Por Andrea Carrión
Luego de navegar por algunas páginas y de revisar varios perfiles de perros en adopción, Rosario Sevillano sintió el ‘click’ en el estómago cuando vio la carita de Alva en la página de adopciones de WUF. Fue su descripción lo que terminó de convencerla.
“Alba es muy cariñosa y juguetona. Es activa y le gusta mucho correr y jugar con otros perros. No requiere mucho ejercicio, pero sí de paseos diarios. Se desconoce su relación con gatos. ¡Alba está lista para ser parte de una familia que la quiera mucho!”
Para suerte de esta Wuf -perro rescatado que ha sido cuidado, esterilizado, vacunado, desparasitado y listo para su nuevo hogar-, Rosario también estaba lista para recibirla.
Meses atrás, esta residente de Pueblo Libre había caído en una fuerte depresión cuando su Cocker Spaniel de 15 años y 4 meses de edad perdió su batalla contra el cáncer.
“El 21 de abril del 2015 murió mi Jimmy y me deprimí horrible, no sabía qué hacer. Se había llenado de tumores por todo el cuerpo. Yo crecí con perros en la casa, pero Jimmy fue el primer perro del que yo fui responsable y estuvo conmigo cuando me mudé a vivir sola. Su muerte dejó tremendo vacío”, comenta.
Rosario quiso tanto a ese perro que guardó sus cenizas y las puso en una sala. Pero ya en agosto se dio cuenta de que era momento de dar vuelta a la página y de continuar la historia con un nuevo perro.
La suerte de Alba
Para Alba los meses previos a su adopción tampoco habían sido fáciles. Con apenas un año de edad, fue encontrada en Villa El Salvador con una herida en la pata que no le permitía caminar. Estaba en celo y muchos perros machos de la zona la perseguían. Ella trataba de huir, pero su pata no se lo permitía. Hasta que una trabajadora del albergue Amor y Rescate la encontró y se encargó de su tratamiento, de su esterilización y de su cuidado.
El 31 de octubre, luego de ser aprobada por WUF como nueva adoptante, Rosario recogió a Alba en una veterinaria de Jesús María y la llevó a casa.
“Desde que llegó ha sido muy tranquila. Alba ha respetado todo, no me ha destrozado nada, sus necesidades las hace afuera, ni orina acá adentro. Se queda todo el día sola mientras yo salgo a trabajar y no toca nada. Su máxima travesura ha sido comerse un pan que dejé sobre la mesa del comedor”, comenta Rosario, quien trabaja para el Ministerio del Ambiente.
De hecho, su trabajo tiene que ver con su elección de adoptar en lugar de comprar.
“Trabajo largas horas y viajo mucho, por eso cuando lo racionalizaba me decía ‘¿Cómo vas a cuidar a un perro?’ Tener un perro es chamba, sobretodo si es cachorro. Pensaba que no tendría el tiempo para sacarla a pasear, para enseñarle a hacer sus necesidades afuera, para jugar y todo eso, hasta que vi la foto de Alba y me enamoré”, asegura Rosario. “De hecho Alba, además de acompañarme, me ordena un montón, me da una rutina y me disciplina. Ella hasta me despierta en las mañanas, es muy buena compañera, Alba es… es como si Jimmy hubiera hecho el casting y me hubiera mandado a la perra perfecta”.
Rosario está tan orgullosa de su Alba, que cuando salen al parque, habla con los vecinos de la buena experiencia que ha sido adoptarla.
“La gente la quiere un montón y comentan ‘mi próximo perro será adoptado’. No sé si lo dirán en serio, la mayoría de gente acá tiene perro de raza’, pero todo el mundo me felicita por haber adoptado y yo aprovecho diciéndoles lo buena y bien educada que es. Me hace sentir orgullosa por haber contribuido con la causa”, añade.