Andrea Sánchez Contreras, una mujer interesada en la niñez
Andrea Sánchez Contreras, una mujer interesada en la niñez

Rosa Chávez Yacila 

Rogelia Contreras solía planchar su cabellera para evitar luchar con los rulos voluminosos e indomables. Sentía, además, que le sentaba mejor el cabello plano. Andrea Sánchez, su hija adolescente, la invitó a una sesión fotográfica que organizaba Ashanti, la Red Peruana de Jóvenes Afrodescendientes, a la que pertenece. A raíz de ese evento, Rogelia –50 años, cocinera, iqueña– asistió a un taller sobre la cabellera afro y comprendió así su belleza y su fin reivindicativo. «Ahora mi mamá anda siempre con un afro espectacular » dice Andrea Sánchez quien, con 18 años, es promotora del área de Niñez y Adolescencia de la red y postula a Comunicación Social en San Marcos.

Ashanti es una de las organizaciones afroperuanas más importantes del país y la única constituida solo por jóvenes. Cuenta con 180 miembros y tiene sedes en Tumbes, Piura, Lambayeque, Lima, Ica, Arequipa y Tacna. Andrea llegó allí gracias a una estrategia de alumna poco aplicada: «Me aburrían las clases de matemáticas y religión del colegio, así que para evitarlas postulé al Municipio Escolar. Por ese medio conocí a Marco Ramírez, presidente de Ashanti» recuerda. En los dos años que lleva en la ONG, la joven se ha convertido en uno de sus miembros más activos: ha dictado talleres en Chincha, está a cargo de un proyecto piloto en Villa El Salvador, asistió por dos meses a un taller de liderazgo en Honduras y será una de los 50 asistentes del encuentro anual de jóvenes afroperuanos.

«Todas las personas tienen derecho a conocer su historia para defender su identidad» dice Andrea, como quien intenta recordar la letra de una canción. Se trata de una frase que alguna vez leyó y ahora repite para reafirmarse. Tenemos derecho a conocer nuestra historia para entender que no es una broma lo que Andrea Sánchez le escuchó decir al profesor de esa misma materia –ironías de la vida– en la academia donde estudia. El docente se refirió a un país vecino como ‘Monolandia’ y dijo que, al conquistarnos, los españoles «estaban más perdidos que lunar en poto de ne…». Cuando ocurrió, Andrea quedó pasmada y no pudo decir palabra. Como réplica, ha preparado una pequeña hoja informativa que leerá la próxima clase: «Y me tendrán que escuchar», advierte. Con ello espera que la historia, tan manipulada y malentendida, sea contada de una forma que nos permita construir un futuro distinto, más justo.

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