intensa actividad. “Lo positivo de todo lo sucedido desde la aparición de Qaramtá es la movilización provocada”, asegura Leonardo Juber, quien hasta hace apenas un par de semanas se desempeñó como intendente del Parque Nacional, y comenta: “Hay más ojos puestos en el territorio, más presión y en consecuencia, más apoyo. Los cachorros seguramente mantendrán el tema caliente y aumentará el interés”.
Cachorros de Tania y Qaramtá son registrados por los investigadores de la Estación de Campo El Teuco. Crédito: Fundación Rewilding Argentina.
El área por la que se mueve el protagonista de esta historia, único ejemplar de jaguar identificado en la región en los últimos ocho años, es una extensa zona poblada por familias que se agrupan en puestos y comunidades de pocos habitantes o se dispersan en el ámbito rural. La ganadería extensiva es una de sus actividades principales y para ellos, el yaguareté ha sido considerado un enemigo desde tiempos ancestrales. Por miedo y porque ocasionalmente ataca a sus animales. Abatirlo fue por lo general la consecuencia inmediata: “Pero además, en el Chaco cazar un tigre históricamente ha generado prestigio”, añade Juan Garibaldi.
Modificar esa imagen negativa quizás sea la tarea más difícil que se tenga por delante. Es por esto que el Director de Conservación de FRA piensa que la permanencia de Tania y su prole en el Impenetrable es la mejor decisión: “Hay que construir consenso social y sensación de pertenencia, algo que sería mucho más difícil de conseguir si las crías crecieran en otra provincia”.
Lucero Corrales trabaja con ese propósito. Coordinadora del grupo de colaboradores, creado en la región chaqueña por la organización CeiBA en 2015, se encarga de corroborar cualquier dato que podría dar cuenta de la presencia de un jaguar. “El año pasado nos reportaron 26 casos de los cuales fueron confirmados 9 con fotos de huellas, aunque no podemos aseverar que sean de individuos distintos”, describe esta guardaparque del Proyecto Yaguareté.
Pero estar atenta al sistema de alerta temprana no es su única tarea, y durante el próximo mes se apresta a recorrer 1280 kilómetros por el norte de Chaco y Santiago del Estero para realizar un análisis de la citada percepción de la gente del lugar hacia la especie. “Queremos saber qué piensan de los yaguaretés, qué emociones les genera la idea de que aumente su presencia, qué harían si se encontraran con un ejemplar”, señala Corrales. El resultado servirá como guía para desarrollar planes de difusión y educación ambiental que sirvan para modificar las ideas que sin duda persisten.
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El aburguesamiento de Qaramtá
Qaramtá disfruta del dominio total que ejerce sobre el amplio territorio del Parque Nacional y su entorno. Dado que la batería del GPS que lleva en su cuello estaba por agotarse, en diciembre los técnicos de la Estación El Teuco decidieron recapturarlo para cambiarla. “Le pusimos las trampas-lazo alrededor del recinto porque sabíamos que en algún momento iba a acercarse, y así fue”, relata Gerardo Cerón, y añade: “Todo fue muy prolijo. A las 5:09 de la mañana la señal VHF conectada a la trampa nos avisó que se había activado y a las 6:30 se le tiró el dardo tranquilizante. No hubo heridas y se recompuso muy bien de la anestesia”.
El procedimiento fue aprovechado para curarle algunas heridas menores y tomar mediciones. Fue así que la balanza dio la señal definitiva a lo que ya se sospechaba en función del monitoreo efectuado durante el año: Qaramtá había engordado. Los 108 kilos registrados en la captura de 2019 se convirtieron en un peso de 113 kilos que los expertos explican a partir del estudio de su dieta. “La abundancia de presas en el parque es formidable y soportaría una población de yaguaretés mucho más grande”, dice Cerón. Un detalle ayuda a entender su buen pasar: nunca regresa sobre sus pasos a comer los restos de una presa “vieja”. Su rutina consiste en caminar, cazar, alimentarse con las mejores partes del animal cazado y dejar las sobras para proseguir su marcha. “En dos palabras: se aburguesó”, remarca con risas el encargado de la Estación de Campo.
La sustitución de la batería del collar de Qaramtá fue una de las tantas actividades que debieron realizarse a toda velocidad en El Teuco una vez que la preñez de Tania se fue haciendo más evidente. También se trabajó en la instalación de un complejo sistema de videovigilancia que permita observar lo que ocurra dentro del recinto sin necesidad de ingresar. El mecanismo consiste en una serie de cámaras que transmiten las imágenes a una torre de 30 metros de altura levantada en tiempo récord junto al corral. Desde allí a su vez se envían a la Estación de Campo ubicada a 3 kilómetros, desde donde es posible manejar por control remoto la dirección, el zoom o el enfoque de las cámaras. “La larga gestación de Tania —cien días— nos ayudó a terminar a tiempo. Solo tuvimos que entrar un momento el lunes 8 para ajustar los últimos detalles técnicos”, subraya Cerón.
El nuevo sistema de filmación responde a los cambios en los hábitos de alimentación que de ahora en más tendrá la flamante madre. “La idea es que desde el primer momento los cachorros vean cazar a su madre, desarrollen sus propias habilidades y no sientan la presencia humana como un refuerzo positivo”, explica Juan Garibaldi. Este método de criar a los cachorros sin contacto con los cuidadores, tal como si no estuvieran en cautiverio, es el que permite liberarlos con posterioridad.
El delegado de la APN en el noreste argentino afina aún un poco más: “Tania comía carne de burros silvestres que estamos erradicando del parque; ahora se le darán presas vivas para que le enseñe a cazar a las crías, pero sería un problema si estas fuesen animales domésticos. Por suerte hay vecinos que tienen criaderos de carpinchos y pretendemos que los mantengan para tener siempre comida disponible”. En el recinto, un cobertor opaco ocultará a quienes introduzcan los animales.
Para Tania, que al haber sido criada en un zoológico no puede ser liberada, no será la primera vez. En 2018 dio a luz a Arami y Mbareté en el Centro de Reintroducción de Iberá, y ya en ese momento se vio obligada a recuperar su instinto cazador. “Siempre fue muy eficiente en atrapar la presa”, rememora Gerardo Cerón, “en cambio sí le costó algo más aprender a morder para matarla rápidamente. Necesitó tres intentos hasta llegar a ser certera”.
Arami y Mbareté, que cumplirán tres años en junio, dejarán los corrales del CRY en el transcurso de 2021. Será otro final feliz para el largo y dificultoso proceso de recuperación del yaguareté en la Argentina y un nuevo motivo de celebración. Mientras tanto, en estos días los violines que acompañan el cierre de cualquier serie televisiva romántica suenan en honor de Qaramtá, Tania y sus diminutos cachorros, protagonistas de una historia que desde hace un año le dibuja una sonrisa al conflictivo universo ambiental del Gran Chaco.
El artículo original fue publicado por Rodolfo Chisleanschi en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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