(FOTOS. VICENTE MOSTO)
XIMENA LLOSA
Andrea Castillo

Cocinar y mostrar cómo hacerlo es su pasatiempo favorito. Así, en “Ximena en Casa”, el programa de cable que conduce desde hace tres temporadas, la chef peruana promueve una culinaria sin secretos ni complicaciones. También lo hace a través de las redes sociales, donde supera los 78 mil seguidores entre Facebook e Instagram. ¿La clave de su éxito? Quizá sea su espontaneidad y naturalidad. Y contestar los mensajes que recibe. “Me gusta enseñar y saber que con una de mis recetas alguien sorprende gratamente a sus invitados. O se reconcilia con la cocina”, cuenta en tono vivaz. Dedicar gran parte del tiempo a mezclar ingredientes con devoción no agota su vitalidad. Por el contrario, nutre su creatividad para alcanzar otras metas como publicar su primer libro de cocina. Así, entre proyectos y grabaciones, Ximena disfruta de criar a sus tres hijos, Macarena (12), Micaela (10) y Joaquín (8).

¿Cómo descubres tu vocación?
Desde muy chica cocinaba en familia. Pero recién lo hice por mi cuenta cuando estaba en el colegio. Vendía galletas con mis amigas. ¡Eran un hit total! Al terminar la secundaria quería ser bióloga marina, fotógrafa, trabajar en producción y en cine. ¡Deseaba hacer miles de cosas! Además, me gustaba la gastronomía. Por una amiga me animé a estudiar Hotelería y así descubrí que quería especializarme en cocina. Mezclar los ingredientes me emociona, pues me parece un proceso lleno de poesía. Tal vez por eso nunca me aburre.

Eres de compartir secretos culinarios.
Astrid Gutsche fue la primera en presentarme esta posibilidad cuando trabajaba en el restaurante Bohemia, y la convertí en mi ley. Si alguien me pide una receta, se la doy. Me gusta que la gente la prepare y pierda el miedo a la cocina.

¿Será por eso que tus seguidores te quieren tanto?
Me parece que es porque me muestro accesible, sin pose de diva. Tener la oportunidad de estar en televisión no me hace distinta a los demás.

Has vivido diez años en el extranjero. ¿Qué lecciones te dejó esa etapa?
Viví fuera desde los 20 años, que tuve la opción de trabajar en Italia. Poco después viajé a Francia para estudiar por diez meses en el Instituto Le Cordon Bleu. Esa etapa afianzó mi independencia. Luego, por el trabajo de mi esposo, hemos radicado en Brasil, Colombia, México y Chile. Mucha gente me preguntaba si extrañaba el Perú. Creo que me faltó tiempo para conocer nuevos lugares, a su gente y su comida. ¡Tengo amigas por todos lados!

¿Cómo te definirías?
Me considero una persona emprendedora, activa, espontánea, que le busca el lado artístico a las cosas. Ser chef es una alternativa más, como ser astronauta o política. Estamos en una era en la que el hombre y la mujer pueden realizar lo que se proponen, y nadie tiene derecho a juzgar a otro por lo que hace. Ahora los hombres cocinan más o se quedan en casa con los niños. Pero más allá de los estereotipos, la gastronomía es un plan para todos, un lugar de aprendizaje que puedes convertir en una clase de matemáticas para tus hijos. Allí les hablas de fracciones, medidas, porciones, cantidades. Como jugando aprenden las operaciones básicas y que la cocina no es ajena.

Tienes tres hijos. ¿Qué tipo de madre eres?
Soy divertida y un combinado de mamá cariñosa y sargento. No crío a mis hijos como niños de oro. Ellos hacen su cama, sacan la ropa sucia del cuarto y me ayudan con algunas tareas en la cocina. Les enseño que hay reglas que cumplir. También, a ser espontáneos, honestos, creativos. Me encanta que confíen en mí para contarme sus cosas y trato de ser un ejemplo para ellos.

¿Qué sabores te trasladan a tu infancia?
La albahaca, el tomate, el romero, el tomillo y el café me recuerdan a mi madre, Paola. Además, los queques de Navidad que ella preparaba y le ayudábamos a repartir. Esa receta tendrá un lugar especial en el libro que planeo lanzar este año.

¿Por qué el café te recuerda a tu mamá?
Ella lo tomaba todo el tiempo y me lo daba con leche cuando yo era chica. Y en Italia le agarré gusto al capuccino. Lo bebo a mitad de la tarde y necesito planear ese momento. Me gusta estar en contacto con la gente. Pero también reservar un espacio para mí, que aprovecho para disfrutar un capucchino, escribir cartas o leer. Aunque no lo creas, ¡me encanta escribir cartas y recibirlas! Y si estoy en la playa, llevo la cafetera y un libro a la arena.

¿Existe algún postre que te encante preparar por alguna
razón particular?

El semifreddo de lúcuma. Era la estrella del restaurante Astrid & Gastón, donde hice mis prácticas. Y el más vendido del restaurante Bohemia. Disfruto hacerlo porque tengo un cariño especial por esa fase de mi vida.

¿De qué manera cuidas de ti?
Voy al gimnasio tres veces por semana, corro y tengo asesoría nutricional. Para no estar picando o caer en la tentación de comer de más, siempre tomo mis alimentos antes de cocinar. En cuanto a la piel, me aplico cremas. Sin embargo, no soy maniática. Pienso que la belleza física no es realmente importante, sino la personalidad. Por eso, me encanta conocer personas con buena vibra, lindas por dentro.

¿Además de tu primer libro, qué otros planes tienes en mente?
Mi meta es abrir una tienda que tenga preparaciones en vitrina para consumir allí mismo, que las ofrezca a pedido y en la que pueda dar clases de cocina. Y como me fascina la decoración de mesas, quiero vender tazas, teteras, mandiles... Algo así como una línea Ximena Llosa Home.

Fotos: Vicente Mosto / Dirección de arte y styling: Gerardo Larrea & Antonio Choy Kay.

Contenido sugerido

Contenido GEC