Su sueño se gestó hace 12 años: esculpir en roca las imágenes de los dioses de la mitología inca. Michael Monteagudo Mejía es un escultor cusqueño que desde hace cinco se dedica a crear el denominado ‘Apukunaq tianan’ o ‘morada de los dioses’ en la cima de la comunidad de Sencca, en el distrito de Poroy, Cusco.
Veinte minutos en auto son los que separan estas seis esculturas de hasta 17 metros de altura del centro de la ciudad. Para el bicentenario del Perú, su proyecto debería estar concluido con siete imágenes que representen a la Pachamama [Madre Tierra], a Wiracocha [dios de las varas], y al Hanan Pacha [mundo de arriba], el Kay Pacha [mundo terrenal] y el Uku Pacha [mundo de los muertos].
“Hace 12 años empecé el proyecto esculpiendo obras de madera. Tengo esculturas de madera en mi casa, tengo esculturas de metal que van a venir, y hace cinco años, aproximadamente, empezó físicamente aquí, en Apukunaq”, asegura Monteguado Mejía, quien prefiere ser reconocido como Michael de Titán.
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Según la mitología de los incas, el espacio andino estaba concebido en dos niveles: el horizontal y el vertical. En el plano horizontal, los incas veían el mundo de manera dual: hanan [arriba] y hurin [abajo]. Mientras que a nivel vertical, el espacio estaba dividido en tres planos:
-Hanan Pacha: el mundo celestial
-Kay Pacha: el mundo terrenal
-Uku Pacha: el mundo de abajo o mundo de los muertos
"Apukunaq se plantea como una proeza de la ingeniería, la arquitectura y la escultura, pero todo debe integrarse", sostiene el escultor.
-Materializando sueños-
A los 11 años, Michael Monteagudo decidió tentar al destino y cambiar su suerte. Cuando pensaba que dedicaría el resto de su vida a ser un aserrador como su padre, descubrió la escultura y -autodidacta- convirtió trozos de madera y roca en seres con alma.
"Mi padre era aserrador, aserraba madera y veía lo que hacía. Yo me senté un día, a los 11 años y dije: '¿este es mi destino?, yo no he nacido para hacer esto’. Entonces, decidí hacer una escultura a mi criterio y una señora vino y me dijo: 'qué bello abstracto'. Yo no sabía qué era un abstracto. Yo quería hacer una mujer", cuenta.
Por su primera obra recibió 300 dólares, más de lo que ganaba en un año como aserrador. "Boté mi motosierra, boté mis cosas y dije 'me vuelvo escultor', y así empezó", recuerda.
Con los años fue dando los primeros pasos para cumplir su gran sueño: encontrar un lugar donde dejar su legado artístico representado en la mitología de los incas. Un sueño visto por muchos como una gran locura, pero compartido por su esposa, quien es su inspiración y la que puso la primera roca de este gran trabajo al encontrar el terreno en Poroy.
“Hace años quise buscar un sitio para esculpir, pero cerca al Cusco era difícil encontrar un afloramiento rocoso, entonces, mi esposa me llama y me dice: ‘He encontrado un sitio, creo que te va a gustar, es lo que buscabas toda tu vida’. Fue amor a primera vista, al día siguiente el terreno ya era mío. Vine con mis cinceles, mis sogas y empecé a tallar, a probar y la gente pensaba que estaba demente”, detalla.
Su objetivo es que ‘Apukunaq tianan’ cause impacto social, cultural y económico, por eso, está dispuesto a batir un Récord Guinness esculpiendo la que será la más grande de todas las figuras que forman parte de su complejo rocoso: al revolucionario Túpac Amaru.
En el plano imaginario de Michael de Titán, la imagen mirará en dirección al cerro Huanacaure, localizado al sur de Cusco, a unos 4100 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m) y tendrá una longitud de 48 metros de alto, 10 más que el Cristo Redentor de Brasil.
“Quiero batir un Récord Guinness, pero hasta el momento no he recibido un solo apoyo, excepto de un señor que vino y que donó una amoldadora y con eso estamos avanzando, dándole duro”, señala el artista.
¿Qué encontramos en ‘Apukunaq tianan’?
La morada de los dioses se divisa a lo alto de la comunidad de Sencca y el rostro de una mujer en representación de la Pachamama es el que recibe a los cientos de visitantes nacionales e internacionales que llegan a diario para apreciar este arte. Rasgos de su esposa están plasmados en esta escultura, a quien trató de inmortalizar tras enterarse que fue diagnosticada con cáncer.
“Esto lo decidí hacer porque a mi esposa le diagnosticaron cáncer y me dijeron que estaba en una etapa muy avanzada, entonces, [quise] que se asemeje en algo a su rostro. Yo sentía perderla”, cuenta el escultor.
Pese a que Michael considera que aún hay detalles en los que debe trabajar, la afluencia anticipada de público lo ha obligado a colocar medidas de protección y dibujar un camino en medio del cerro para llegar a cada una de las imágenes, entre las que también se puede encontrar un portal interdimensional, el rostro de un puma, un mirador, el dios Wiracocha, la Pachamama y un mural de cosmovisión andina.