Era diciembre del 2011 y su libro famoso aún no se encontraba en librerías, pero ya causaba interés, intriga e incluso desbordes de emoción, como el de Stacy Kirk, una mujer de Newberg, Oregon, quien le dijo esto: “Mi mamá murió de un cáncer terminal a los 61 años. Mis sentimientos y lo que pasé a través de leer las palabras que tú tenías que decir fueron más de lo que podría soportar. Pero me curaron. Gracias por escribir ese libro.” Ese libro es “Wild” (Salvaje), una novela de no ficción que fue traducida a 30 idiomas, un ‘best seller’ mundial de una impactante trama: la historia de Cheryl Strayed, quien luego de la muerte de su madre —por cáncer—, su divorcio y la destrucción de su familia recorrió los 4.285 km que tiene el Macizo del Pacífico, un sendero que bordea la costa occidental de Estados Unidos, entre México y Canadá. Y vivió para contarlo.
Strayed, traducido del inglés, quiere decir extraviada. Cheryl estuvo así por mucho tiempo. A los 22 años, cuando supo que su madre tenía cáncer de pulmón, le dijo al doctor, con una mezcla de confusión y rabia: “Pero si ella no fuma”. Cuatro días después, su mamá moriría. Como cuenta en su libro, se adentró en un mundo de excesos —promiscuidad, drogas— hasta exactamente cuatro años, siete meses y tres días después de la muerte de su madre, cuando decidió extraviarse en el Macizo del Pacífico, sin ninguna experiencia previa en campamentos o caminatas o viajes. “Había oído hablar de él por primera vez solo siete meses antes, cuando vivía en Minneapolis, triste, desesperada y a punto de divorciarme de un hombre a quien aún amaba”, escribió en “Wild”.
El relato sigue a través de cinco partes. Fueron tres meses del verano de 1995 en el que ella surcó ese camino, desde el desierto de Mojave hasta el Puente de los Dioses. Hubo momentos en los que perdió sus cosas, en los que cayó, caminó descalza, vio sus uñas descarnadas y sus pantorrillas repiqueteadas por las inyecciones que solía suministrarse en el pasado. Se cubrió de costras, arañazos y sintió de cerca a las serpientes, a los osos y a los pumas. Pero al final de sus agonías y sus retos personales, siempre se encontraba frente a un único camino: continuar. “Miré al norte, en dirección a él: la sola idea de ese puente era para mí una esperanza. Miré al sur, hacia donde había estado, hacia la tierra agreste que me había aleccionado y abrasado, y me planteé mis opciones. Solo tenía una, lo sabía. Desde el principio había tenido solo una. Seguiría adelante”, dice el libro, que fue construido con las anotaciones que hizo en sus diarios Cheryl durante el viaje y que le costó más de quince años publicar.
La historia, como ha dicho el “New York Times Book Review”, te quita el aliento: “Es una profunda reflexión sobre la naturaleza del dolor y la supervivencia. Un triunfo a nivel literario y personal”. Algo como lo que vivió Cheryl debía llegar al cine. El director Jean-Marc Vallée, que dirigió “Dallas Buyers Club”, película con seis nominaciones a los Oscar 2014, hizo que la ganadora del Oscar Reese Witherspoon se convierta, con bastante acierto en Cheryl Strayed. Ahora, Cheryl se ha convertido en una celebridad del escapismo saludable: lo que vivió inspira, enseña que luego de las tragedias, un buen viaje, un encuentro con uno mismo, puede hacer lo que ninguna terapia logrará: renacer.