Se convirtieron en íconos cuando la televisión funcionaba de otra manera. Los 'broadcasters' –Emilio Azcárraga Milmo, en México, o Genaro Delgado Parker, en el Perú– tenían el aura de seres todopoderosos que sabían olfatear la calle. Las telenovelas paralizaban países. Saby Kamalich ingresó al Olimpo catódico con "Simplemente María". Thalía reventó el ráting con "María Mercedes" y "María la del barrio". Y Verónica Castro se quedó en la cabeza de varias generaciones con "Rosa salvaje" y "Los ricos también lloran".
Hoy lo digital alteró las reglas de juego. Thalía ha optado por el reguetón y las desconcertantes transmisiones en vivo en las redes sociales para seguir vigente. Verónica Castro, de 65 años, andaba desaparecida. Hasta que consumó este año un regreso por lo alto con "La casa de las flores".
La serie de Netflix tiene la esencia de un culebrón basado en los secretos y mentiras de una familia. Pero se supone que las nuevas audiencias son menos prejuiciosas y más inclusivas. Entonces Manolo Caro, el creador de “La casa de las flores”, dialoga con ellas y recurre a elementos ya vistos en otras ficciones: una pareja interracial, pasiones homosexuales o una matriarca –Virginia de la Mora, el personaje de Verónica Castro– que fuma marihuana. Todo ello empaquetado con un estilo que busca el equilibrio entre la naturalidad, el artificio y una estética orgullosamente kitsch. En el relato, La Vero acapara miradas. Ella ha señalado que nunca se ha ido de la pantalla. También ha dicho que sus hijos no se escandalizaron cuando les contó sobre lo que hacía Virginia.
Verónica Castro conversa con El Comercio por teléfono. Alerta de spoiler: en su primera respuesta, la actriz desliza informaciones sobre el destino de Virginia al final de la primera temporada de la serie.
¿Qué te ha dado Virginia de la Mora, que hace cosas tremendas? ¿Qué te ha enseñado? ¿Te sacó de tu zona de confort? ¿Te interpeló? ¿Te sacó canas?
Mira, al principio me preocupó, y luego la entendí. Ahora la quiero mucho. Pobrecita, porque sufrió mucho, pero también entendió la lección. Cada quien con su vida, y ahora ella está dándose su vida. Se fue con el dinero, con su camioneta, ya todos están felices, ya dejó a todo el mundo en paz, a cada quien con lo que quería, y ahora le toca a ella. Por eso se me hizo rarísimo que no hubieran entendido el final de cuando se iba, por qué se iba o cómo se iba. Es extraño que no entendieran ese final. Es muy fuerte. Y para mí, como mamá y ser humano, también se me hizo fuerte, pero diferente, bueno, interesante, que un padre o una madre salga prácticamente huyendo de ese tipo de responsabilidades, que además ya resolvió.
¿Tú, en tu rol de mamá, cómo has sido? ¿En qué te diferencias de Virginia?
No te creas que tanto. Tienes que lidiar con los asuntos diarios de la vida, que a veces son leves y en otras, muy duros. Hay que seguir adelante como puedas, con los problemas de tus hijos o de ti misma. Pero a veces por querer resolver tanto los problemas de los demás, te olvidas de ti misma. Entonces, cuando volteas, ojalá que todo el mundo reaccionara igual que Virginia, ¿verdad?: ya resolví los problemas a todos, ahora permítanme que voy a vivir, a darme cuenta de quién soy, que yo también tengo vida. A veces las mamás no hacemos nuestras vidas por estar atendiendo las vidas de nuestros hijos, ¿sabes? Cuando volteas, los hijos ya están haciendo sus vidas y las mamás estamos solas.
En las producciones de antes, esas que han cautivado a generaciones, digamos que los roles de los personajes eran más puros. Hoy muchas ficciones desafían las convenciones. ¿En qué ámbito te has sentido más cómoda? ¿O siempre hay que desafiarse y descubrir?
Yo creo que sientes eso, es un desafío este tipo de trabajo porque no sabes qué va a gustar, qué va a funcionar, qué le va a convenir a la gente, a la empresa, a todo el mundo. Es un desafío esta carrera que yo elegí, bendito Dios. Y me siento siempre como una persona inestable porque no sabes qué personaje te va a tocar o cuál va a ser la reacción del público hacia tu personaje, y luego también hacia tu persona como actriz: si lo hiciste bien, si no lo hiciste bien, si todavía funciona. Se empieza a juzgar tanto al personaje como a la persona. Es muy difícil trabajar este tipo de personalidades porque no es mi tipo de género normalmente.
¿Con las familias disfuncionales la vida es más sabrosa? ¿O eso solo vale para la ficción?
No, no hay ficción. Aquí no hay ficción. ¿Qué familia no está viviendo alguno de esos problemas? Yo creo que todas las familias del mundo están viviendo por lo menos uno de esos problemas. Y también están los problemas de salud, pero ya sería como demasiado si los hubiéramos metido en este asunto. Pero en una familia normal, aparte de esos problemas, si le sumas los de salud, entonces estamos completos, con un típico melodrama. Pero es normal. Esto es de la vida real.
La actriz Laura Zapata me dijo que un posible gancho de estas producciones o telenovelas es que los personajes dicen o hacen cosas que no nos atrevemos a hacer, lo que me lleva a pensar que somos unos grandes hipócritas. ¿Te parece un punto para atender?
No es que seamos hipócritas. El asunto es que en las familias siempre se guardan secretos. Todas las familias tenemos secretos: que esto no se sepa, que de esto no se enteren, que ojalá se quede en familia… Y hay secretos que todas las familias sabemos que se quedan en familia. Y no es por hipocresía. Es porque así debe ser. Es guardar la intimidad de un hogar, de una casa, de un entorno familiar. Obviamente, llega un momento en que la familia se tiene que enterar de todas esas verdades, porque si no, ¿quién ayuda? Si no es tu familia o tu gente, ¿quién te va a ayudar, a resolver o a apoyar en ese tipo de circunstancias? Por eso te digo que esto no está fuera de la realidad. Está totalmente en la realidad.
En la serie de Luis Miguel aparece un personaje basado en ti. ¿Quedaste conforme? ¿Los guionistas y el director exageraron? [En esa escena, Verónica entrevista en su programa al cantante. Luego ingresa una llamada del hermano de Luis Miguel que revela tensión y reclamo].
Mira, yo lo único que hice fue hacer un programa muy lindo, que salió bastante bien, y que lo ocuparon para usarlo en la serie. Me parece bien. O sea, fue parte de su historia. Y hubo otro programa todavía más importante, no sé si él vaya a hablar de ello después. Pero me parece correcto. Cada quien echa mano de lo que puede y de lo que aparece en el camino para sacar adelante una realidad, porque eso sí pasó, ahí estaba yo, eso le pregunté. Y si amablemente me quisieron poner, bueno, me parece perfecto. Vale, vale.
¿Te quedan tareas pendientes o algún sueño por cumplir?
Me apetece hacer una película que quede en la historia. Tengo muchas ganas de hacer cine. O sea, esto que ha pasado con "La casa de las flores" bien puede ser tanto una bienvenida como una despedida, porque todo fue tan grande e increíble. La gente joven me aceptó. Y mis viejos dijeron: "Esa es La Vero". Estaban como presentándome a las nuevas generaciones. Pero sí me hace falta una película que me haga sentir completa en mi carrera. Me hace falta 'la' película.