Por Norka Peralta Liñan
Es domingo por la mañana y la ciudad se mueve perezosamente. Katerina aprovecha para trabajar sin interrupciones. Ha ensayado toda la semana para “Infortunio”, la obra teatral en la que participa actualmente, pero aún tiene energía para empaparse de información sobre el festival de cine europeo “Al Este de Lima”, del cual es miembro del jurado. “Junio es un mes de locos”, dice para resumir los proyectos en los que está involucrada, ya que la obra y el festival se cruzan algunos días. Sin embargo, luce tranquila y con un brillo especial en la mirada. Cuenta que la clave para ese orden espiritual que experimenta está en dedicarle
un tiempo a la meditación.
Ahora vive en calma y poco a poco.
¿Cómo descubriste la meditación?
Hace cuatro años me sentía insatisfecha con mi vida profesional, tenía una actitud negativa hacia todo lo que me estaba pasando y decidí buscar alguna forma de sentirme mejor. Probé con un par de técnicas de meditación, pero con la que hice clic fue con la meditación samarpan. Después de escuchar algunas conferencias en Lima, sentí una conexión real con la técnica, quise saber más al respecto y me fui a la India, yo sola, durante más de un mes. Estaba escrito que yo tenía que hacer ese viaje, porque en ese momento tenía una plata ahorrada y la gasté en esa aventura. Otros quizá hubiesen usado ese dinero para iniciar un negocio, pero para mí ese viaje ha sido la mejor inversión de mi vida. Con esto no quiero decir que alcancé la iluminación, estoy muy lejos de eso, pero fue el inicio del proceso de aprendizaje que significa incorporar la meditación a tu vida.
¿Qué hace especial a este tipo de meditación sobre el resto de técnicas?
No conozco todos los tipos de meditación, fue con la que me enganché, porque la primera vez que escuché sobre ella me sonó convincente. Se inicia con un mantra y luego estás en silencio por media hora, sentado. No hay ejercicios físicos. Hay otras meditaciones en las que tienes que estar muy consciente del cuerpo, pero en la samarpan no hay nada que tengas que forzar, solo tienes que estar sentado, despejando la mente y conectando con tu interior, libre de pensamientos, viviendo ese momento. La sensación que experimentas es similar a cuando te zambulles bajo el agua, los oídos se tapan, y estás como encapsulado en una energía muy fuerte.
¿Qué es lo que has aprendido en ese estado de conciencia?
He aprendido que estamos muy aturdidos de pensamientos, porque la mente es muy poderosa y hay que aprender a calmarla. No solo se trata de control mental sino de ejercicios espirituales. Todo esto me ha hecho entender algo que me viene de la actuación: la capacidad de observación. Ahora me aparto y veo mis pensamientos y los vivo como escenas. Tener la oportunidad de salir de Katerina, como si se tratara de un personaje más, y observar desde ese plano me ha ayudado a entender que todo el drama que a veces nos hacemos en la mente no es real. Tengo una frase al respecto: ¡El drama, para el teatro!
¿Y qué pasaba antes en tu vida?
No me iba mal, pero muchas veces la cabeza ve las cosas con un velo negativo, incluso las más bonitas y satisfactorias, porque te estresas deseando cosas o planificando proyectos y te olvidas de disfrutar lo que te está pasando. Ahora me pasa que mientras menos deseo y menos pido, de pronto, las cosas van llegando. Por ejemplo, soy miembro del jurado del festival de cine “Al Este de Lima”. Estoy emocionada, porque voy a conocer a directores muy capos, gente que admiro y jamás pensé que me llamarían para algo así. Es la primera vez que hago esto y, en vez de estresarme pensando con anticipación si lo haré bien o no, simplemente lo hago y a ver qué sale.
¿Cómo crees que esta práctica ha enriquecido tu vida profesional?
En el teatro te enseñan que no hay que juzgar a los personajes que te tocan interpretar, aunque hagan cosas terribles que tú no serías capaz de hacer. Sin duda, esta postura se ha enriquecido con la meditación, porque el actor debe tener anclas para poder abarcar muchos personajes, abrazarlos, aceptarlos y despedirlos cuando llegue el momento. Desde que medito me resulta más fácil este proceso de despedida. Es mi ancla y mi respiro.
A veces, nos obsesionamos con el trabajo y las metas, y perdemos de vista la importancia de hacer un alto y respirar...
En cualquier profesión tienes que darte un respiro, hacer algo que te permita una limpieza interior. A mí me ayuda mucho tomar una ducha como un ritual de limpieza. Aunque llegue cansada, después de un día de ensayos o de grabaciones, porque no puedo ir a dormir con toda esa energía sobre mí.
En una entrevista de hace tres años, decías que tu sueño era escribir guiones y dirigir.
Quizá no sea el momento ahora, pero cuando llegue, abordaré la dirección y la escritura, porque están dentro de mí. No sirve de nada presionarse tanto, porque hay cosas que cambian y deberíamos aceptarlas y disfrutar del momento. Por ejemplo, a inicios de año iba a dirigir en Microteatro, estaba entusiasmada, pero salieron otros compromisos y tuve que dejarlo. Entendí que no era el momento, pero experimenté otras cosas. Fui con Joel Calero (director de la película “La última tarde” que ella protagoniza) al Festival de Guadalajara y estuve a su lado cuando ganó el premio a mejor director. Fue increíble.
¿Dirías que tu filosofía es sólo dejarte llevar?
Todo lo contrario, estoy muy presente, pero trato de no apegarme a nada. El próximo año, probablemente, ruede una película en Mendoza, Argentina, donde tienen un centro de creación e investigación teatral, y quién sabe qué más haré allá, pero no me puedo estresar pensando en eso ahora. El estrés viene de la insatisfacción por estar en un lugar, queriendo estar en otro, y, al final, no disfrutas de nada.
Manejas una moto. ¿Ni siquiera el tráfico de Lima te altera?
A veces me he descubierto manejando a velocidad, a la defensiva, pero luego me tranquilizo. También me ha pasado que, mientras iba manejando, empezaba a repasar guiones y eso es un descuido. Me he llevado sustos que me han hecho recordar que tengo que estar presente en ese momento, con todos mis sentidos. Esto aplica a cada aspecto de nuestra vida, porque cuando estás presente al 100% en cualquier cosa que hagas y te entregas por completo, todo sale bien.
Pero, como mujer hay una presión adicional al enfrentar un tráfico machista y violento...
Vivimos en una sociedad machista, pero trato de no darle cabida a estas ideas en mi mente, porque si no estaría partiendo del miedo y dejaría de hacer cosas. El miedo no te puede paralizar. Hay muchas injusticias, pero yo trato de luchar por la igualdad de derechos desde mi vida diaria, haciendo las cosas que me provocan sin temores.
Agradecimientos:
Fotos Rafo Iparraguirre Dirección de moda y styling Antonio Choy Kay & Gerardo Larrea
Producción: Elefante Producciones
Maquillaje y Peinado: Mafee Alcántara
Asistente de Foto: César Silva
Asistentes de Producción: Gwen Manrique y Paola Hirahoka para Elefante Producciones.
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