Un espacio para disfrutar panes de alta calidad: Con técnica francesa e insumos peruanos. (Foto: Difusión)
Un espacio para disfrutar panes de alta calidad: Con técnica francesa e insumos peruanos. (Foto: Difusión)
Redacción EC

Simon Vacher es un hombre de negocios. Eso es un hecho. Solo basta escucharlo, para saberlo. Un francés que vivía cómodamente en su país. En el 2005 viajó a Australia para estudiar, ahí vivía con brasileras, pero se enamoró de una peruana, una trujillana conquistó a Simon. El romance terminó cuando cada quien tuvo que volver a su país, pero ella un verano fue a buscarlo a Francia, luego otro vino él. Una vez más ella en el 2012 viaja a Francia, y es ahí donde deciden encontrar una solución para estar juntos. “Conversamos y probé venir un año para ver qué tal me iba. También quería aprender español y estudiar el mercado. Después de 10 años de trabajar duro en el mundo de la consultoría, quería hacer algo propio”, recuerda Vacher.

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Francia es un país reconocido por su exquisita gastronomía, entre la que destaca su panadería. Es así, que siguiendo la tradición de su familia Simon decide abrir ‘La P’tite France’. Un espacio para disfrutar panes de alta calidad: con técnica francesa e insumos peruanos. “Casi toda mi familia ha trabajado en este rubro, tengo dos tíos panaderos, uno pastelero, otro chocolatero, mi hermana es chef, y mi abuela también lo era. Soy una persona muy curiosa, detallista y minuciosa. Cuando me casé, estuve pendiente de cada cosa, me gusta lo bien hecho, controlar la cadena para que al final impecable”.

Antes de ‘La P’tite France’, a Simon se le pasó por la cabeza probar con un bar y luego un restaurante, pero desistió, aunque se dio cuenta que en Lima eran pocos los lugares donde había panes de calidad o al menos como los comía en su país. “Siempre me ha gustado el pan. Lo como al mediodía y en la noche. Dejé de comer pan francés porque era complicado encontrar uno de buena calidad aquí y ya estaba aburrido del pan molde. Así es que pensé en una panadería, me gustaba la idea de cómo algo tan simple pudiera convertirse en un gran producto. Me fascinaba saber que ahí había arte y transmitir una forma tradicional de comer pan”.

“Es interesante la diversidad de productos que hay en Perú. Me gusta jugar con lo que hay en cada país, y trato de que todo lo que produzcamos se compre aquí, así tampoco maltratamos el planeta dando tantas vueltas por el mundo para conseguir algo”, agrega.

Es así que con mucho esmero y cuidando cada detalle abre ‘La P’tite France’, una pequeña sucursal de París en Lima, es lo que ha logrado con los colores y el diseño que ha plasmado en su local ubicado en Surquillo.

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Los panes de Simon ya poseen gran fama entre los comensales más exquisitos de Lima, pero ahora busca que sus pasteles tengan el mismo éxito. Para ello, su hermana se ha encargado de capacitar a su personal brindándoles todos sus conocimientos de pastelería fina.

‘La P’tite France’ es uno de los negocios que ha sabido salir adelante durante la pandemia por el COVID-19. Simon se ha preocupado por brindarle toda la seguridad a sus empleados, así como sus clientes. Incluso a algunos le ha alquilado un departamento al costado de su panadería. “El equipo ha sido clave. Y tener gente de confianza y comprometida que le gusta lo que hace. Mis empleados han hecho un gran esfuerzo para venir a trabajar y ha habido bastante sacrificio por parte de todos. Sin ellos hubiera sido imposible”.

- ¿Qué enseñanza te ha dejado la pandemia?

- “La pandemia ha confirmado que una empresa siempre debe estar dispuesta al cambio, y a innovar. La clave ha sido reaccionar rápido. Hemos apostado por un nuevo canal, las compras online y nuevos productos como los panes pre cocidos que solo necesitan hornearse diez minutos”.

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Dice que lo que más le gusta de los peruanos es que son muy trabajadores. “Si a un francés le dices que prefieres horas extras (pagadas) o dos semanas de vacaciones te dirá lo segundo. El peruano no, él querrá seguir trabajando. Quiere crecer y eso me gusta mucho. En Francia los empleados trabajan 30 horas a la semana, tienen 5 semanas de vacaciones y 2 semanas más extras”, explica.

Sin embargo, en un país del que no conocía nada, Simon hoy domina el castellano a la perfección, come un rico ají de gallina o ceviche, vive cerca al mar donde corre olas y practica moto en las dunas. Y se siente tan peruano como cualquiera. Mientras simultáneamente lidera sus otras empresas de helados, inversiones, listas de regalos y quesos franceses.

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