Lucero Yrigoyen M. Q.
Ese tierno perrito que te mueve la cola cuando llegas a casa y que pone cara de «yo no fui» cuando hace una travesura, desciende genéticamente de un respetado y feroz lobo gris.
Su evolución ha sido tema de estudios y ha inspirado algunas leyendas. Por ejemplo, según los indios kato de California, el dios Nagaicho creó el mundo y buscó cuatro grandes columnas en el cielo para sostenerlo. Después de formar el planeta, empezó a poblarlo. La leyenda cuenta que hizo al hombre y a la mujer, los ríos, las montañas y todos los animales, menos uno, el perro. ¿Por qué?, sencillamente porque ya tenía uno, el amigo que lo acompañó durante la creación.
Se estima, explica el veterinario Max Delgado, que el lobo pasó a ser perro doméstico 15 mil años a. C., aunque hay vestigios más antiguos de su existencia. Según las investigaciones, los cambios físicos y de temperamento se fueron dando cuando el lobo, por sobrevivir a la carencia de alimentos, fue acercándose a comer las sobras que dejaban las comunidades humanas. La necesidad los hizo más sociables.
Antes, el lobo era un animal netamente carnívoro y cazador. Con el cambio en su alimentación, al empezar a ingerir vegetales, se fue modificando su sistema digestivo.
Los humanos aprovecharon su compañía y lo educaron según sus necesidades. Entonces empezaron a aparecer los perros para cacería, pelea, pastoreo, rastreo y para correr a velocidad. Otros evolucionaron para ser hogareños y cariñosos compañeros de sus amos. Así fueron creándose las razas. El hombre empezó a manipular la reproducción durante muchos años y llegó a los estándares de cada una que hoy conocemos.
TEMPERAMENTO
Aunque han pasado milenios, muchas conductas del lobo las siguen manteniendo los perros, dice el veterinario Roberto Alcalde; entre ellas, establecer jerarquías, vivir en sociedades, elegir un macho alfa como líder y cederle prioridades como comer primero o elegir el lugar más cómodo para dormir.
Las hembras también mantienen algunos rasgos. Las primeras lecciones de vida a las crías las da la madre, permitiendo las conductas deseables y sancionando con gruñidos o empujones las negativas.
El perro sigue manteniendo del lobo el marcaje por la orina. Oler a otros canes le otorga información de feromonas (hormonas) que permite que conozca la edad, actividad sexual y hasta la talla, por la altura de la marca al levantar la pata, del perro que estuvo antes. Como a los lobos, la orina les sirve para delimitar su territorio, dejar huella de la jerarquía y evitar la presencia de otros perros que compitan por alimento, espacio o hembras fértiles.